Por qué Alemania se enfrenta a unas de las elecciones más complicadas de su historia


PARÍS.– Alemania se prepara para ir a las urnas el 23 de febrero próximo en unas elecciones que bien pueden ser calificadas como “las más difíciles” desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Según el conservador Friedrich Merz, jefe de la oposición demócrata cristiana (CDU) y favorito para sucederlo, el canciller socialdemócrata (SPD) Olaf Scholz deja su país “en la peor crisis económica de la posguerra”.

Si bien las críticas se inscriben en un contexto de retórica electoralista, la crisis económica es, en efecto, “realmente seria”, según Isabelle Bourgeois, especialista de Alemania y cofundadora del think tank Tandem Europe. Las cifras son inquietantes para la primera economía europea, percibida durante décadas como “la locomotora del continente”. En 2024, la economía se contrajo 0,2% (había caído 0,3% en 2023) y, para 2025, el instituto de investigación económica IFO prevé una débil suba comprendida entre 0,4% y 1,1%.

“Aún es difícil decir si la fase de estancamiento actual refleja una debilidad pasajera o un cambio duradero y, en consecuencia, más doloroso de la economía”, analiza Timo Wollmershauser, director de encuestas coyunturales del organismo.

El canciller alemán Olaf Scholz y su rival conservador Friedrich Merz se enfrentan en un debate televisivo en directo, exactamente dos semanas antes de que el país acuda a las urnaKay Nietfeld – dpa

La coalición tripartita dirigida por Scholz heredó un contexto internacional difícil. Como otros países europeos, Alemania padece la creciente competencia industrial china y la ruptura de cadenas de aprovisionamiento desde la crisis del Covid-19, sin olvidar la explosión de los precios de la energía debido a la guerra en Ucrania, en momentos en que Alemania era particularmente dependiente del gas ruso.

“Esas causas externas afectan particularmente a Alemania porque es la economía más abierta de la eurozona. Cuando los otros países del bloque se resfrían, Alemania se engripa”, dice Bourgeois. En ese contexto, la perspectiva de una multiplicación de guerras comerciales tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca no hace más que agregar leña al fuego de las malas noticias.

Desde hace algún tiempo, la industria alemana se ha convertido en un gigante con pies de barro. Pilar de la potencia (21% del PBI contra 11% en Francia) y de sus joyas, el automóvil y la química, su marasmo explica en gran parte la crisis actual. Los campeones alemanes padecen no solo de los elevados costos de la energía, sino de la caída de la demanda dependiente en gran parte de China. En julio pasado, la producción industrial había caído a su nivel más bajo desde mayo de 2020, según una nota de investigación del banco HSBC.

Una planta de Volkswagen en Zwickau, Alemania.VOLKSWAGEN – VOLKSWAGEN

“Es legítimo pensar que estamos ante el inicio de un proceso que podría acelerarse”, afirma Guillaume Duval, en un análisis para la revista El Gran Continente.

La inversión retrocede, los grandes planes sociales se multiplican a semejanza de los que afectaron a ThyssenKrupp y Volkswagen, mientras IFO constata una caída de su célebre índice del clima de negocios, que retrocedió 85,7 puntos en noviembre pasado. Sin olvidar un consumo doméstico completamente atónico.

La última y única gran crisis comparable remonta a comienzos de la década de 2000, cuando el país pagaba aún la factura de la reunificación y había entrado en recesión. Entre 2001 y 2004, el crecimiento anual promedio se estancó en 0,6% y el número de desempleados alcanzaba los 5 millones en 2003. Es decir, el 13% de la población activa, según cifras del universitario René Laserre. El déficit oscilaba entre 3 y 4% del PBI. Apodada “el hombre enfermo de Europa”, Alemania había entonces lanzado su Agenda 2010, un conjunto de reformas aplicadas entre 2003 y 2005 por la coalición del socialdemócrata Gerhard Schröeder.

Emblemáticas de aquel periodo, las reformas Hartz de liberalización del mercado de trabajo y la reforma de los sistemas de seguro de desempleo y de asistencia social son una de las explicaciones del llamado “milagro alemán”, que permitió al país atravesar sin demasiadas turbulencias la crisis financiera mundial de 2008 y, después, la crisis del euro.

La excanciller de Alemania Angela Merkel ofrece un discurso en un acto de la CDU de Renania del Norte-Westfalia, en Duesseldorf, Alemania, el 18 de enero de 2025, antes de las elecciones federales de febrero. (AP/Martin Meissner)Martin Meissner – AP

En cuanto a la crisis actual, es difícil estimar la parte imputable a la herencia de los cuatro mandatos de Angela Merkel (2005-2021) y a la responsabilidad de la coalición actual. Muchos reprochan a Merkel sus años de subinversión en las infraestructuras del país.

Para algunos especialistas, el reino de Merkel fue un “lento deslizamiento hacia una exagerada politización de la demanda, con un Estado social desmesuradamente inflado en detrimento de las fuerzas de la economía”. Por su parte, la política económica de la coalición de Scholz es juzgada “inadaptada” por demasiado “intervencionista”, demasiado “dirigista” y, en consecuencia, en conflicto con el ordoliberalismo caro a los alemanes, según el cual el Estado federal debe contentarse con fijar las reglas generales, dejando actuar al mercado y a los actores privados. Es decir, regular en vez de reglamentar.

La coalición tripartita cerró, en efecto, su presupuesto dolorosamente, con un déficit de 60.000 millones de euros que deben ser cubiertos tras una decisión de la Corte Constitucional de Karlsruhe en noviembre de 2023. Una sentencia tomada en nombre del sacrosanto Schuldenbremse (freno a la deuda), inscrito en la Constitución en 2009, para controlar al máximo el gasto público. La coalición de Olaf Scholz estalló, justamente, porque el ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner, se negaba a ignorar la reglamentación, mientras los Verdes y el SPD multiplicaban las propuestas de apoyo a la economía y al consumo. Scholz se presentó como sostén del Estado social y los gastos de inversión.

El canciller alemán, Olaf Scholz, asiste a una conferencia de prensa conjunta con el primer ministro sueco, Ulf Kristersson, en la cancillería, en Berlín, Alemania, el viernes 17 de enero de 2025. (AP Foto/Ebrahim Noroozi)Ebrahim Noroozi – AP

“Si hay un país en el mundo que puede permitirse invertir en el futuro, con seguridad es el nuestro”, insistió el 16 de diciembre, día en que el Bundestag le retiró su confianza precipitando las elecciones anticipadas del 23 de este mes.

Ese día Scholz insistió en que el endeudamiento de Alemania giraba en torno al 60% del PBI, cuando supera el 100% en la mayoría de los otros países del G-7.

Para Bourgeois, “todas las rupturas de coalición federal alemanas tienen una causa común: la constatación de un desequilibrio flagrante entre políticas de la oferta, que buscan crear un medioambiente favorable a la actividad —es decir al crecimiento—, y políticas de demanda, que intentan reforzar el Estado de bienestar”.

Protestas frente al Reichstag en Berlín, el 2 de febrero de 2025. (Sebastian Christoph Gollnow/dpa via AP)Sebastian Gollnow – DPA

Esto la lleva a afirmar que “no hay razón de alarmarse” en cuanto a la situación económica del país. La tasa de desempleo se mantiene alrededor del 3%, según Eurostat, la oficina de estadísticas de la Unión Europea (UE). Es decir, mucho más baja que en la eurozona (6,3%).

“Si la crisis es particular, lo es porque se produce en un momento difícil, cuando Europa necesita ser fuerte para oponerse a los peligros que representa un imprevisible Trump”, juzga Jean-Dominique Giuliani, presidente de la Fundación Robert Schumann.

Según los últimos sondeos, el campo conservador CDU/CSU llegaría primero el 23 de febrero con 30% de los votos, seguido por la extrema derecha AfD (20%) -tan cara al millonario sudafricano y aliado de Trump Elon Musk– con la cual la democracia cristiana se niega a gobernar.

Friedrich Merz, presidente y principal candidato de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), habla con sus seguidores a su llegada al estudio de las emisoras de televisión ARD y ZDF, antes del primer debate de la campaña electoral del BundestagKay Nietfeld – dpa

El favorito, Merz, espera formar gobierno en los dos meses después de los comicios, según indicó a comienzos de mes. “Espero que la formación del gobierno haya terminado para Pascuas”, declaró.

Este año, el domingo de Pascuas cae el 20 de abril, dos meses después de las elecciones legislativas.

Pero, en un paisaje político marcado por el avance de los partidos contestatarios y donde los antagonismos se endurecen entre las formaciones tradicionales, hallar una mayoría estable para gobernar se anuncia complicado.

El líder opositor alemán Friedrich Merz en el Bundestag en Berlín, el 29 de enero del 2025. (AP foto/Markus Schreiber)Markus Schreiber – AP

Una alianza sería posible con los socialdemócratas de Scholz, a quienes los sondeos otorgan cerca del 15% de los votos, al mismo nivel que los Verdes. Estos últimos, mucho más resistidos por los conservadores.

En las últimas elecciones de 2021, fueron necesarias diez semanas para formar la coalición Scholz entre socialdemócratas, liberales y Verdes. En 2017, por el contrario, los conservadores de Merkel necesitaron seis meses para obtener una coalición con los social-demócratas.

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