Las métricas del GPS, el nuevo petróleo del fútbol: por qué son vitales en el mercado y el caso paradigmático de Alexis Mac Allister

Videos con los goles, compactos de jugadas y también datos. Datos duros, certeros y precisos; con mapa de calor, autonomía aeróbica, recuperación cardíaca, fatiga muscular y cualquier otra interpretación que surja del historial de mediciones que captura el GPS. Un perfil de futbolista ya no está completo sin esa información.

El ‘top’ que utilizan los futbolistas para captar las métricas. Foto Marcelo Carroll – CLARIN

Existe un caso paradigmático. Cuando Brighton vino a Buenos Aires para llevarse a Alexis Mac Allister, el presidente de Argentinos Juniors, Cristian Malaspina, vio cómo se le escurría la venta, que parecía un hecho hasta que los ingleses accedieron a las métricas del mediocampista. Le explicaron que el chico cumplía con todos los requerimientos para ser uno de los internos en sus sistema de juego, excepto por las métricas: no llegaban al mínimo que la dirección deportiva recomendaba.

Así se dio el paso previo por Boca: el club inglés lo compraría si se cumplía una meta, que no era ni la cantidad de partidos o minutos jugados, goles esperados o precisión de los pases. Para pasar a la Premier League, Mac Allister debía mejorar los kilómetros recorridos en su mapa de calor. Recién en 2020 hizo las valijas rumbo a lo, ahora, conocido. Figura de Liverpool y de la Selección Argentina campeona del mundo y bicampeona de América.

“El dato es el petróleo del fútbol”, confirmó oportunamente Nicolas Evans, Head of Football Research and Standards de la FIFA, en una entrevista a Nicolás Rotnitzky en el portal especializado BigData Sports. ¿De dónde salen esos datos? Los genera el futbolista, los recopila un GPS y lo analiza y conjuga con imágenes un equipo especializado del cuerpo técnico.

Alexis Mac Allister debió mejorar sus métricas para pasar a la Premier League. Alexis Mac Allister debió mejorar sus métricas para pasar a la Premier League.

¿Y dónde están los GPS? La imagen se puede repetir en cualquier partido de Primera División: cuando algún jugador se saca la camiseta parece tener debajo un top de lycra. Todos lo llevan puesto ¿Qué es? El chaleco que sujeta ese dispositivo que puede valer entre 200 y 1.000 dólares y que todos llevan en la espalda. Es un GPS homologado por la FIFA que registra cada movimiento y acumula una serie de datos que son interpretados en tiempo real durante un partido.

Pero el futuro llegó hace rato y el GPS ya no es lo que más se usa en Europa. Lo último es el trackeo óptico -con las cámaras tomando de manera cenital todo el perímetros de juego- y el LPS: Local Position System, según las siglas en inglés, que achica el margen de error de 30 al 10 por ciento del Global Positioning System (GPS) que lleva más de 20 años de desarrollo en el deporte. Lo que sigue son chips más chicos dentro de la camiseta.

Pero, ¿quien es el dueño de los datos, el jugador o del club? ¿Puede el futbolista negarse a utilizarlo? El trackeo óptico soluciona esa disyuntiva que FIFPRO, el sindicato de futbolistas a nivel mundial, trabajó para que cada jugador asista a su derecho de portar sus propios datos o volverlos absolutamente privados. En Misiones, por ejemplo, algunos clubes de la liga infantil ya los implementaron.

“Nosotros miramos los datos del GPS y el año pasado teníamos una medía de equipo, casi, de Primera Nacional en cuanto a kilómetros recorridos. No puede pasar, en el fútbol argentino corriendo se equiparan los partidos”, sintetizó en una entrevista con Código Banfield el director deportivo del club del Sur del GBA, Mariano Andújar.

Las métricas del Canalla al descubierto. Foto: Sebastian Granata Las métricas del Canalla al descubierto. Foto: Sebastian Granata

Los partidos que jugó Banfield en la presente temporada dan cuenta de los dichos del ex arquero: ahora el equipo, si bien es dirigido por otro entrenador (Ariel Broggi), tiene un desempeño muy distinto al que lo hizo terminar 2024 entre los peores de la tabla anual. Hubo un cambio de nombres, reducción de masa salarial y unas cuantas llegadas. Ninguna tiene apellido rutilante, pero sí con métricas -invisibles para los ojos de cualquiera y sobre todo de los hinchas- que empezaron a hacer la diferencia.

Los datos del GPS -y la capacidad para interpretarlos- se tornaron fundamentales a la hora encarar el mercado de pases: solo Boca y River tienen la billetera para concentrar más de la mitad del volumen de dinero que se movió en la ventana de transferencias veraniega. Al resto, le queda el ingenio… O las métricas que encierra el dispositivo que los futbolistas cargan, literalmente, en la espalda.

Existe, es cierto, entrenadores reticentes al uso de la tecnología. Néstor Gorosito es uno de los referentes de la vieja escuela que defiende a un fútbol con menos aplicaciones tecnológicas. “No necesito un GPS saber si un jugador está cansado. Si me da esa sensación, el GPS me lo va a confirmar, pero no me va a avisar que está cansado”, explicó Pipo en lo que constituye una verdad a medias. De momento, -la inteligencia artificial ya combina los datos duros que entrega el GPS-, la información solo sirve en un contexto. Sin la capacidad de interpretarlos, no tienen razón de ser.

La interpretación del historial de un jugador y sus mediciones otorgan parámetros fundamentales para la contratación: el GPS no va a arrojar un nombre para reforzar un plantel, pero los datos de un candidato pueden convertirlo en el elegido. El dinero se puede negociar, el rendimiento no.

Las GPS de la Selección de Bolivia gps, fundamentales para controlar el desempeño fisico de los jugadores en la altura. Foto MARCELO CARROLL  Las GPS de la Selección de Bolivia gps, fundamentales para controlar el desempeño fisico de los jugadores en la altura. Foto MARCELO CARROLL

Así lo sabe también Platense, que por haber concretado una serie de ventas impensadas años atrás inyectó el dinero en el último mercado de pases. “Los datos del GPS cuentan, sí. Tienen que estar en los niveles que los profes pretenden: para ellos son determinantes y pesan en la decisión, pero hay otros factores”, explica el presidente del club de Vicente López, Sebastián Ordóñez.

El método del Calamar incluye las métricas, pero también otros aspectos. La mira está puesta en futbolistas que hayan tenido un pico de desempeño y se encuentren por debajo, con el objetivo de intentar recuperarlo o superarlo. “No buscamos jugadores en su máximo rendimiento porque no tenemos el dinero para pagarlos”, le explica Ordoñez a Clarín, que en el último mercado de pases procuró bajar el rango etario del plantel.

“Boca y River no tienen problemas para comprar. El resto nos rebuscamos y en Platense les ofrecemos a los jugadores el entorno perfecto para relanzar su carrera y expandirse”, asegura el directivo que sabe que la vidriera de su club carga una nueva métrica para el próximo movimiento de pases.

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