La región en plena disputa entre Rusia y Ucrania que se convirtió en la zona clave de la guerra
KIEV.- Cuando Ucrania se convirtió en agosto pasado en el primer país en ocupar territorio de Rusia desde la Segunda Guerra Mundial, lo hizo con dos objetivos: la idea de que el Kremlin debería desviar efectivos del campo de batalla ucraniano para recuperar la región de Kursk, y también ubicarse en una mejor posición para eventualmente negociar la paz y retirada de fuerzas invasoras.
Los acontecimientos de los últimos días parecen indicar que finalmente ninguna de las dos ideas funcionó y que, luego de más de tres años de guerra, Moscú vuelve a tomar la delantera.
A menos de 48 horas de la propuesta de alto el fuego presentada por Kiev y Washington, las fuerzas del Kremlin anunciaron que recuperaron la principal ciudad de esa porción de la región de Kursk, Sudzha, que los soldados ucranianos habían tomado el verano pasado. Y aunque las fuerzas ucranianas pueden verse obligadas a abandonar la zona por completo y Kiev corre el riesgo de perder una posible moneda de cambio en las negociaciones, el presidente ruso, Vladimir Putin, dice que la cuestión del “cese del conflicto” está vinculada al desarrollo de la situación “sobre el terreno”. ¿Qué puede pasar ahora?
Kursk es una región del oeste de Rusia que limita con la región ucraniana de Sumy. El 6 de agosto del año pasado, Ucrania dio una de las mayores sorpresas de la guerra cuando sus tropas atravesaron la frontera y capturaron un pedazo de territorio que, según dijo, medía 1376 kilómetros cuadrados en su punto máximo e incluía unas 100 ciudades y pueblos.
El área es pequeña si se compara con los 80.000 kilómetros cuadrados que aproximadamente controla hoy el Kremlin en Ucrania.
Y, a diferencia de la región ucraniana de Donbass ocupada por Rusia, donde hay grandes sectores de población rusófona y pro-Kremlin, Kursk es plenamente rusa. De hecho, tras la ocupación, el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, no hizo reivindicaciones territoriales ni nacionalistas sobre la región. Pero casi 200.000 civiles rusos se vieron obligados a huir de sus hogares.
Cuatro días después de la ocupación, el mandatario dijo que Ucrania estaba demostrando que podía “restaurar la justicia” y aumentar “presión sobre el agresor”.
Putin contestó que su país daría una “respuesta digna” a la ocupación.
En aquel momento el avance ucraniano fue celebrado por los aliados de Kiev, que lo consideraron una “humillación” para Moscú.
Por ejemplo, el entonces presidente estadounidense, Joe Biden, afirmó que la incursión había creado un “verdadero dilema” para Putin, y el senador republicano Lindsey Graham calificó la ocupación como “audaz, brillante y hermosa”.
Con el apoyo de Occidente, en noviembre pasado Ucrania incluso disparó hacia la región de Kursk misiles de crucero británicos Storm Shadow, que hasta ese momento Londres sólo le había permitido utilizar dentro de su propio territorio.
En aquel momento, Putin no fijó plazos para recuperar Kursk de manos “terroristas”, como dijo, y tampoco se desesperó por movilizar tropas rusas.
Su estrategia, en cambio, fue avanzar en la alianza con el régimen de Kim Jong-un en Corea del Norte, que desde el principio del conflicto en 2022 había mostrado su disposición hacia Moscú como uno de los cinco países que votaron en contra de una resolución de la ONU que condenaba la invasión.
En junio del año pasado, Putin viajó a Pyongyang para firmar con Kim un “pacto de defensa mutua”.
Para octubre se estimaba que ya había 12.000 soldados norcoreanos, entre ellos 500 oficiales y tres generales, entrenándose en cinco bases militares rusas.
Ya a fines de octubre, las tropas norcoreanas comenzaron a llegar a Kursk para luchar junto a Rusia. Putin nunca reconoció el papel norcoreano en el campo de batalla, pero Ucrania y sus aliados dicen que los norcoreanos combatieron activamente en el terreno y sufrieron muchas bajas.
Desde entonces, las fuerzas rusas y norcoreanas recuperaron cerca del 90% de Kursk.
Putin visitó la región el miércoles en una señal de confianza de que sus fuerzas están cerca de recuperar toda la región. Además ordenó a su máximo comandante que termine el trabajo lo antes posible.
En el otro lado, el principal comandante del ejército ucraniano, Oleksandr Syrskyi, dijo el miércoles que las tropas de Kiev seguirían operando en Kursk todo el tiempo que sea necesario y que los combates continuarían en la ciudad de Sudzha y sus alrededores.
En estos momentos Ucrania enfrenta el riesgo real de perder todos sus logros iniciales de la operación en Kursk en términos de territorio, moral y poder de negociación.
Retirarse después de meses de feroces combates sería otro golpe para Zelensky, que ya está bajo una fuerte presión después de su desastrosa reunión en la Casa Blanca con el presidente Donald Trump el 28 de febrero.
Pero también hay presión sobre Putin, ya que Estados Unidos lo insta a unirse a un alto el fuego propuesto de 30 días que Ucrania le dijo a Washington el martes que estaba lista para apoyar.
Agencia Reuters y BBC Mundo
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