El héroe que rescató al Abierto de Australia y lo transformó en el Grand Slam que ningún campeón se quiere perder

El primer Grand Slam se quedó corto en el homenaje. Una cancha, la tercera en importancia de ese complejo ultramoderno que es Melbourne Park, lleva su nombre. Suena a poco porque John Cain fue nada menos que el principal responsable de que Australia no perdiera su estatus de Grand Slam.

Cain gobernó el estado de Victoria -su capital es Melbourne- entre 1982 y 1990. En vida (murió en diciembre de 2019) pudo ver con sus propios ojos lo que su iniciativa y su visión de futuro, aún enfrentándose a las durísimas críticas de la oposición, derivaron en un torneo que en muchos aspectos supera a Roland Garros, Wimbledon y Flushing Meadows.

A fines de los 70, Australia no se parecía a un Grand Slam. Además, el enorme legado del tenis de ese país había perdido su fuerza en el circuito. En 1978 el francés Philippe Chatrier, presidente de la Federación Internacional de Tenis, se reunió con Brian Tobin, titular de la federación australiana, para buscarle una solución al problema. Chatrier sabía por donde venía el peligro: el estadounidense Butch Buchholz diseñaba, con su enorme poder económico, un torneo de dos semanas en Florida. En definitiva, Buchholz pretendía que su torneo desplazara a Australia.

Chatrier y Tobin acordaron que el grave problema de Australia era su fecha inadecuada: jugar a fines de diciembre, en plenas Fiestas y como cierre de la temporada, suponía un esfuerzo adicional para los mejores tenistas extranjeros.

Manolo Santana y Jan Kodes nunca jugaron el torneo, Ilie Nastase lo hizo sólo una vez y ya con 35 años, Manuel Orantes, Adriano Panatta y Bjorn Borg también lo hicieron en apenas una edición y Jimmy Connors apenas lo jugó dos veces. Lo de las mujeres era diferente: el calendario era distinto, no había tanto dinero para ellas y no tenían más alternativa que jugar.

Para intentar revertir la situación se necesitaba una medida drástica. El punto de partida era que el Masters masculino dejara su fecha de principios de enero para cerrar el año tenístico en noviembre y que Australia tomara su lugar para prácticamente iniciar el año. No era una idea sencilla de gestionar por los contratos firmados. Para rematar la serie de inconvenientes, Kooyong -donde Guillermo Vilas ganó dos veces Australia- ya era viejo e incómodo.

Fue ahí cuando Tobin pidió reunirse con Cain, quien lo escuchó. Y se entusiasmó con la idea de una construcción importante en Flinders Park, junto al río Yarra, en terrenos estatales. Cain asumió los riesgos políticos de una inversión de 100 millones de dólares con una financiación a 25 años. La oposición se puso en contra de la idea. El gobernador buscó aliados. Y los encontró en Neil Nipper Trezise, el ministro de Deportes, y en Peter McNamara, en representación de los jugadores australianos.

Las obras de lo que hoy es Melbourne Park comenzaron en 1985. El 11 de enero de 1988 se jugó el primer partido del cuadro principal de Australia en el nuevo escenario. Ningún campeón se perdió la cita. El Grand Slam australiano volvía a gozar de muy buena salud…

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