Se agrava la violencia en Siria contra la minoría leal a Al-Assad: denuncian más de 700 muertos en tres días
DAMASCO.- Más de 500 civiles de la minoría alauita murieron desde el jueves en el noroeste de Siria a manos de las fuerzas de seguridad y de combatientes progobierno, enfrascadas en combates contra movimientos leales al expresidente Bashar al-Assad. Así lo afirmó este sábado el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), una organización afincada en el exterior pero con informantes en todo el territorio, que reportó la muerte de al menos 745 civiles alauitas en la región costera, donde se concentra esta comunidad que representa el 9% de la población del país, y a la que pertenece el derrocado mandatario.
El OSDH señaló que los civiles fueron “ejecutados” por “motivos confesionales” por personal de seguridad y combatientes progobierno, de confesión sunnita, que perpetraron asesinatos de venganza contra alauitas. Junto a esto hubo “saqueos de casas y propiedades”.
Según el OSDH, “745 civiles alauitas fueron abatidos en las regiones de la costa siria y de las montañas de Latakia [oeste] por las fuerzas de seguridad y grupos afiliados” desde el jueves, lo que lleva el balance total de estos episodios violentos a más de 1018 muertos, incluyendo 273 miembros de las fuerzas de seguridad y de combatientes leales al clan Al-Assad.
La seguridad es uno de los grandes desafíos del nuevo poder sirio, de base islamista e instalado en diciembre al término de una rebelión que en 11 días derrocó a Al-Assad.
Los incidentes estallaron tras un sangriento ataque de simpatizantes del expresidente contra las fuerzas de seguridad en la ciudad costera de Jableh, la noche del jueves, según las autoridades.
Al día siguiente, las fuerzas de seguridad lanzaron operaciones de rastreo en la zona de Latakia, bastión de la minoría alauita.
En redes sociales, particularmente en Facebook, se multiplicaron los testimonios de crímenes contra civiles alauitas. Una activista escribió que su madre y sus hermanos fueron todos “masacrados en su casa”, mientras que varios habitantes de Banias, y de Tartus, más al sur, lanzaron llamamientos urgentes para que se los protegiera.
Residentes de aldeas y pueblos alauitas relataron a la agencia The Associated Press asesinatos en los que hombres armados dispararon contra miembros de su comunidad, la mayoría varones, en las calles o en las puertas de sus hogares. Muchas casas de alauitas fueron saqueadas y luego incendiadas en diferentes áreas, según dos residentes de la región costera de Siria desde sus escondites.
Los residentes de Baniyas, uno de los pueblos más afectados por la violencia, dijeron que había cuerpos esparcidos por las calles o que habían quedado sin enterrar en las casas y en los techos de los edificios, y que nadie pudo recogerlos. Un residente dijo que los hombres armados impidieron durante horas que los residentes retiraran los cuerpos de cinco de sus vecinos asesinados a quemarropa.
Una fuente del Ministerio de Defensa citada por la agencia oficial SANA declaró este sábado que “se cerraron las rutas que conducen a la región costera para controlar las infracciones, impedir los abusos y restablecer progresivamente la estabilidad en la región”.
A las fuerzas de seguridad se les pidió “restablecer el orden” en Jableh, Tartus y Latakia, indicó la misma fuente, que informó de la detención de un “gran número de saqueadores”.
El OSDH y otras fuentes habían publicado el viernes videos que mostraban decenas de cuerpos vestidos de civiles y apilados en el patio de una casa, con varias mujeres llorando al lado.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) pidió un acceso “seguro” para el personal sanitario y de rescate en el oeste de Siria.
En un país compuesto de varias comunidades -sunitas, mayoritarios, kurdos, cristianos, drusos-, los alauitas estuvieron fuertemente representados en el aparato militar y de seguridad del clan Al-Assad, que durante más de medio siglo, primero con Hafez y luego con Bashar, gobernó el país de forma autoritaria y represiva.
Desde que el 8 de diciembre fue derrocado el gobierno, la tensión ha sido recurrente en la costa mediterránea y su región montañosa aledaña, y simpatizantes del clan Al-Assad y exsoldados del Ejército sirio han atacado a las nuevas fuerzas de seguridad.
El presidente interino sirio, Ahmad al-Sharaa, tiene un pasado jihadista y era el líder de Hayat Tahrir al Sham, el grupo islamista que fue la punta de lanza de la rebelión.
Al-Sharaa ha tratado de tranquilizar a las minorías prometiendo que la nueva Siria será inclusiva. Pero esa línea no la comparten necesariamente las facciones que operan bajo su mando y que actualmente constituyen el grueso del Ejército y la policía, según el analista Aron Lund, del centro de reflexión Century International.
“Gran parte de esa [nueva] autoridad reposa en jihadistas radicales”, de confesión sunita, “que consideran a los alauitas como enemigos de Dios”, dijo Lund, para quien estos enfrentamientos demuestran “la fragilidad del gobierno” actual.
En un discurso, Al-Sharaa pidió el viernes a los insurgentes del oeste del país “deponer las armas y rendirse, antes de que sea demasiado tarde”.
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