Hugo Perico Pérez, el exfutbolista que las vivió todas, jugó un Mundial y se reunió con el FMI: “Me afanaron 15 veces pero siempre elegí quedarme en Avellaneda”

Nació en Avellaneda y aprendió a querer a Racing en el seno de una familia de hinchas de Independiente. A los 26 años, cuando ya era un futbolista consagrado de la Selección Argentina, partió a España para jugar en el Sporting de Gijón. Al regreso, no lo dudó: compró una casa en su lugar en el mundo, aquel que no está dispuesto a cambiar muy a pesar de ser víctima de la inseguridad. Hugo Leonardo Pérez, simplemente Perico, fue un gran volante central, mundialista en 1994. Y esa personalidad que mostraba en la cancha, trasciende los márgenes del campo de juego cuando se desata en el mano a mano que propone la visita a la redacción de Clarín.

Retirado del fútbol, despunta el vicio en el Senior de la Academia y acompaña a su hijo Bautista, también mediocampista de 16 años que está en la mira del Inter de Milán y Lazio, nada menos. Tuvo una breve experiencia como entrenador en Ferro, otro club que cotiza entre sus afectos, pero no lo seduce dirigir.

Profesional como pocos, capaz de plantarse ante la barra de Independiente y jugar con profesionalismo con la camiseta roja muy a pesar de su corazón celeste y blanco, o reunirse cara a cara con el Fondo Monetario Internacional en los tiempos del corralito. Perico tiene mil facetas, pero no es un personaje. Auténtico, sin dobleces, no se guarda nada. “Después de los 50, te cambia la manera de ver las cosas”, dice con la certeza de quien ya experimentó los capítulos más atrapantes de su vida.

Y empieza la charla por el prólogo de su carrera: “El Coco Basile me fue llevando de a poco con un grupo de jugadores de los cuales aprendí muchísimo con Colombatti, Rubén Paz, Gustavo Costas, el Pato Fillol, el Negro Ludueña, el Toti Iglesias, el Mencho Medina Bello, Walter Fernández, monstruos, tipos que que te acompañaban, que te hacían crecer, que te hacían entender códigos del fútbol que hoy ya no están, lamentablemente”.

-Había una suerte de sistema de educación que, tal vez, mucha gente lo ve mal. Pero servía para empezar a lograr cosas. Tenías que mostrar cierto respeto. Por ejemplo, no querer entrar y tirar de un caño porque te iban “educar” durante 45 minutos, te lo aseguro. Y vos decís: “Pero está mal, si tira un caño es la forma de jugar”. Sí, sí, pero hay momentos. Te ayudaban a que no se te vaya a la coronita a la cabecita, que no te convertías en estrella por tres partidos en un torneo en Mar del Plata. Entonces, vos comparás esa educación con lo que sucede ahora, y es muy diferente. Antes, si con cuatro partidos en Primera tirabas la ropa al piso con cuatro partidos en Primera, el utilero te decía: “Nene, ponemelo en el canasto”. Hoy viene un pibe, juega dos partidos bien, y lo vemos con el Rólex combinado y con el Mini Cooper. Han cambiado un montón de cosas. Antes el grande te hablaba, cuidaba, te podía maltratar -en el buen sentido- en un entrenamiento, pero siempre ponía la cara por vos. Hoy faltan esos códigos.

-¿Y vos creés que en esta época podías haber pasado de Racing a Independiente, más allá de la transición en Ferro?

-Mira, no lo sé, ni lo pienso. Lo que yo sí sé, y soy muy consciente, es que no hubiera tenido ningún problema porque sé lo que tendría que haber dicho. Lo mismo que dije en ese momento en Independiente. “Señores, soy de Racing”. Y yo sé lo que me tuve que aguantar por decirlo. Yo solito. Tuve inconvenientes. Hay gente que no tolera esas cosas, pero yo soy profesional. Y esa declaración hacía indirectamente que tuviera un mayor compromiso en cada partido que jugué contra Racing. Pero yo no voy a decir cosas pensando a ver quién las toma bien o quién las toma mal.

Hugo Perico Pérez, en tiempos de Selección, con Gabriel Batistuta.

-Cuando dijiste que eras hincha de Racing, se enojó la barra de Independiente. Y cuando firmaste para el Rojo, se calentaron los de la Academia. Algunos te llamaron “traidor”. ¿Los escuchaste?

-Lo que escuché fue la mentira de que le había gritado un gol a Racing. Pasé el video de Macaya Márquez unas veinte veces. Algunos decían que no podía patear el penal. Nacho González se cruzaba las manos en el pecho y me hacía la seña de los bastones. “Vos sos de Racing”, me decía. Si no pateaba ese penal, con toda la tribuna de Independiente enfrente, ¿cómo hacía para patear contra Gimnasia en la fecha siguiente? Hay que entender el mundo del fútbol. Yo tenía un compromiso, una responsabilidad, eso no quita lo que siento por el equipo de mi corazón.

-¿Es cierto que Juan De Stéfano te echó de Racing?

-Sí, yo lo tengo muy claro. Es el que decidió que no estuviera más en Racing. Debuté a los 18 años con un triunfo ante Independiente por 3 a 1 y nunca largué la Primera. Estaba muy bien. Ganamos la Supercopa. Jugamos contra el Nápoli de Maradona, Gareca y Alemao, íbamos a ir a jugar un amistoso a Mónaco en homenaje al Vasco Olarticoechea que había vuelto a Racing y me citan de la Selección para las Olimpiadas de Seúl, vuelvo, me lesionó y cuando me recupero, me vino a buscar el Bayer Leverkusen. Les dije que tenían que hablar con Racing, a los alemanes les pareció excesivo lo que pidieron, no sé cuánto, pero yo seguí jugando. Me pidieron que arreglara mi contrato, que no fuera con un representante, entonces fui con Chiche Fernández, el papá del Oso, que fue dirigente hasta el año pasado. Y cuando estoy por firmar, Juan me da la mano y me dice: “Gracias por los servicios prestados”. Y me tuve que ir. Así como te lo explico. Yo quería quedarme a vivir en Racing, pero yo no manejo las decisiones de los dirigentes. Fue inentendible para muchos, pero nadie se mostró ofuscado. Yo me quedo tranquilo con mi accionar. Soy hincha de Racing, tuve que seguir mi carrera como profesional, y yo no podía irme a Victoriano Arenas porque la camiseta es celeste y blanca.

Perico, con la camiseta de sus amores.Perico, con la camiseta de sus amores.

-Me fui a Ferro con Timoteo (Griguol), tuve un año espectacular y cuando quise volver, un presidente que estaba en ese momento, no recuerdo el nombre…

-¿Te referís a Osvaldo Otero?

-Sí, ese presidente me dijo que me podía pagar con un cartel de Coca Cola. Yo quería volver al club donde me crié y del que soy hincha. Jugué en Independiente, pero no fui vendiendo humo. Fui a trabajar como un jugador de fútbol.

-¿Hay algún Perico Pérez en el fútbol argentino?

-Es muy difícil. Un día le dije al Negro Marchetta, tanto en Racing como en Independiente, “yo de doble cinco no juego, me gusta jugar solo medio”, como los antiguos patrones. Y hoy es casi todo doble cinco. No sé quién es el cinco del equipo. Me cuesta encontrarlo. A mí, meterme de doble cinco era apretarme en una línea. No veo hoy un cinco. Puede ser el que ahora compró Argentinos Juniors y jugaba en Huracán. Fattori es un tipo recuperador, que siempre está haciendo los relevos de los dos mediocampistas. Se van y él se queda bien paradito.

Perico Pérez, profesional, campeón con Independiente en 1994.Perico Pérez, profesional, campeón con Independiente en 1994.

-¿Te gusta como juega Racing?

-Así y todo, recibe muchas críticas porque no parece el mismo equipo en el torneo local que en la arena internacional.

-Mirá, las críticas van a aparecer siempre. Cuando vos lográs el objetivo, la gente no se conforma. Esta es la realidad. Yo encantado de que la presión siempre sea ganar campeonatos. Peor es que tengas que zafar de algo que es problemático para todos, como puede ser el descenso. Bienvenida sea la exigencia. Es parte del salto de calidad del que siempre se habló.

-Gustavo dijo que no se disfruta tanto y siempre recuerda lo que ustedes pasaron. ¿Tiene que ver con un cambio generacional?

-Yo creo que la gente no tiene idea. Yo se lo digo a mi pibe, que juega en Racing. “Pa, vos tenés siete canchas”. Nosotros teníamos una sola y en esa cancha practicábamos todos, desde Primera a Sexta. Cuando se armaba un revuelo entre mediocampistas, teníamos que parar porque se levantaba polvo. Después, terminamos en el Monte Inglés. Después íbamos a practicar Regatas y perdíamos las pelotas en el río. Te puedo contar todo. Después, te aparecía un jugador con la mujer y el carrito de embarazada cuando estábamos dando la charla técnica porque lo habían echado el departamento porque Racing no pagaba. Eso era Racing. La gente no se acuerda, tiende a olvidar. No sabe lo que muchos muchachos pasamos ahí.

-¿Por eso Costas representa pasado, presente y futuro?

-Gustavo vio toda la película.

-¿Imaginabas que podía armar este equipo y ser campeón internacional?

-Hay una nota que salió hace poco, de quienes apoyaban a Gustavo para volver. Y entre ellos, hay muchos muchachos del Senior. Todos creíamos que era el momento. Si Racing es Costas y Costas es Racing, merecía su momento. El fútbol es así. Hay personas que nos tenemos que manejar de forma razonable, no como hincha. Pero yo creía que era el momento.

-Gustavo corre y vive los partidos como un hincha.

-Costas es así, te muestra todo, no vende nada. Gustavo es así, lo siente de esa manera, no es un fantasma. Ojalá logre el objetivo que se propuso ahora, la Libertadores. Porque hace más grande a Racing, porque se valoriza el club, porque los jugadores que están se sienten más importantes, porque hoy tiene un peso muchísimo más grande y de hace años que está levantando y levantando. Yo creo que que todo Avellaneda va a cambiar mucho, no solo por Racing. Viviendo en Avellaneda percibo que lo de la capital del fútbol no es solo un rótulo. De Racing se va a hablar mucho.

-Yo creo que Independiente está en una etapa de reconstrucción. Me acuerdo que en mi época de jugador, era el club de los gallegos. Todos querían ir a Independiente porque pagaba. Nosotros, todo lo contrario. Racing era embargos y quilombo. La Supercopa fue una bocanada de aire tremenda. Imaginate que pasaron 36 años hasta volver a celebrar algo así.

-¿Seguís yendo a la cancha a ver a Racing?

-La gran mayoría de las veces, no voy a la cancha. Pero a ninguna, eh. Yo tengo otras actividades. Suelo mirar los partidos más tranquilo en mi casa. Si es de noche, me como una picada con una botellita de cerveza. Si es al mediodía, tiro una tirita asado en la parrilla.

Perico a los 56, con la de Racing a todos lados. Foto: Guillermo Rodríguez Adami.Perico a los 56, con la de Racing a todos lados. Foto: Guillermo Rodríguez Adami.

-¿Por qué no quisiste ser técnico?

-Porque no lo siento. Creo que voy a cometer un gran error a la hora de transmitir el mensaje. Voy a nombrar jugadores de antes. Y eso, cuando se lo hacés al jugador… Chau, perdiste.

-¿Es de lo que hablabas al principio de la nota, los famosos códigos?

-Es que quizá soy yo, que no me puedo acoplar a las nuevas camadas de chicos. No me quiero equivocar.

-¿Cómo ves a los jugadores de hoy?

-Esto lo hablé con un día con el Tigre Gareca en Madrid . Hoy todo es diferente. Está el representante que te da plata y botines. Antes era otra cosa. Ibas con la cabecita preparada, ¿no? Ahora te dicen “andá, llevalo a este que es un jugador bárbaro, pero hay que acomodarle un poco la cabeza”. No, no, la cabeza se la tenés que preparar abajo, a mí me lo tenés que traer, como mínimo, sabiendo cuatro formas de jugar. Hoy todo es explosivo. Los suben a Primera y a los pocos partidos, no los ves más. Todo lleva un proceso. Hoy te transmiten los partidos de Tercera por un canal de AFA y eso es muy bueno. Tendría que volver a jugar el partido de Reserva antes del partido de Primera. El preliminar. Ese es tu teatro. Veo quién se esconde, quién la pide. Veo todo. Es la tesis del jugador de fútbol. Es una gran pena que la Reserva no juegue antes. Te digo más, los equipos comprarían menos jugadores.

-¿Lo extrañás a Diego?

-¿Cómo fue tu relación con él?

-Buenísima, porque yo no lo tomaba como un ejemplo para para mí como persona. Yo no confundía a Maradona jugador de fútbol con Maradona ejemplo. Para ejemplo tenía a mis viejos. Él tenía su vida. Un día él dijo: “Yo estaba Fiorito, me metieron una patada en el culo y me pusieron en la cima del mundo”. ¿Podía decirle algo a él? ¿Qué le iba a decir? ¿Que no me gusta para elegir un camino de vida o político? Era un problema de él. Yo lo conocí, lo quise y fui un tipo que nos hizo mover el corazón como jugador de fútbol. Punto. Fue algo extraordinario que me tocó vivir y disfrutar. Me decía: “Perico, pegale vos que le pegás un fenómeno”. ¿Cómo le iba a pegar yo con él en la cancha? Yo siempre voy a estar agradecido de haber compartido una cancha con un futbolista que jugaba diez centímetros arriba del pasto.

-Jugaste con Maradona, pero viste a Messi. ¿Quién es el mejor?

-Qué lindo que discutamos la excelencia, pero son los dos argentinos. Messi y Diego estarían sentados en la cabecera de la mesa. Son dos extraterrestres. Dos monstruos. Lo que pasa es que le pedimos que los dos transmitan lo mismo. Si no son lo mismo futbolísticamente, no nos dan lo mismo. El gran problema que teníamos cuando no estaba Maradona, era quién iba a ser el que desate el nudo. El gran problema cuando se vaya Messi va a ser quién le vamos a entregar la pelota cuando tengamos que hacer algo extraordinario. Decían que a Diego le pegaban por encima de la rodilla, yo he visto cada patada a Messi, cada patada de Ramos jugando al Real Madrid contra el Barcelona.

-¿Y aparecerá alguien que reemplace a Messi?

-Yo no lo veo… Y hay que parar la mano. Veo a cada uno que tiene tres partidos y le ponen una cláusula de 20 millones de dólares. Mirá, a mí me pasó en mi debut contra Racing. Yo pensaba: “A Bochini me lo como”. A la segunda jugada, entendí que tenía que bajar al centro de gravedad y esperarlo. Vas aprendiendo.

-Sos uno de los pocos ciudadanos de pie que se reunió con el FMI, ¿cómo fue esa historia?

-Trajimos a los derechos humanos después de la dictadura. Porque en definitiva era dinero que le habían quitado del fruto del trabajo a trabajadores, a toda una población con un engaño de la intangibilidad de los depósitos y a los 30 días te la comieron. ¿Viste cuando te hablan de información clasificada? Yo había pedido un escrito para saber a quién de los que levantaron la mano por la intangibilidad de los depósitos, tanto senadores como diputados, le había quedado plata adentro. Nunca lo obtuve. Y también hay que hablar del periodismo, que dice “vamos por la verdad”. Yo sé de periodistas que sabían qu esto iba a suceder y no dijeron nada. Y bueno, seré el único civil que entró a hablar con el FMI. Yo no tenía relación con ninguna entidad bancaria. Fui a hablar con el jefe del hemisferio occidental, como hoy van los políticos. Me acuerdo que me dijo: “Señor Pérez, en Argentina hay plata”. Nos fuimos de la reunión en la que también estuvo Nito (Artaza) y estábamos dando una conferencia de prensa en Ezeiza cuando Lavagna extendió la posibilidad de sacar de 250 pesos a 4 mil o 6 mil, son etapas de las que ni me quiero acordar. Mi papá estaba con un infarto y mi mamá con un ACV. Me robaron con las manos, lo que yo hice con los pies. Y eso me hizo caminar cinco años, me habrán salido cincuenta mil canas más. Vi muchas cosas. Me acuerdo de las muertes de Kostecki y Santillán. A mí me mandan un papel por abajo de la puerta dos días antes de la movilización y me dicen “Perico, no vayas al acto”. Como todo era exponer cosas que a la sociedad le estaban haciendo mal… Eso lo agradezco. Vi mucha mugre y mucha pena. Gente que veía en las marchas, les agarraba una enfermedad muy fea y los hacía irse muy rápido. Y lo peor es que le quitaron la confianza y seguridad jurídica a la población, hoy no tendríamos el país que tenemos.

Perico junto a Nito Artaza y Carlos Menem en 2003, en plena lucha de los ahorristas tras el Corralito. Foto: FOTO:DYN/TONY GOMEZ.Perico junto a Nito Artaza y Carlos Menem en 2003, en plena lucha de los ahorristas tras el Corralito. Foto: FOTO:DYN/TONY GOMEZ.

-Yo por suerte tengo mucho cariño de parte de los ahorristas, siempre hablamos. Tuve una discusión muy grande con ellos, que me retaron en un momento. Porque yo gané primera instancia. Después, en lo Contencioso Administrativo Federal y cuando estaba con una caución judicial de sacar el dinero, tomé la decisión de no hacerlo. Yo no me iba a ir con mi dinero hasta que la Corte Suprema del país me dijera que tenía razón. La gente se llevaba la plata, la tenía que devolver y decía: “Me la gasté en el casino”. ¿Quién los iba a meter presos si los cagaron de arriba de un poste? Pasó el tiempo y un día me llamó mi abogada y me dijo que había salido a favor, que aceptaron mi pedido y salió firmado por toda la Corte. Había gente que vendió la casa, puso la plata en el banco y terminaron viviendo con los hijos porque ese dinero se lo comió el Estado. Yo viví lo de Horacio García Blanco. El gordo lloraba conmigo en un baño. “Perico, me robaron la plata de 40 años. Yo quería sentarme frente al mar a fumarme un habano tranquilo en mis últimos años”. Iba el programa de Mauro (Viale) y lo acompañaba toser sangre al baño. Es muy feo lo que hicieron. Y con gente que sabía lo que iba a pasar. Con periodistas que le informaron al círculo íntimo.

Perico, en el centro de una marcha de ahorristas. Foto: Carlos Carrion.Perico, en el centro de una marcha de ahorristas. Foto: Carlos Carrion.

-¿Y no te ofrecieron dedicarte a la política?

-Ofrecer, me lo ofrecieron. Estuve un tiempo en Córdoba con el tema del fútbol. Nito se volcó. Yo en su momento le di mi opinión, que me la guardo. Y después, me vinieron a buscar un montón de veces. Al poco tiempo, estaba con mi mujer, y le dije: “Yo no puedo ser un jubilado de 48 años”. Y me armé una empresa de marketing y comercialización. Había cambiado el código comercial. Salía con la mochilita y las empresas me contrataban para conseguirles trabajo. Me gusta socialibilizar. Manejo mis tiempos. También me ofrecieron ser representante y dije que no.

-¿Y cómo ves ahora al país?

-Veo mucha ilusión. Veo cosas interesantes y yo creo que en la gente hay un tema de querer todo “más rápido” y a veces más rápido no se puede. Espero que quienes son oposición para tener un mejor país, entiendan porqué no están. Porqué ganó Milei, porqué ellos no están. Y que en la política no sea todo bombardear el otro. Yo creo que la gente ha cambiado. No es un tema de que venga un outsider. Cambió la sociedad. Ahora, hasta dónde llega ese cambio, no lo sé. Creo que todos tienen ilusión. Yo como ciudadano soy igual que el vestuario de fútbol. ¿Quién es el capitán? José levanta la mano y a mi no me gusta José, no importa, es mi capitán. Yo soy así en la vida. A mí me dicen el presidente es tal, me puede gustar o no, pero es mi presidente, mi presidenta y quiero que lo respeten. Yo soy así. Después sí, por supuesto, tengo un análisis propio.

Perico Pérez, en la redacción de Clarín. Foto: Guillermo Rodríguez Adami.Perico Pérez, en la redacción de Clarín. Foto: Guillermo Rodríguez Adami.

-¿Seguís viviendo en Avellaneda?

-Siempre en el conurbano. Viví en Valentín Alsina hasta que me fui a España, volví y me compré la casa en Avellaneda.

-Y nunca te fuiste, a pesar de la inseguridad.

-Sufrí 15 robos. Me afanaron 15 veces pero siempre elegí quedarme en Avellaneda. De acá no me muevo, acá tengo mi vida. Tengo al vecino que iba a casa con mi papá, tengo a los pibes que iban al colegio conmigo, a los pibes que jugaban al papi fútbol conmigo, yo eso no lo abandono. Puedo moverme un poquito más para acá o para allá… Ahora, antes de mudarme de barrio, me mudo de país. Lo tengo muy claro. Después, está la hipocresía. Te dicen: “Perico, a vos te roban porque no te querés ir a un country”. Y no, no quiero eso.

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