Uno de cada cuatro argentinos es emprendedor, pero exportar les resulta muy complicado

CÓRDOBA.- Casi uno de cada cuatro argentinos es emprendedor, según datos del Global Entrepreneurship Monitor. La economía del conocimiento, el desarrollo de software, las industrias creativas y las finanzas, fueron los sectores con mayor cantidad en los últimos años conforme a un trabajo de la Asociación de Emprendedores de Argentina, que añade que la mayoría se fondea con recursos propios. Ese universo tiene una alta tasa de mortalidad ya que entre siete y ocho de cada diez deja de existir antes de cumplir ocho años y, además, cuenta con una muy mínima proporción -no está cuantificada por las entidades que los reúnen- que exporta de manera continua.

Las iniciativas relacionadas a la economía del conocimiento son las que más inserción internacional tienen por ser más competitivas en términos de costos y por no tener que lidiar con un aspecto clave como es, por ejemplo, la logística. Los expertos consultados por LA NACION subrayan que tener la voluntad de salir al mundo no alcanza, sino que hay que trazar una estrategia, diseñar un plan. Eso no implica, de ninguna manera, una restricción por tamaño, incluso un emprendimiento que nació como de autoempleo puede internacionalizarse pero conociendo las posibilidades y los riesgos.

La consultora Yanina Lojo como primer punto repasa que los emprendedores tienen que saber que cuentan con una herramienta específica como es el Exporta Simple, que está vigente desde 2017. Enfatiza que es “de mucha utilidad” para el pequeño empresario que nunca mandó nada al exterior. Es una plataforma en la que se puede cargar el producto y saber el valor FOB, ya que cuenta con una calculadora que implica cómo estimarlo. Además, permite cotizar el envío en distintos operadores, entre los que se puede elegir y, desde el mismo portal, “se hacen todos los documentos”.

“También está previsto un régimen cambiario especial ya que permite un plazo mayor para cobrar las exportaciones -añade-. Es una herramienta que desmitifica el proceso de exportar y, además, no se pierde el beneficio del reintegro que es un incentivo para salir al mundo. No se requiere nada especial; solo tener clave fiscal nivel 3″. El Exporta Simple permite operaciones de hasta US$15.000 sin límite de peso y hasta US$600.000 en el año.

Toda la logística de las exportaciones por Exporta Simple es exclusivamente por la vía aérea, por lo que distintas cámaras empresarias de Pymes y MiPymes vienen planteando la necesidad de ampliar el régimen a las vías terrestres, fluvial y marítima para abaratar costos.

No existe una cantidad máxima de productos a exportar, pero el envío no debe exceder el peso, medidas y valores establecidos. Se brinda un servicio logístico integrado, desde cualquier punto del país a cualquier parte del mundo. Hay que tener en cuenta que se puede elegir entre dos tipos de servicios a contratar: puerta-puerta y puerta-aeropuerto. En el segundo caso, puede existir un costo extra, el que debe ser informado por el operador.

En el 2021 se puso en marcha una simplificación en la confección de la factura de venta al exterior que es gestionada por el propio exportador y ya no por el operador logístico. También, desde entonces, se integró el portal Exporta Simple con los sistemas de Afip, permitiendo realizar el seguimiento de las operaciones desde la generación del DES hasta el cobro de los reintegros.

También está vigente el Régimen Simplificado Opcional de Exportación, que empezó como un régimen de exportación por aduanas de fronteras, pero luego se extendió y generalizó para todas las aduanas del país, permite a las pequeñas y medianas empresas hacer sus operaciones simplificando la declaración aduanera, tramitando la operatoria y transportando las mercaderías por sí hasta el punto de frontera, sin recurrir a un despachante de aduana o a una empresa de transporte internacional (salvo que vaya acompañada la exportación con un Tránsito de Exportación), con lo que disminuyen los costos. El valor FOB, FOR o FOT no puede superar los US$3500 y el tope mensual es de US$70.000.

Natalia Yubel, directora de Promoción del Desarrollo Emprendedor de Córdoba, detalla que capacitan emprendedores con la agencia ProCórdoba porque detectaron las dificultades que tienen para salir al mundo: “Hacen algunos envíos con Exporta Simple pero discontinúan; enfrentan inconvenientes de diferentes tipos; muchos arrancan las tratativas pero no cierran. Les es muy complicado por eso pusimos en marcha el programa Be Global”.

El experto en comercio internacional Daniel Griboff plantea que los emprendedores deben “basarse menos en instintos y más en información; es sobre datos que se puede trabajar en la apertura de nuevos mercados”. Remarca que para lograr ese objetivo es necesario vincularse con empresas que están desarrollando negocios en esos destinos. Apunta, además, que hay que analizar aspectos que van desde lo que pueden ser “barreras” de ingreso -como las regulaciones o certificaciones exigidas- a “todo lo vinculado al marketing” (diseño, inscripción de marca).

“Vemos muchos casos en los que las ganas de avanzar hacen que se cierren negocios con productos que no son del todo competitivo -añade-. Pero no hay que perder de vista que cuando se crece se empieza a sofisticar todo. Hay que conocer los límites de cada uno; no todos pueden escalar”.

Elio Heinz, experto en Marketing Internacional e Internacionalización en el Instituto Superior de Comercio Exterior (ISCE) dependiente de la Cámara de Comercio Exterior de Córdoba, destaca que para los microemprendedores “todo es experiencia, también lo que se hace en el mercado externo”. En ese contexto sostiene que es clave que tengan “la capacidad para explorar, que puedan medir el riesgo que implica salir al mundo. Permitir aprender mucho más de su negocio al competir con otros; sirve para mejorar sus estrategias incluso en el mercado doméstico. A lo mejor no le ayuda a crecer en volumen, pero sí es muy útil para el desarrollo empresarial”.

Para el especialista los mercados cercanos son muy útiles para las primeras operaciones. Menciona, por ejemplo, que Chile permite “medir fuerzas” por su economía abierta a la vez que “ayuda a hacer futurología, ver qué pasaría en la Argentina si se abre, si se estabiliza”. De Uruguay y Paraguay, señala que son economías estables y muy parecidas culturalmente y, en el caso del “gigante” Brasil, grafica con que los tres Estados del sur son “equivalentes a una Argentina y tienen la ventaja de la cercanía”.

Para Heiz la participación en ferias especificas del sector al que pertenece el emprendimiento colabora con el aprendizaje: “Exportar es como participar en una carrera, hay que ir haciendo y midiendo. Hay mucha publicidad en redes indicando que vender afuera es fácil y no es así. Lo aconsejable es ir probando con una retroalimentación rápida”.

“Salir al mundo tiene que ser parte de la filosofía -dice Lojo-. Requiere de compromiso; saber que habrá golpes, que puede pasar mucho tiempo hasta que se abran las puertas. Hay que preguntarse si hay capacidad para abastecer la demanda, si son necesarias las adaptaciones del producto o servicio y qué impacto podrían tener en la estructura de costos”. Coincide en que empezar por los mercados vecinos es siempre lo más conveniente y remarca que no hay que olvidar que el comercio “se hace entre humanos; hay que interactuar, establecer vínculos”. Sobre las ferias, entiende que la promoción es “buena, pero no implica que se participa y se regresa con un pedido abajo del brazo. Es bueno salir al mundo ver, conocer”.

El consultor Daniel Scandizzo ratifica la necesidad de armar una estrategia de internacionalización: “No se exporta ni por voluntad ni por anhelo”. Ese diseño debería incluir un análisis interno de capacidades y recursos (humanos, tecnológicos y financieros), el determinar si la propuesta es escalable “porque no se exporta una vez y después se abandona”. Reitera que se deben investigar los mercados potenciales para conocer desde el tamaño hasta las exigencias de habilitaciones y certificaciones; resolver qué canales de venta se usarán (directos o a través de instituciones) y estudiar qué alianzas pueden servir.

“Hay que invertir, asesorarse -continúa-. Buscar financiamiento para encarar las acciones necesarias. No se puede improvisar; exportar es un emprendimiento dentro del emprendimiento y hay que estructurarlo”.

Bedson es un laboratorio fundado hace casi 45 años que hoy exporta vacunas, fármacos y aditivos alimentarios para salud y bienestar animal a unos 50 países. Nació de la mano de Arnaldo Colusi, médico veterinario, su esposa Alicia Romero y Omar Romano, quienes compraron un local en La Lonja (Pilar, Buenos Aires) y empezaron desarrollando la primera vacuna contra la salmonella aviar.

“Arrancaron como un laboratorio biológico de vacunas -cuenta Eugenio Colusi, hijo del fundador y vicepresidente de la empresa-. Fiel a su espíritu innovador mi padre diseñó después un antibiótico de amplio espectro que no deja residuos en la carne animal; lo hizo en base a la fosfomicina que no se había usado nunca para animales. Revolucionó la industria a punto de ser un caso de estudio en el mundo. Entonces dejaron de hacer vacunas y se volcaron a los fármacos; desarrollaron hepato moduladores que permitían animales de más kilos con la misma comida. Esas líneas son todavía las bases de nuestras exportaciones”.

Colusi señala que los fundadores comenzaron “viajando mucho; desde el inicio tuvieron la visión global. Comenzaron con los países limítrofes, después Sudamérica, Centroamérica, Europa y Medio Oriente. Seguimos apostando a las relaciones de largo plazo. Lo virtual es una herramienta pero no la fundamental”. En el 2000 la empresa comenzó su profesionalización en un sector altamente competitivo y regulado en el mundo. La Pyme invierte alrededor del 10% de su presupuesto en I+D. “Nos asociamos con centros de investigación, con universidades; hacemos mucho valor agregado -añade-. Cerramos convenios de distribución con empresas de otros lados, pero nuestra clave es tener tecnología e innovación propias”.

Román Baccifaba, CEO y cofundador de Dux Software (un software que simplifica la administración y automatiza las tareas de las empresas) admite que aunque “siempre” pensaron su empresa “bien global” salir al mundo no es simple. El emprendimiento nació en 2017 con un formato escalable; en la Argentina tienen casi 3.200 clientes y, en parte, por sus recomendaciones o presencia en otros países Dux opera en Uruguay, México y Chile.

“Tenemos que seguir explorando y explotando nuestra presencia en el exterior; hemos hecho capacitaciones para internacionalizarnos. En Uruguay la adaptación es más fácil por la idiosincrasia y la zona horaria; en México, además de ser un mercado más grande, hubo que hacer modificaciones por su régimen fiscal y por la nomenclatura que usan”, explica Baccifaba.

Pikias Ball, en Villa Ascasubi y Río Tercero (Córdoba), fabrica pelotas de fútbol y de handball cocidas a mano, cuenta con una línea inclusiva para ciegos y para personas con autismo y también las hace personalizadas. Su dueño, Guillermo González, es profesor de Educación Física y siempre arregló pelotas lo aprendió con su papá que también lo hacía y en pandemia decidió aprender a fabricarlas.

“Fue todo a prueba y error, enseñé a quienes nos cosen los productos -indica-. Estamos vendiendo en el mercado interno y mandamos muestras a Guatemala y a La Romana en República Dominicana, en ambos casos a través de contactos personales. Es complejo, estoy capacitándome con Córdoba Emprendora. Busqué los mejores materiales y hacemos el mejor proceso. Si llegamos a cerrar los envíos, es un paso increíble”.

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