La embestida de Trump a Zelensky confirmó el giro más notable en la política exterior de EE.UU.
WASHINGTON.- El inédito cruce en el Salón Oval entre el presidente Donald Trump, su vice, J.D. Vance, y el mandatario ucraniano, Volodimir Zelensky, dejó expuesta la fractura entre Estados Unidos y Ucrania y Europa por la guerra con Rusia y la seguridad de los aliados en el Viejo Continente, y culminó semanas de tensiones y frustraciones acumuladas con una ruptura que terminó de definir el giro en la política exterior de Washington tras el retorno de Trump a la Casa Blanca.
Zelensky se fue de Washington con las manos vacías y su relación con Trump destruida al punto tal que quedó colgando el interrogante de si el vínculo puede ser reparado, o si ambos cruzaron un punto de no retorno que puede congelar la asistencia militar a Kiev. Y para Ucrania y Europa, la debacle del Salón Oval sumó una dosis imprevista de urgencia para finiquitar planes de contingencia y resguardar su seguridad ya sin la ayuda incondicional de Estados Unidos, un respaldo históricamente inclaudicable que ahora quedó en duda como nunca con Trump en el poder.
“A los europeos que se lamentan y se sienten ofendidos porque el presidente Trump rechaza ser sermoneado por el presidente Zelensky: los invito a defender a Ucrania de Putin”, se despachó en X el senador republicano Lindsey Graham, un veterano del Congreso aliado de Trump que conoce como pocos el pensamiento del mandatario. Antaño, Graham le exigía al gobierno de Joe Biden que hiciera más para ayudar a Ucrania. El senador estuvo el viernes en la Casa Blanca, y después de la pelea le terminó de bajar el pulgar a Zelensky al afirmar, en declaraciones a los periodistas fuera de la residencia, que debía renunciar, cambiar, o mandar alguien más a hablar a Washington.
“Ya es hora de que los europeos demuestren que son capaces de defender su propio continente. Permitieron el vaciamiento de sus ejércitos, y cuando Europa habla, ningún tipo malo escucha. Lo digo con gran tristeza: el último grupo de personas con el que contaría para defender la libertad son los europeos”, insistió.
La arremetida de Trump y Vance contra Zelensky fue el último eslabón de una cadena de distanciamientos de la administración trumpista respecto de Kiev y el resto de las capitales europeas, el giro más notable de la política exterior norteamericana. Aunque las relaciones y los contactos se mantienen –la semana pasada, Trump recibió al presidente francés, Emmanuel Macron, y el primer británico, Keir Starmer–, las críticas del trumpismo al Viejo Continente se apilan, y no ya en privado, detrás de escena: ahora son públicas, y sin matices.
Las recurrente declaraciones de Trump, y de Elon Musk, el mensaje del propio Vance en su paso por la última conferencia de seguridad en Múnich, y las declaraciones de republicanos más tradicionales y cercanos el establishment, como el secretario de Estado, Marco Rubio, dan cuenta de una creciente lejanía –política, y, en última instancia, ideológica– respecto de Europa, y un acercamiento a Moscú que alarma a las capitales en el Viejo Continente, y a los críticos y detractores de Trump en Estados Unidos.
Después de la pelea en el Oval, Rubio brindó una extensa entrevista en la cadena CNN en la que criticó abiertamente a quienes cuestionan a Trump por acercarse a Putin, atacó a Zelensky, y también a la estrategia europea para intentar buscar el final del conflicto en Ucrania, que acaba de cumplir tres años.
“¿De qué otra manera va a terminar esta guerra? Le pregunté a varias personas, ¿cuál es el plan europeo para poner fin a esta guerra? Puedo contarles lo que me dijo un ministro de asuntos exteriores, y no voy a decir quién fue, pero puedo decirles lo que me dijo uno de ellos, y es que la guerra continúa durante otro año, y en ese momento, Rusia se sentirá tan debilitada que rogará por la paz. Es otro año de matanzas, otro año de muertes, otro año de destrucción y, por cierto, no es un plan muy realista desde mi punto de vista”, lanzó el jefe diplomático norteamericano.
Rubio dijo que es posible reparar el vínculo entre Trump y Zelensky, pero le exigió al presidente ucraniano una disculpa por “el fiasco” del Salón Oval. Zelensky ya evitó ofrecer esa disculpa.
“Mi esperanza es que todo esto pueda resetearse y que la madurez pueda dar lugar a un poco de pragmatismo, porque esta es una guerra. Esta noche, la gente morirá en Ucrania. Esta noche, la gente morirá en este conflicto. Estamos tratando de poner fin a este conflicto, que es insostenible. Es una guerra insostenible y sangrienta que tiene que llegar a su fin”, insistió Rubio.
Mientras el trumpismo se alineaba una vez más detrás de la línea marcada por Trump, los demócratas se arrancaban los ojos ante la pelea en la Casa Blanca, denunciaban una “emboscada” de Trump y Vance a Zelensky, una traición a los aliados de Washington y un giro de la política exterior norteamericana hacia el autoritarismo. Republicanos tradicionales, como Liz Cheney, o la senadora de Alaska, Lisa Murkowsky, se plegaron a esta línea.
“Sé que la política exterior no es para los débiles de corazón, pero ahora mismo me siento mal del estómago porque la administración parece estar alejándose de nuestros aliados y abrazando a Putin, una amenaza para la democracia y los valores estadounidenses en todo el mundo”, dijo Murkowsky en un mensaje en la red X.
Aunque esa es la línea histórica del Grand Old Party, no es ahora la mirada predominante. Mike Johnson, congresista republicano y presidente de la Cámara de Representes, puso en riesgo su cargo el año pasado para aprobar el último paquete de asistencia militar a Ucrania. Ahora, como el grueso de su partido, se plegó a la nueva línea: dijo que, con Trump, los días en que a Estados Unidos le faltaban el respeto “terminaron”, y que solo Trump puede forjar la paz, un mensaje que también salió de boca de Rubio. “Lo que presenciamos en el Salón Oval fue un presidente estadounidense que puso a Estados Unidos en primer lugar”, resumió Johnson.
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