Trump confirmó que no hay sobrevivientes en el choque aéreo: “Esta es una tragedia que no debería haber sucedido”
WASHINGTON.- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó este jueves en una conferencia de prensa en la Casa Blanca que el choque entre un helicóptero militar y un avión comercial cerca de Washington no dejó sobrevivientes, y pareció responsabilizar por la tragedia, sin brindar evidencias, a las políticas de diversidad e inclusión impulsadas por los demócratas para la contratación de personal, incluidos los controladores aéreos, y a las maniobras de los pilotos del helicóptero.
“Lamentablemente, no hay sobrevivientes”, dijo Trump en una declaración ante una sala de prensa atestada de periodistas en la Casa Blanca. “Esta fue una noche oscura y terrible en la capital de nuestra nación y en la historia de nuestra nación, y una tragedia de proporciones terribles. Estamos de luto”, afirmó el mandatario, quien más tarde remarcó: “Esta es una tragedia que no debería haber sucedido”.
Trump dijo que todas las agencias del gobierno federal involucradas en el control del espacio aéreo llevarán a cabo una “investigación exhaustiva” para dilucidar qué ocurrió. El Pentágono también estará involucrado en las pesquisas. Pero el presidente se adelantó y, fiel a su estilo, ofreció un primer análisis de los motivos del accidente: Trump cargó contra los demócratas –mencionó a los expresidentes Barack Obama y Joe Biden– y las políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) en la contratación de controladores aéreos. Un periodista le preguntó cómo había llegado a esa conclusión.
“Porque tengo sentido común, ¿de acuerdo?“, respondió el presidente. ”Y, lamentablemente, mucha gente no lo tiene. Queremos que gente brillante haga esto. Esto es un juego de ajedrez al más alto nivel cuando tenés 60 aviones llegando en poco tiempo”, continuó.
Trump también pareció responsabilizar a los pilotos del helicóptero Black Hawk al indicar que tenían visibilidad y el helicóptero “estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado”.
“Teníamos una situación en la que teníamos un helicóptero que tenía la capacidad de detenerse, yo tengo helicópteros, podés detener un helicóptero muy rápidamente, tenía la capacidad de subir o bajar. Tenía la capacidad de girar. Y el giro que hizo no fue el correcto, obviamente”, comenzó a describir el mandatario.
“Podría haber disminuido la velocidad considerablemente. Podría haber frenado el helicóptero. Podría haber subido, podría haber bajado. Podría haber ido directamente hacia arriba, directamente hacia abajo. Podrías haber girado, podrías haber hecho un millón de maniobras diferentes, por alguna razón simplemente siguió adelante, y luego hizo un ligero giro al final, y para ese momento ya era demasiado tarde”, elaboró.
“El helicóptero obviamente estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado y ocurrió una tragedia”, afirmó.
El flamante secretario de Defensa, Pete Hegseth, abonó esa misma teoría al afirmar después: “Trágicamente, anoche se cometió un error. Creo que el presidente tiene razón. Hubo algún tipo de problema de elevación que comenzamos a investigar de inmediato”.
Un silencio atronador llenaba un aeropuerto vacío, despojado del bullicio y las largas filas habituales. El enjambre del tráfico diario también había desaparecido, y en cambio se veían muchos patrulleros y policías. La pista donde todos los días se ve una larga hilera de aviones esperando su turno para despegar estaba despejada. Y apenas un puñado de aviones aguardaban estacionados en las mangas su turno para despegar.
El Aeropuerto Nacional Ronald Reagan –“DCA” o “National”, como se lo suele llamar en Washington– amaneció trastocado, paralizado y conmocionado por el trágico accidente que ocurrió anoche cuando el vuelo 5342 de American Airlines con 60 pasajeros y cuatro tripulantes a bordo procedente de Wichita, Kansas, chocó con un helicóptero del Ejército modelo Black Hawk.
Más allá de la pista de aterrizaje, en una mañana fría y con cielo despejado, se podía divisar a dos barcos y otras embarcaciones que trabajaban en el operativo de recuperación de los cuerpos de las víctimas en las aguas heladas del río Potomac. Las autoridades habían recuperado 28 cuerpos, y no esperaban encontrar sobrevivientes.
“A esta altura no pensamos que haya sobrevivientes”, dijo el jefe de bomberos de Washington, John Donnelly en una conferencia de prensa en el aeropuerto Ronald Reagan. “En este momento estamos pasando de una operación de rescate a una operación de recuperación” de los cuerpos, agregó.
El vuelo 5342 de American Airlines había partido de la ciudad de Wichita, en el estado de Kansas, y había comenzado sus maniobras de aproximación al aeropuerto de la capital de Estados Unidos cuando chocó contra el helicóptero. La aeronave era un jet regional modelo Bombardier CRJ700 de PSA Airlines, operado por American Airlines. El accidente, sobre el cual las autoridades aún no han brindado una explicación convincente, fue el peor desastre aéreo en casi 24 años.
En noviembre de 2001, el vuelo 587 de American Airlines, un Airbus A300, se estrelló poco después de despegar del Aeropuerto Internacional John F. Kennedy de Nueva York con destino a la República Dominicana. Los 260 pasajeros murieron, junto con otras cinco fallecieron en tierra en Queens.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, dijo que el helicóptero Black Hawk estaba realizando un vuelo de “evaluación nocturna anual obligatoria”. y que estaba siendo pilotado por “una tripulación bastante experimentada” que además operaba con las gafas reglamentarias para visión nocturna.
Hegseth dijo que el helicóptero, UH-60 Black Hawk, volaba desde Fort Belvoir, Virginia, y que su unidad, el 12º Batallón de Aviación, se sometería a “una pausa operativa de 48 horas en misión de contingencia” para evaluar el desastre. Un equipo de investigación de aviación de alto nivel del Ejército había llegado a Washington para participar de la investigación del accidente.
El aeropuerto Reagan comenzaba a reabrir lentamente sus operaciones cerca de este mediodía, con filas que comienzan a formarse en los mostradores de boletos y viajeros que pasan caminando con sus maletas. Se esperaba que los vuelos están programados para reanudarse alrededor de las 11 a.m., hora del este.
Esta mañana, las pantallas del aeropuerto Reagan mostraban casi todos los vuelos cancelados, excepto por algo más de una docena de aviones que tenían previsto despegar. Steve se aprestaba a sacar su tarjeta de embarque para abordar un vuelo de Delta a Minneapolis, donde luego tenía previsto tomar otro avión a Des Moines, Iowa.
“Mi destino final es Des Moines, Iowa, pasando por Minneapolis. Mi vuelo inicial fue cancelado esta mañana. Volví a reservar con otra aerolínea y, hasta ahora, no está cancelado, sale a las 11.55”, dijo a LA NACION. “Anoche fue desgarrador, pero, sí, ya sabes, supongo que tengo que volver a casa”, agregó.
“Es trágico. Seguro que parece evitable. ¿Sabes? Creo que fue algo así, esa tormenta perfecta de actividad donde, ya sabes, me cuesta poner junto todo lo que he oído, si el helicóptero sabía del avión y podía verlo visualmente, ¿por qué no se desvió?”, se preguntó.
Esa era la pregunta latente en el aire y en mente de todos, a la espera de una explicación para una tragedia que parecía haber podido ser evitada.
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