En un nuevo intento por contener la inflación y fomentar la competencia en el sector textil, el Gobierno anunció una reducción de los aranceles a la importación de ropa, calzado y telas. Según confirmó el ministro de Economía, Luis Caputo, la medida se implementará a través de un decreto que será publicado en los próximos días en el Boletín Oficial.
Los cambios implican que los aranceles para la importación de ropa y calzado pasarán del 35% al 20%, los de telas se reducirán del 26% al 18% y los de distintos hilados bajarán del 18% a un rango de entre 12% y 16%, dependiendo del tipo de producto.
“La Argentina sigue siendo el país con la indumentaria más cara en la región y en el mundo”, sostuvo Caputo al justificar la decisión.
Según cifras oficiales, un relevamiento sobre productos de marcas internacionales muestra que una remera cuesta en el país un 310% más que en España y 95% más que en Brasil, mientras que una campera es 174% más cara que en España y 90% más que en Brasil. Un relevamiento realizado por LA NACION muestra que una camisa en Argentina puede tener un precio 47% más alto que en Brasil o 261% más que en España. En el caso de un jean, la comparativa arroja valores un 82,1% más caros que en Brasil y 115,8% más que en España.
La medida anunciada por Caputo se enmarca en la estrategia del oficialismo de reducir impuestos y barreras comerciales para alentar la competencia y presionar a la baja sobre los precios locales. Desde el Gobierno sostienen que esta política permitirá mejorar el poder adquisitivo de los consumidores y aliviar el impacto de la inflación.
Según analizó el economista de C&T Asesores, Camilo Tiscornia, se trata de una “jugada fuerte del Gobierno que redobla la apuesta de aumentar la competencia en un rubro en particular”. El especialista señaló como un punto “interesante” el nivel del arancel que tiene la Argentina. “Tengamos en cuenta que hay un impuesto que los está protegiendo con el 35%. Es bastante fuerte”, sostuvo.
Como contrapartida, la Unión Industrial Argentina (UIA) expresó que “es preocupante que la agenda de integración comercial no esté acompañada de una agenda de competitividad del país”. La entidad empresaria, que a principios de febrero recibió en su sede al ministro de Economía, volvió a enfatizar sobre la idea de “nivelar la cancha” frente a las desigualdades generadas por el costo argentino, entre ellas la presión fiscal.
Según relataron fuentes del Gobierno, esta iniciativa no debería tomar por sorpresa a ningún actor del sector privado, ya que explicaron que la comentaron con los distintos agentes del rubro textil. Incluso, el propio ministro la había adelantado en una entrevista que brindó en febrero. “Debería bajar bastante el precio”, pronunciaron en uno de los despachos oficiales tras conocer el tuit de Caputo. Consideran que la reducción de costos puede ser directa o bien indirecta, a través de un aumento de la oferta.
Hasta el momento, la vestimenta importada no colmó los locales argentinos. Las estadísticas del Indec sobre comercio exterior muestran que durante 2024 la cantidad de productos textiles que ingresaron al país cayó 29% en comparación al 2023.
Según los informes del Indec, “Prendas de vestir y calzado” es el rubro de mejor desempeño en la lucha contra la inflación de la era Milei. En 2024 fue el que marcó el menor aumento, del 84,5%. Y en lo que va de 2025 registra una deflación de 0,2%. Este escenario difiere lo que ocurrió años anteriores. En 2020, fueron los que más aumentaron. En 2021, cayeron al segundo puesto y al año siguiente volvieron a recuperar la punta de los que mayor inflación registraron. Esto, sumado a la clásica premisa “afuera lo consigo más barato”, hizo que el sector textil ganara la fama de “carero” en la Argentina. Sin embargo, los fabricantes reconocen los altos costos, pero indican que “el problema no está en la producción, sino en la comercialización”.
En ese sentido, la organización ProTejer concentró la mirada en la composición de los precios que pagan los consumidores y estableció una fuerte diferencia entre lo que “sale de fábrica” y lo que se compra en los comercios. Contabilizaron una brecha del 75% entre el precio de uno y de otro.
Según relevaron, dicha amplitud de precios proviene de los gastos que afrontan los locales en centros comerciales, los impuestos (como el IVA) y sus obligaciones bancarias. En contraste, esgrimieron que, del monto total que se paga una prenda, sólo el 8,5% corresponde a la industria y un 9% a gastos de logística y comercialización.
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