El mensaje del Kremlin a Trump: en Rusia las empresas de EE.UU. pueden hacer mucha plata


RIAD, Arabia Saudita.- El máximo administrador de inversiones del gobierno de Rusia, que tiene títulos de las universidades de Harvard y McKinsey, y habla perfecto inglés, llegó a las conversaciones que mantuvo el martes en Arabia Saudita con funcionarios del gobierno de Donald Trump con un simple papel impreso.

El mensaje para la Casa Blanca era el siguiente: las empresas norteamericanas que se retiraron de Rusia indignadas por la invasión a Ucrania le dieron la espalda a una montaña de dinero contante y sonante. “Pérdidas de las empresas norteamericanas sector por sector”, se titulaba el documento que le mostró al diario The New York Times el administrador del fondo soberano de Rusia, Kirill Dimitriev. Y en una de las columnas se leía: “Pérdidas totales: 324.000 millones de dólares”.

Kirill Dimitriev, director del fondo soberano de Rusia, habla con un miembro de los medios de comunicación al margen de la reunión entre Estados Unidos y Rusia en el Palacio Diriyah de Riad, el 18 de febrero de 2025. EVELYN HOCKSTEIN – POOL

A la hora de apelar a Trump, queda claro que el Kremlin apuntó al deseo del presidente norteamericano de obtener siempre alguna ganancia. El miércoles, el presidente Vladimir Putin elogió a la delegación norteamericana por no criticar a Rusia como lo hacía el gobierno anterior: esta vez no hubo “una condena por lo que se hizo en el pasado”, dijo el líder del Kremlin, y agregó que más allá de las cuestiones geopolíticas, ahora ambos países estaban avanzando hacia una mayor colaboración en materia espacial, económica, y “en nuestro trabajo conjunto sobre los mercados globales de energía”.

Tras la reunión del martes, el canciller ruso, Sergei Lavrov, dijo que en la mesa se notaba “un profundo interés en remover las barreras artificiales que obturan el desarrollo de una cooperación económica mutuamente provechosa”, en una aparente referencia al levantamiento de las sanciones de Estados Unidos contra Rusia.

Lo notable es que el gobierno de Trump parece haberse enganchado con el mensaje del Kremlin sin exigir una contraprestación por adelantado. Después de que Ucrania le sugiriera a Trump la posibilidad de llegar a un acuerdo sobre sus recursos naturales, el secretario del Tesoro norteamericano presionó al gobierno de Kiev para que el país renunciara a la mitad de su riqueza en minerales. Y Trump sigue calificando a los aliados de Estados Unidos como “vividores”, los amenaza con más aranceles y les exige que pongan más plata para defenderse ellos mismos.

Con Rusia, en cambio, el gobierno de Trump parece dar señales de que lo único que tiene que hacer Putin para allanar el camino a un restablecimiento total de las relaciones del Kremlin con la Casa Blanca es poner fin a la guerra en Ucrania. Muchos europeos y ucranianos temen que Trump procure un acuerdo de paz en los términos que quiere Rusia, especialmente después de que el mandatario norteamericano sugiriera el martes que la culpable de la invasión rusa era la propia Ucrania.

El martes, el secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, dijo que el fin de la guerra sería “la llave que abre la puerta a una asociación económica potencialmente histórica”, y se hizo eco de Lavrov al insinuar que Estados Unidos estaría dispuesto a levantar las sanciones contra Rusia como parte de ese acuerdo.

En esta fotografía publicada por la agencia oficial de prensa saudí (SPA), el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio (derecha), le da la mano al ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, durante su reunión en el Palacio Diriyah, en Riad, Arabia Saudita, el 18 de febrero de 2025. – – SPA

“Hay sanciones que fueron resultado de este conflicto”, dijo Rubio. “Y para poner fin a cualquier conflicto, creo yo, todas las partes deben hacer concesiones”.

Para el Kremlin, el emisario clave para la mentalidad pecuniaria de Trump ha sido Dimitriev, un joven exbanquero aliado de Putin y especializado en el desarrollo de empresas rusas alrededor del mundo. Dimitriev tiene estrechos vínculos con el gobernante de hecho de Arabia Saudita, el príncipe heredero Mohammed ben Salman, y en su momento impulsó el desarrollo y la distribución global de la Sputnik V, la vacuna rusa contra el Covid-19.

En 2016, Dimitriev intentó utilizar sus contactos comerciales para abrir un canal de comunicación con Trump en nombre de la “reconciliación” entre Estados Unidos y Rusia, según el informe de investigación sobre la interferencia rusa en las elecciones de ese año que realizó el fiscal especial Robert S. Mueller III.

Esa reconciliación nunca se concretó durante el primer mandato de Trump. Esta vez, Dimitriev ya arrancó con mejor suerte.

Kirill Dimitriev, director del Fondo de Inversión Directa ruso, habla con reporteros en el hotel Ritz Carlton de Riad, Arabia Saudí, el 18 de febrero de 2025.Baraa Anwer – AP

Steve Witkoff, el enviado de Trump para Oriente Medio, elogió a Dimitriev y al príncipe Mohammed por ayudar a garantizar la liberación del maestro de escuela estadounidense Marc Vogel, que hasta la semana pasada estaba preso en Moscú. Dimitriev formó parte de la delegación rusa en las conversaciones del martes, y aprovechó las entrevistas con medios de comunicación occidentales para promocionar las oportunidades de negocios que hay en el sector petrolero de Rusia y en el Ártico.

“La vía económica le abre el camino a la diplomacia, permite la comunicación, hace posibles victorias conjuntas y el éxito de ambos”, dijo Dimitriev. “Y notamos que el presidente Trump está enfocado en tener éxito”.

Dimitriev también dijo que las petroleras norteamericanas se habían “beneficiado realmente con el sector petrolero ruso”, y agregó: “Creemos que en algún momento volverán”. El documento que llevó el martes a la reunión con Estados Unidos mostraba que entre las industrias norteamericanas que abandonaron Rusia, las que más sufrieron fueron “el sector de tecnología de la información y medios de comunicación”, con presuntas pérdidas por 123.000 millones de dólares, el sector de “Consumo y atención médica”, con 94.000 mil millones de dólares en pérdidas.

Si bien antes de 2014, cuando entraran en vigor las sanciones relacionadas con Ucrania, el comercio bilateral de Estados Unidos con Rusia era minúsculo en comparación con el comercio con China o la Unión Europea (UE), las grandes empresas de energía hacían enormes inversiones y las empresas norteamericanas de bienes de consumo y tecnología veían a Rusia como un importante mercado.

Según Dimitriev, el cálculo que presentó tiene en cuenta no solo las ventas de liquidación o con descuentos, sino también las “ganancias no percibidas”. Las empresas occidentales que abandonaron Rusia han declarado oficialmente más de 100.000 millones de dólares en pérdidas desde que comenzó la guerra, y tuvieron que vender sus valiosos activos en los desfavorables términos dictados por el Estado ruso.

La reunión entre Estados Unidos y Rusia en Arabia SauditaFreddie Everett – US Department of State

Son muchos líderes mundiales que han adoptado un lenguaje centrado en los negocios para complacer a un presidente norteamericano cuya política exterior tiene poco en común con el énfasis de sus predecesores en valores como la democracia, los derechos humanos y la importancia de la alianza transatlántica. Pero entre los gobiernos que se esfuerzan por influir en la opinión de Trump sobre la guerra en Ucrania, el único que ha logrado convencerlo parece ser el Kremlin. En la campaña para acercarse a Trump que lanzaron hace seis meses los funcionarios ucranianos, la principal arma de seducción fue la promesa de lucrativos acuerdos energéticos y minerales con Estados Unidos cuando termine la guerra. En lugar de aceptar la invitación a cooperar, Trump pareció decidir que los recursos naturales de Ucrania debían servir como compensación por el apoyo norteamericano que ya habían recibido.

La semana pasada, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, rechazó la propuesta del secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, por la cual Estados Unidos tendría una participación del 50% en todos los recursos minerales de Ucrania.

Los europeos también han tratado de utilizar la posibilidad de acuerdos comerciales para llamar la atención de Trump, pero también sin efecto.

El único que parece haber captado la atención del gobierno de Trump es el Kremlin, tanto por la perspectiva de lucrativos acuerdos comerciales como por la posibilidad de que Trump sea visto como el pacificador que puso fin a la guerra en Ucrania.

“A Trump no le importan demasiado los objetivos estratégicos a largo plazo”, dice Boris Bondarev, exdiplomático ruso que renunció por discrepar con la invasión a Ucrania. “Lo que hace Putin es apelar a esa mentalidad de Trump y ofrecerle beneficios materiales inmediatos que le resulten perfectamente claros”.

Anton Troianovski

Traducción de Jaime Arrambide

The New York Times

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