¿Cómo se verán las calles en el futuro?

Las calles ocupan el 75% del espacio público. Es decir, las tres cuartas partes de todo el espacio público de las urbes está cubierto por el asfalto que se diseñó hace décadas para facilitar el paso y estacionamiento de autos —la innovación de aquel momento— y otros vehículos que vemos comúnmente en las calles como buses, camiones, motos.

En un momento en que la movilidad urbana se encuentra en un punto de transición hacia nuevos paradigmas, regidos por el uso de tecnologías y el imperativo de la sostenibilidad y resiliencia climática, repensar la función y uso de la superficie que ocupan las calles está no solo en la mira de pensadores urbanos y gobiernos sino también de la industria automotriz, que visiona cambios en el paisaje urbano y el uso de los espacios destinados la movilidad particular y, claro, de la industria de la movilidad que explora nuevas oportunidades de negocio junto a un diseño y una movilidad urbana en transformación.

Las calles ocupan el 75% del espacio públicoRicardo Pristupluk – La Nacion

Distintas ciudades alrededor del mundo están implementando medidas para transformar sus calles en espacios más sostenibles, habitables y desplazando del centro el diseño del auto para las personas.

Empresas de movilidad y transporte y servicios asociados a estas industrias siguen de cerca las transformaciones urbanas para readaptar productos y servicios, e inclusive para explorar nuevos modelos de negocio que se derivan de la transformación inteligente y sostenible de las urbes.

Así, por ejemplo, Ford visualiza una serie de innovaciones en la movilidad que repercute en las calles. En su reporte “City of Tomorrow” prevé el uso de vehículos eléctricos para transportar personas y mercancías, predice que para 2035 casi la mitad de los adultos creerán que los vehículos autónomos son más seguros que los conducidos por humanos, prevé nuevas tecnologías para el transporte público, como el transporte público de alta velocidad, la utilización de drones para diversos fines –como topografía, mapeo de zonas de desastre hasta el transporte de personas-, y entiende la necesidad de convertir el espacio vial en espacios verdes y parques para mejorar la calidad de vida.

Por su parte, Volvo, manifiesta en su Visión 2025 su compromiso con la electrificación, la conducción autónoma, la movilidad compartida, la seguridad y la sostenibilidad y otras empresas de la industria como BMW, General Motors y Peugeot en su apuesta por la electrificación, exploran la micromovilidad a través de la producción de scooters y bicicletas.

Siendo la multimodalidad el modelo ideal al que aspiran las ciudades, el diseño de calles deberá ser repensado en consecuencia para acompañar una movilidad fluida, segura y compartida entre de peatones, ciclistas, transporte público y vehículos autónomos, compartidos y eléctricos, así como vehículos destinados a logística mover productos y objetos.

Pensar calles que faciliten esa multimodalidad implicaría, entre otras cosas, ampliar aceras y crear carriles exclusivos para bicicletas y transporte público, implementar sistemas inteligentes de semáforos que prioricen el transporte público y los peatones, fomentar el uso de vehículos compartidos y servicios de movilidad bajo demanda y pensar nuevas normas de convivencia para estas dinámicas urbanas.

La integración de la naturaleza en el tejido urbano es crucial para adaptarse a los efectos del cambio climático, por lo que en un futuro cercano las calles se verán obligadas a migrar del caluroso gris del asfalto a corredores verdes que incorporen árboles, jardines verticales y techos verdes para reducir la temperatura, absorber CO2 y mitigar el efecto isla de calor, implementar sistemas de drenaje urbano sostenible para gestionar las aguas pluviales y prevenir inundaciones, hasta implementar sistemas de generación de energía a partir del movimiento de los vehículos en las calles —o pavimentos piezoeléctricos—.

Avenida Del Libertador, una que cuenta con una gran cantidad de árbolesGerardo Viercovich – LA NACION

Los corredores verdes de Medellín son un ejemplo de esto, pues no sólo contribuyeron a reducir las temperaturas en 2º C, mejorar la calidad del aire y la contaminación atmosférica, sino también en crear espacios públicos activos para la recreación y el encuentro ciudadano, demostrando que es posible construir ciudades más sostenibles, habitables y resilientes al cambio climático, mejorando al mismo tiempo la salud y el bienestar de sus habitantes.

Así, las soluciones basadas en la naturaleza se presentan cada vez más como respuestas propicias para contribuir a la sostenibilidad de las ciudades.

Los avances en movilidad prevén sistemas operativos de transporte avanzados que integren datos de vehículos, bicicletas, drones, transporte público y más, así como tecnologías de gestión del tráfico flexibles que puedan reducir las emisiones y eliminar atascos. Por lo que no quedan dudas que la tecnología desempeñará un papel fundamental en la gestión eficiente y sostenible de las calles del futuro.

Algunos ejemplos que inclusive ya se están implementando son sensores inteligentes para monitorizar el tráfico, la calidad del aire, el ruido y la temperatura, permitiendo una gestión dinámica y optimizada, sistemas de semaforización y alumbrado público inteligente que se ajusten a la luz natural y la presencia de personas, reduciendo el consumo energético, cargadores para vehículos eléctricos integrados en el mobiliario urbano, facilitando la transición hacia una movilidad eléctrica, plataformas digitales que proporcionen información en tiempo real sobre el transporte público, la disponibilidad de bicicletas compartidas, etc.

Emiliano Espasandin, urbanista y socio de Palo Arquitectura, explica que la clave del diseño urbano de las calles está en pensarlas como E-UAS (superficies ecológicas urbanas y activas) y que “las calles en el futuro, principalmente en centros urbanos, no serán lugares solo para moverse —como son actualmente— sino para ‘estar’. De esta forma, pasan a tener otros significados y podrían reclamarse nuevas funciones y actividades que posibiliten la necesidad de tener otro tipo de visiones y usos sobre ese espacio.

Al cambiar la visión sobre la superficie, pensándola más allá de la movilidad, pueden pensarse funciones comerciales, culturales y ecológicas; siendo además un lugar de encuentro entre las personas que de vida a la ciudad”.

El futuro apela a más espacios de convivencia para las personas en las ciudadesIgnacio Sánchez

La calle tiene una función urbana elemental: recuperar ese lugar donde los vecinos se encuentran, donde los niños juegan, donde generamos relaciones sociales que perduran. Desde Jane Jacobs, pasando por Jan Gehl, Jeff Speck y un centenar de autores urbanos se ha demostrado los efectos positivos que genera el ‘tener más personas en la calle’ y la mixtura de usos del suelo en la salud, el bienestar personal y la seguridad.

Las “superillas o supermanzadas” de Barcelona, la transformación de Times Square de New York y la prohibición de circulación de los vehículos a lo largo de las calles paralelas al rio Sena en Paris son algunos ejemplos de una tendencia urbana cada vez más latente: recuperar las calles para devolver este espacio público a las personas. O sea, transitar de diseños urbanos centrados en el automóvil (car centric) a enfoques centrados en las personas (people-centered).

Esta marcada tendencia se une los exponenciales usos de diversas tecnologías aplicadas en la gestión urbana que permite desde sistemas de gestión de tráfico inteligente que optimizan el flujo vehicular y peatonal, aplicaciones de movilidad compartida como scooters eléctricos, bicicletas y carpooling, plataformas de transporte público que ofrecen información en tiempo real sobre horarios y rutas, hasta el uso de vehículos autónomos que prometen revolucionar el transporte urbano.

En el futuro, veremos cómo ambas tendencias se fusionan e inspiran a otras ciudades a buscar soluciones innovadoras para reconceptualizar la calle y rebalancear las funciones que cumple en la vida urbana.

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