Cuál es el rumbo que tomó la empresa que creció con una de las mujeres más poderosas y audaces del país
Con visión, audacia y una inquebrantable pasión por la ganadería, María Elena de Olazábal Estrada de Hirsch se convirtió, hasta su fallecimiento en 2019, en una de las empresarias agropecuarias más importantes del país. Su liderazgo impulsó el crecimiento de Bellamar Estancias SA, una compañía que nació en 1992 tras la división de los activos agropecuarios de Comega SA, un grupo con raíces a principios del siglo XX. Actualmente, la empresa gestiona 90.000 hectáreas destinadas a la agricultura y la ganadería, con un rodeo de 45.000 cabezas de ganado; esto incluye 24.000 vientres. Esta firma fue una de las ganadoras del año pasado del premio LA NACION-Banco Galicia a la Excelencia Agropecuaria por Mejor Producción Animal.
Alfredo Eduardo Casaretto, gerente general de Bellamar Estancias SA, explicó que la firma nació como una escisión de Comega SA, que era propietaria de una gran cantidad de establecimientos con una fuerte impronta de liderazgo en el sector. “Se hizo una división en un proceso que duró aproximadamente dos años, entre 1992 y 1994. De eso surgieron varias empresas más pequeñas, entre ellas, Bellamar Estancias”, relató.
En ese momento, la titular era De Olazábal de Hirsch, viuda de Mario Hirsch, quien asumió la dirección de la empresa y, en sus primeros años, delegó la administración a otra compañía del sector. Sin embargo, con el paso del tiempo y el crecimiento de la firma, decidió reorganizar la gestión y asumir el control directo junto a su equipo de confianza.
“La señora Olazábal era una enamorada de la ganadería argentina. Para ella, recorrer los campos y ver el crecimiento del rodeo era una satisfacción que iba más allá del factor económico”, destacó Casaretto. Lo dijo porque la firma tiene una fuerte impronta ganadera: es una de sus dos unidades de negocio principales junto con la agrícola.
La unidad de negocio ganadero se dedica a la producción de carne para consumo y exportación, así como a la producción de reproductores bovinos de las razas Angus, Brangus, Polled Hereford y Braford para el mejoramiento genético de los rodeos nacionales.
“Partimos de una base de 24.000 vientres. Todo lo que tiene destacada genética se destina a remates como reproductores, mientras que el resto de la producción sigue distintos circuitos. Puede orientarse a ciclo completo, con la venta de novillos al mercado de exportación, o a la venta de terneros, que luego son criados y engordados por otras empresas”, señaló.
En total, tienen tres cabañas: Bellamar, de Miramar, provincia de Buenos Aires, donde producen Polled Hereford; El Bonete, de Lobería, también en Buenos Aires, con Aberdeen Angus, y Corral de Guardia, en Villa Valeria, provincia de Córdoba, y en Joaquín V. González, Salta, donde trabajan con Brangus y Braford. En el rubro agrícola cultivan trigo, maíz, soja, girasol, papa y diversas especialidades con valor agregado bajo contrato para la industria local y el mercado internacional.
Casaretto remarcó que, desde sus inicios, la firma ha crecido constantemente. Como ejemplo, relató que asumió la gerencia general de la empresa en 2008, cuando el rodeo contaba con 38.000 cabezas. “Desde entonces, hemos crecido hasta las 45.000 cabezas actuales, gracias a un cambio en el modelo productivo”, comentó. En ese entonces, la empresa tenía un feedlot con capacidad para engordar 4000 cabezas al año, pero con el tiempo se priorizó el aumento de vientres. “Hoy contamos con 10.000 vientres en dos establecimientos en Salta, cuando en 2008 solo teníamos 2500″. Parte de esta expansión se logró a través de esquemas de capitalización en Joaquín V. González, Salta, donde terceros aportaron infraestructura mientras Bellamar proveyó la hacienda.
La búsqueda de mayor eficiencia productiva ha llevado a Bellamar Estancias a incorporar tecnologías avanzadas. “Realizamos seguimiento de la evolución de nuestras pasturas mediante imágenes satelitales con NDVI [Índice de Vegetación], lo que nos permite evaluar su desarrollo”, dijo.
Además han implementado en Villa Valeria, Córdoba, un sistema de evaluación de eficiencia de conversión alimenticia llamado RFI (Residual Feed Intake), que mide qué animales convierten mejor el alimento en carne, facilitando la selección de los mejores reproductores como una herramienta más. También trabajan activamente en la medición de la huella de carbono con clientes y proveedores. Todo esto es lo que la ha llevado a ser la ganadora en 2024 de la categoría Producción Animal en el premio LA NACION-Banco Galicia a la Excelencia Agropecuaria. Fue el tercer premio que recibió la firma, que también fue coronada al Mejor Cabañero en dos oportunidades: 2008 y 2011.
En ese sentido, la empresa tiene una fuerte presencia en exposiciones nacionales como la Exposición Nacional de Palermo, donde ha recibido importantes reconocimientos. “En 2023, logramos el Gran Campeón Macho de Brangus en la Exposición Nacional y en Palermo, algo que nos llena de orgullo”, contó Casaretto. Además, exportan genética en forma de semen, embriones y animales en pie a distintos países de Sudamérica, donde la calidad de su genética es altamente valorada.
Si bien María Elena de Olazábal Estrada de Hirsch falleció en 2019, su impronta sigue presente en la filosofía de la empresa. “La esencia de Bellamar Estancias es la de una empresa familiar que ha trascendido el cambio generacional manteniendo el espíritu”, concluyó el directivo.
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