El campo argentino enfrenta un 2025 con márgenes ajustados y una rentabilidad que sigue en tensión entre costos crecientes e ingresos que no siempre acompañan. Si bien la baja de retenciones anunciada por el Gobierno trajo cierto alivio, la suba de insumos, el costo de financiamiento y la cosecha golpeada por el clima mantienen la incertidumbre.
“Analizando lo que pasó desde el día en que empezamos a planificar la campaña 2024/25, en marzo del año pasado, si quisiéramos ponerle nombre sería ‘una montaña rusa’, con aumentos en los costos de insumos debido a factores como la universalización del Impuesto PAIS y la persistencia de los DEX, lo que deterioró el poder de compra de los granos”, explicó Alejo Ladaga, ingeniero agrónomo y asesor.
A mitad de año, la caída de los precios internacionales empeoró la relación insumo/producto, dejando márgenes negativos para soja y maíz, y neutros para trigo y soja de segunda. Sin embargo, en plena campaña, el maíz mostró una leve recuperación, y el trigo llegó a buenos valores en diciembre (US$230 por tonelada). “La que seguía complicada era la soja”, señaló Ladaga, aunque el fin del Impuesto PAIS y la reducción, aunque provisoria, de los DEX generaron una ventana de oportunidad.
Sin embargo, la soja se ubica como el cultivo con peor margen. Fernando Blasco, contador y productor agropecuario, explicó que, a pesar del leve repunte en su precio en las últimas semanas, existen otros cultivos más rentables. “Hubo una mejora de 280 a 300 dólares por tonelada, impulsada en parte por la baja de retenciones, pero no alcanzó para hacer una diferencia significativa”, sostuvo Blasco.
Más allá del precio de los granos, los costos de producción siguen en alza. El contador señaló al gasoil, los fertilizantes y las semillas como los insumos más caros. El mayor costo del combustible encarece el sistema desde la siembra hasta la cosecha.
“A esto se suma el efecto del crawling peg, que mantiene el dólar oficial bajo control. El problema es que nuestros costos suben en pesos, pero el valor del dólar crece a menor ritmo, lo que achica los márgenes”, agregó.
En este sentido, Ladaga informó que el impacto de los costos de producción en la rentabilidad ha sido considerable, sobre todo por la carga impositiva: “Mientras estuvo a full el impuesto PAIS, coincidió con el momento de compra del 90% de los insumos, lo que encareció la adquisición de fertilizantes en hasta 180 dólares por tonelada”. En su zona (centro de Buenos Aires), el maíz necesita 81 qq/ha y la soja 36 qq/ha para ser rentables, pero las condiciones climáticas de enero, con solo 25 mm de lluvia y temperaturas altas, afectaron el rendimiento. “Por suerte, febrero viene acompañando y todavía se puede salvar la ropa”, comentó.
La presión fiscal también es un factor determinante. Según datos de FADA, el 63% de la renta total se destina a impuestos nacionales, provinciales y municipales. “Las provincias deben revisar el aumento del inmobiliario y eliminar Ingresos Brutos, y los municipios dejar de inventar tasas”, sostuvo Ladaga. Además, señaló que la reducción de DEX anunciada por el Gobierno es insuficiente y genera incertidumbre por su carácter transitorio.
“La voracidad fiscal es terrible”, dijo Blasco, y continuó: “A diferencia de otros países, acá tenemos créditos en pesos que están por las nubes: todos arriba del 30% para compra de maquinaria o para capital de trabajo. También tenemos créditos en dólares para algunos sectores, como el de agricultura, que el productor es reacio a tomar. Y aún más: sectores como ganadería o lechería no tienen esta posibilidad de tomar dólares”.
De cara a la próxima campaña, el panorama es incierto: “Navegamos por un mar de incertidumbre y volatilidad”, dicen los especialistas. Factores como el stock mundial de soja, el clima en Sudamérica y el hemisferio norte, y los conflictos internacionales jugarán un rol clave. Para mejorar la rentabilidad, Ladaga insistió en que los productores deben ser más eficientes y el Gobierno acelerar la eliminación definitiva de los DEX.
A más largo plazo, destacó la necesidad de mejorar la infraestructura de rutas, ferrocarriles, hidrovía y conectividad. También que salgan del Congreso leyes que puede requerir el sector.
Por su parte, Blasco afirmó que espera que el Gobierno implemente medidas para aliviar la situación. “Las tres medidas que más ayudarían serían la eliminación de retenciones, la devolución del saldo técnico de IVA y la posibilidad de amortización acelerada de bienes de uso”, enfatizó.
A pesar de la incertidumbre, el campo sigue apostando a la producción. “El productor invierte porque no tiene otra opción: puede recortar en maquinaria o en algún gasto menor, pero en insumos y tecnología no puede escatimar porque impactaría en su rendimiento”, señaló Blasco.
Con la esperanza puesta en mejores condiciones climáticas y económicas, los productores seguirán sembrando, indicó. “El agro siempre mira hacia adelante. Aún con márgenes más ajustados, la esperanza no se pierde”, concluyó Blasco.
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