Manchester City caminó por la cornisa, pero se salvó del papelón ante Brujas y jugará el repechaje de la Champions League contra un gigante
La celebración de Pep Guardiola lo dijo todo. Golpeó con furia una caja de bebidas cuando su equipo, tras empezar perdiendo, dio vuelta el partido ante Brujas. Era la imagen de la frustración saliendo de su cuerpo, del sufrimiento que padece, del miedo a quedar fuera por primera vez en su carrera antes de la fase de eliminación directa. Pero el City sobrevivió. Pese a todo, pese a rondar la eliminación y pese a jugar durante 45 minutos como si no fuera un partido a vida o muerte. Y enfrentará en el repechaje a Real Madrid o Bayern Múnich.
Se dedicó toda la primera parte a esa parte del juego de Guardiola que desespera a unos y da argumentos en su contra a otros: pasar la pelota en las inmediaciones del área a la espera de un error rival o de un pase filtrado de alguno de sus mediocampistas que pongan a Haaland de cara al gol.
Sin embargo, el equipo inglés no atraviesa su mejor momento y últimamente parece que acaba siempre cayendo en centros laterales innecesarios y se desprotege completamente atrás al acumular y acumular jugadores en terreno rival. Sin mediocampistas rápidos ni laterales que corrijan, el City queda expuesto y el Brujas, sin ser la Holanda del 74′, lo aprovecha.
Jutglá, producto de la cantera del Espanyol, rompió con una facilidad pasmosa al lateral de emergencia Matheus Nunes, acordándose Guardiola de la marcha de Kyle Walker al fútbol italiano, y el español puso un pase atrás que remató Onyedika mientras Kovacic le perseguía a metros de distancia. El tanto, justo antes del descanso, heló al ya de por sí gélido público del Etihad, y Guardiola, tras el paso por vestuarios, exhibió unos arañazos en la cabeza, fruto de la frustración de otra noche horrible.
Sin embargo, el vuelco del City en la segunda parte funcionó gracias a la verticalidad y desborde de Savinho, que sustituyó a Gündogan al descanso.
Kovacic, que para corregir atrás no es del todo confiable, lo que sí tiene es llegada y más si el Brujas le pone la alfombra roja. Nadie le entró en una conducción por el carril del ’10’ y su cómodo disparo fue a la red, comenzando la remontada del City.
El gol llegó en el comienzo del complemento y no hubo que esperar mucho para que Savinho sacudiera la modorra de sus compañeros. Primero, con un pase por dentro para Gvardiol, cuyo centro mandó dentro de su propio arco Joel Ordóñez; después, un control orientado, regate y definición delante de Mignolet.
Guardiola, que ya con el 2-1 celebraba a golpes con una caja de bebidas, ahora sí se dirigía a la grada con una sonrisa. Su dolor, al menos durante un día, pasó. El Brujas también lo celebró porque se llevó el último billete a los dieciseisavos de final.
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