El mundo abraza con entusiasmo la ola de la Inteligencia Artificial. Anidada en aplicaciones móviles y en los buscadores, desde los más chicos hasta los profesionales la han incorporado a la rutina diaria. La IA llegó para quedarse.
Casi mágicamente, todas las respuestas que uno pueda imaginar están allí… pero ¿dónde exactamente? Estos bots tan predispuestos a brindar la respuesta y solución perfectas “viven” en centros de datos. Lo que parece tan liviano como el viento, en realidad es una enorme infraestructura que gasta enormes cantidades de energía. ¿Cuánta? Mucha.
La información la publicó Fortune esta semana, y viene del informe Carbon Footprint of AI Tools de KnownHost, una empresa que ofrece servicios web. Dice a modo de ejemplo que “el uso de Chat Gpt produce por mes 260.930 kilos de CO2”, lo que equivale a “las emisiones de carbono de 260 vuelos entre Nueva York y Londres”.
Con lo cual podemos llegar a la conclusión de que Chat Gpt (o sus pares, para el caso) es una herramienta contaminante. Lo que nos lleva a otra conclusión: ni siquiera la Inteligencia Artificial puede resolver el problema del calentamiento global.
Antes de despedirse de la Casa Blanca, el presidente Joe Biden, consciente del problema, firmó un decreto por el cual establece que las herramientas de IA deben usar “energías limpias”.
Estados Unidos, según la nota de Fortune, alberga el 33 por ciento de los centros de datos del mundo.
La llegada de un Donald Trump -recargado y agresivo con la firma de un “vendaval” de decretos– viene a agitar el incendio: no sólo firmó una orden ejecutiva que saca (otra vez) a Estados Unidos del Acuerdo de París -un pacto mundial que prevé, justamente, reducir las emisiones de carbono- sino que borró de un golpe el mandato de Biden de impulsar la transición verde.
Pocas horas después de asumir, Trump puso fin a la política de su antecesor que establecía, por ejemplo, el objetivo de que el 50 por ciento de vehículos nuevos sean eléctricos para el 2030.
Trump también prevé la producción de más energía. Decretó un estado de emergencia para impulsar la producción de hidrocarburos a pesar de que Estados Unidos ya es el primer productor mundial.
La inversión mega millonaria en IA estará a cargo de tres empresas de relevancia en el rubro y se desarrollará en un plazo de cuatro años.
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