WASHINGTON.- Un avión de American Airlines con 60 pasajeros y cuatro tripulantes a bordo chocó el miércoles con un helicóptero del Ejército cuando estaba por aterrizar en el Aeropuerto Nacional Ronald Reagan, cerca de Washington, y varias personas murieron.
Los accidentes mortales de aviones comerciales en Estados Unidos se han convertido en algo poco frecuente. El accidente más mortífero de los últimos tiempos se produjo en 2009 cerca de Buffalo, Nueva York. Los 45 pasajeros y los cuatro miembros de la tripulación murieron cuando el avión de hélice Bombardier DHC-8 se estrelló contra una casa. También murió una persona que se encontraba en tierra.
El miércoles, el avión bimotor Bombardier CRJ-701 y el UH-60 Blackhawk colisionaron sobre el río Potomac y el avión cayó al agua. En 1982, un vuelo de Air Florida se estrelló en el Potomac y murieron 78 personas.
Estos son algunos de los accidentes de aviones comerciales más letales en los EE. UU. desde el desastre de Air Florida, según informes de la Junta Nacional de Seguridad del Transporte:
Un avión de Colgan Air se estrelló cerca de Buffalo, Nueva York, y murieron todos los ocupantes del avión de hélice Bombardier DHC-8, incluidos 45 pasajeros, dos pilotos y dos auxiliares de vuelo. Otra persona que estaba en tierra también murió, lo que eleva el total de muertos a 50.
El vuelo 5191 de Comair se estrelló el 27 de agosto de 2006 en Lexington, Kentucky, tras despegar por error desde una pista demasiado corta. El Bombardier CRJ-100 no logró ganar suficiente velocidad y se salió del final de la pista, estrellándose en un campo cercano y explotando. Murieron 47 pasajeros y dos tripulantes, mientras que el copiloto fue el único sobreviviente. La investigación atribuyó el accidente a un error de los pilotos, lo que llevó a reforzar los protocolos de verificación de pistas en aeropuertos con configuraciones complejas.
El vuelo 587 de American Airlines se estrelló el 12 de noviembre de 2001 en Belle Harbor, Nueva York, poco después de despegar de JFK rumbo a Santo Domingo. El Airbus A300 perdió el estabilizador vertical tras una turbulencia, debido a maniobras excesivas del copiloto en el timón. La aeronave cayó sobre una zona residencial, matando a 260 personas a bordo y cinco en tierra. Aunque inicialmente se temió un atentado, la investigación concluyó que la causa fue un error en el manejo de los controles de vuelo, lo que llevó a cambios en el entrenamiento de pilotos.
Lejos de haber sido un accidente, casi 3000 personas murieron cuando 19 terroristas de Al Qaeda tomaron el control de cuatro aviones comerciales de American Airlines, dos de los cuales se estrellaron contra el World Trade Center de Nueva York, un tercero contra el Pentágono en Arlington, Virginia, y el cuarto contra un campo en el oeste de Pensilvania. Sigue siendo el ataque terrorista más mortífero de la historia.
El vuelo 261 de Alaska Airlines se estrelló el 31 de enero de 2000 en el océano Pacífico, cerca de la isla Anacapa, California, cuando la aeronave, un McDonnell Douglas MD-83, perdió el control durante una falla en el sistema de estabilización. La causa principal fue un mal funcionamiento en el sistema de elevación, lo que provocó que el avión se cayera en picado. Murieron las 83 personas a bordo, incluidos los cinco miembros de la tripulación. El accidente llevó a una revisión de los procedimientos de mantenimiento y las normas de seguridad para prevenir fallas similares en el futuro.
Un vuelo de Trans World Airlines se estrelló en el océano Atlántico cerca de East Moriches, Nueva York, en su camino a París, Francia. Las 230 personas que iban a bordo murieron y el avión quedó destruido.
El vuelo 592 de ValuJet Airlines se estrelló el 11 de mayo de 1996 en los Everglades, unos 10 minutos después de despegar del Aeropuerto Internacional de Miami. El avión, un McDonnell Douglas DC-9, sufrió un incendio en la bodega debido a la mala manipulación de los materiales peligrosos, lo que provocó una pérdida de control y el colapso de la aeronave. Murieron los 105 pasajeros y cinco miembros de la tripulación, y la tragedia llevó a una revisión exhaustiva de las normas de seguridad para el transporte de mercancías peligrosas y el mantenimiento de aeronaves.
El vuelo 4184 de American Eagle se estrelló el 31 de octubre de 1994 cerca de Roselawn, Indiana, durante un intento de aterrizaje en condiciones de mal tiempo. La aeronave, un ATR 72, perdió el control debido a la formación de hielo en sus alas, lo que afectó su capacidad de vuelo. A pesar de los esfuerzos de la tripulación para recuperarse, el avión se desplomó, matando a 64 pasajeros y cuatro miembros de la tripulación. La tragedia destacó la necesidad de mejorar las prácticas de manejo de hielo y el entrenamiento de pilotos para volar en condiciones meteorológicas adversas.
El vuelo 427 de USAir se estrelló el 8 de septiembre de 1994 mientras intentaba aterrizar en el Aeropuerto Internacional de Pittsburgh. La aeronave, un Boeing 737, sufrió una pérdida repentina de control debido a un fallo en el sistema de dirección del timón, lo que llevó a un impacto fatal. Murieron 127 pasajeros y cinco miembros de la tripulación, y el avión quedó completamente destruido por el impacto y el incendio posterior. El accidente generó reformas en los sistemas de control y el entrenamiento de pilotos para prevenir incidentes similares.
El vuelo 232 de United Airlines se estrelló el 19 de julio de 1989 en Sioux City, Iowa, cuando sufrió una falla en el motor durante un intento de aterrizaje de emergencia. El avión, un DC-10, perdió el control tras la explosión de uno de sus motores, lo que dificultó la maniobrabilidad. 110 personas, incluidos 110 pasajeros y un miembro de la tripulación, murieron en el accidente, aunque algunos sobrevivieron gracias a la rápida intervención de los rescatistas. La tragedia llevó a mejoras en las prácticas de entrenamiento de emergencia y en los procedimientos de control de fallas mecánicas.
El vuelo 255 de Northwest Airlines se estrelló el 16 de agosto de 1987 poco después de despegar en Romulus, Michigan, debido a un error en la configuración de los flaps. El avión, un McDonnell Douglas MD-82, colisionó contra postes de luz y una instalación de alquiler de coches, matando a 148 personas a bordo, incluidos 148 pasajeros y seis miembros de la tripulación. La tragedia impulsó mejoras en los procedimientos de verificación previos al despegue.
El vuelo 191 de Delta Airlines se estrelló el 2 de agosto de 1985 mientras se aproximaba para aterrizar en el Aeropuerto Internacional Dallas Fort Worth, durante una tormenta eléctrica. El avión, un DC-10, sufrió una pérdida de control debido a turbulencia severa, chocando contra un automóvil y dos tanques de agua cerca del aeropuerto. 134 personas, incluidos 128 pasajeros y seis miembros de la tripulación, murieron en el accidente. La tragedia llevó a revisar los procedimientos de vuelo durante condiciones meteorológicas adversas.
El vuelo 759 de Pan American World Airways se estrelló el 9 de julio de 1982, poco después de despegar del Aeropuerto Internacional de Nueva Orleans, cuando sufrió una falla en el motor. El avión, un Boeing 727, perdió el control y chocó contra árboles y casas cercanas. 145 personas a bordo perdieron la vida en el accidente. La tragedia destacó la necesidad de revisar los procedimientos de mantenimiento y las respuestas ante fallas en motores.
No es la primera vez que un avión se estrella sobre el río Potomac, en Washington, como ha ocurrido este miércoles tras el choque con un helicóptero. La anterior sucedió en otro enero, el de 1982, cuando un vuelo de Air Florida despegó del aeropuerto de la ciudad en medio de una gran tempestad de nieve. El Boeing 737-222 no logró ganar altitud debido a la acumulación de hielo en las alas y errores en el procedimiento de deshielo.
Chocó contra un puente antes de caer al agua, dejando 74 muertos entre pasajeros y tripulación. Solo cinco personas sobrevivieron, gracias a un dramático rescate. La tragedia llevó a mejoras en los protocolos de deshielo y seguridad aérea.
Agencia AP y diario El País
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