¿El fin del viejo orden mundial?


El viejo orden ha sido destruido este fin de semana por el presidente Donald Trump y su vice Vance con sus ataques a Europa, a la libertad de prensa , a su política migratoria, a la OTAN, y a sus unilaterales conversaciones con Rusia para frenar la guerra en Ucrania. Pero sin invitar a Kiev y a su presidente Volodimir Zelenski. El problema es que no se ha construido uno nuevo, con Trump acercándose a Vladimir Putin, el nuevo partner de este insólita nueva alianza, que ha dejado a Europa aislado y sin su seguridad, con el futuro de la OTAN comprometido.

Trump y Vance han destruido el viejo orden: ¿Cómo debería responder Europa? Este ataque ha dejado a la democracia europea tambaleándose, discutiendo un fortalecimiento de sus gastos de defensa y como defiende a Ucrania, cuando la Unión Europea no ha sido aceptada en las negociaciones de paz. La paz en Ucrania sin Zelenski y sin Europa, con el príncipe heredero Mohamed de Arabia Saudita de anfitrión, tras haber sido acusado por la CIA de haber ordenado el asesinato de un periodista opositor. Inimaginable.

El ataque del vicepresidente a los valores europeos marcó un realineamiento histórico. ¿Debe el continente buscar un acercamiento o seguir su propio camino?

La novedad son los autócratas que quieren redefinir el mundo contemporáneo. Pero nadie imaginaba que el presidente norteamericano y su numero dos encabezarían este caótico e inexplicable nuevo orden.

Una realidad peor

La idea era que las democracias liberales en Estados Unidos, Europa y Asia se mantendrían unidas, mientras que China, Rusia, Irán y Corea del Norte cooperarían cada vez más. Lo mostro el dictador norcoreano en la guerra en Ucrania al enviar tropas. Los pesimistas temían que el declive del multilateralismo diera paso a un “mundo multiorden”, en el que empezarían a agruparse autocracias con ideas afines, lo que dificultaría cada vez más la búsqueda de la paz y la prosperidad mundiales.

Rusia y Estados Unidos vuelven a los “cara a cara” desde que comenzó la guerra de Ucrania. Foto EFE

La realidad parece mucho peor. Los Estados Unidos de Donald Trump están subvirtiendo ahora la idea misma de la democracia liberal para socavarla, tanto en Estados Unidos como en Europa, de la mano de Vladimir Putin, con quien busca reconstruir un mundo en sus primeros 90 minutos de conversación telefónica.

En la conferencia de seguridad de Múnich, el vicepresidente estadounidense, J. D. Vance, acusó a Europa de abandonar los valores de la democracia al construir cortafuegos para excluir a la extrema derecha del gobierno, de temer a sus pueblos y de restringir la libertad de expresión. Esto se dirigió a un público principalmente europeo, que esperaba con impaciencia que Vance abordara las grandes cuestiones de seguridad de nuestro tiempo: desde Ucrania y Rusia hasta China y Oriente Medio.

El extraordinario ataque de Vance y su interferencia electoral en nombre del partido de extrema derecha Alternative für Deutschland en Alemania, a pocos días de una elección general (antes se había reunido con la colíder de la AfD, Alice Weidel), tienen poco que ver con la democracia. Más bien, estaba describiendo el proyecto Mega (Make Europe Great Again) en apoyo de la extrema derecha en toda Europa. El objetivo estratégico es claro: una Europa en la que la extrema derecha nacionalista esté fortalecida es una Europa dividida, mucho más fácil de subyugar por las potencias imperialistas, ya sean Estados Unidos, Rusia o China.

Si el objetivo de Trump es la neonazificación de Alemania, entonces eso se vincula con la rusificación de Ucrania, la primera bajo la bandera de la “libertad de expresión” y la segunda ,como una invocación del “sentido común”.

Una visión imperial del mundo

Trump y Putin comparten una visión imperial del mundo, que incluye una “paz” imperial para Ucrania. Es imperial porque será decidida –como en Yalta en 1945– por los imperios: Estados Unidos y Rusia, tal vez con la ayuda de China, pero sin Ucrania. También es imperial porque cede a las ambiciones imperialistas de Rusia de tener una esfera de influencia, que Trump comparte. Como lo demuestra su enfoque hacia Canadá, México, Panamá, Groenlandia y, de hecho, Europa en su conjunto.

Lo que también estamos aprendiendo es que, en lugar de un orden multilateral reformado, o incluso un mundo multiorden más caótico, estamos entrando en una fase en la que no hay orden en absoluto. Es un mundo en el que se sancionan los tribunales internacionales, se dinamitan las instituciones internacionales como la Corte Internacional de Justicia o se prohíbe el ingreso a Estados Unidos del fiscal que investigada el genocidio, se viola sistemáticamente el derecho internacional y se eviscera la ayuda internacional como USAiD o UNRWA, que distribuye la ayuda en Gaza.

Paradójicamente será China quien intentará llenar ese vacío hablando de multilateralismo, cooperación, previsibilidad y libre comercio, como lo hizo el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, en Múnich. Pero lo más probable es que China esté motivada a capturar el botín de una Europa descontenta y traicionada por Estados Unidos.

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, durante una conferencia de prensa en Ankara, Turquía. Foto EFEEl presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, durante una conferencia de prensa en Ankara, Turquía. Foto EFE

Para el ex ministro de economía griego Varis Varoufakis, “en cuanto a Ucrania, el equipo de Trump ha dejado en claro dos cosas. En primer lugar, considera a Rusia como una potencia en decadencia que nunca podría amenazar a los países de la OTAN. Pero que recibió un impulso temporal con la transición a una economía de guerra, desencadenada a su vez por la expansión planeada de la OTAN hasta la frontera rusa (a través de las zonas de habla rusa en Georgia y el este de Ucrania). En segundo lugar, denostaron el entusiasmo con el que Europa ayudó a empujar a Rusia hacia los brazos de China”.

Las razones de la cumbre de París

En respuesta a los regalos gratuitos de Trump a Putin, Emmanuel Macron convocó el lunes una cumbre de emergencia de las potencias de defensa de Europa. El primer ministro británico Sir Keir Starmer se sumó a Europa para enfrentar la realidad del nuevo orden mundial emergente de Trump y Putin.

Los líderes europeos intentaron reafirmarse en París, después de haber sido marginados. Pero existe una creciente sensación de que Estados Unidos y Rusia ven el mundo de la misma manera y pueden llegar a acuerdos sobre algo más que el futuro de Ucrania.

Sir Keir Starmer fue el primer líder en llegar a esta reunión en París. Cuando salió, después de tres horas de discusión, parecía sombrío. La reunión sirvió para demoler la unidad de los aliados sobre su propuesta de enviar tropas de paz a Ucrania, cuando su ejército solo podría combatir una guerra de seis meses, a causa de los recortes presupuestarios.

Keir, al igual que los otros pesos pesados políticos que llegaron al Palacio del Elíseo, sabe que Europa ha sido golpeada y marginada durante la última semana por las acciones y la retórica que han surgido de Washington. Deberá mantener la semana próxima su encuentro con Trump en Washington . No será fácil porque no sabe aún si Gran Bretaña sigue siendo el aliado transatlántico favorito de la Casa Blanca en estos días.

Ucrania es el objetivo. “Una paz duradera”, como insiste el primer ministro, en lugar de un alto el fuego que, según creen los líderes europeos, simplemente permitirá a Vladimir Putin reagrupar sus fuerzas y lanzar otra ofensiva.

Pero el mayor temor de los europeos puede ser que Estados Unidos y Rusia no quieran hablar entre sí solo sobre Ucrania, sino también sobre acuerdos comerciales, acuerdos geopolíticos y posibles repartos de territorios.

Si Donald Trump realmente ve el futuro de Estados Unidos en los términos estrictos de un negociador transaccional, puede que tenga más en común con Putin que con la mayoría de los líderes europeos.

Y eso parecería un nuevo orden mundial.

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