El mercado de los productos plant based viene creciendo, al punto que ya dejó en claro que no se trata de una moda y que tampoco es algo solo ligado al movimiento del veganismo. Y esto ocurre no solo localmente, sino también alrededor del mundo, lo que genera una gran ventana de oportunidad para la Argentina.
A nivel global, se trata de una industria que tiene un alto potencial exportador, y que impulsa localmente proyectos de inversión por casi $10.000 millones, tal como señala el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). Este organismo viene apoyando al sector, y no es algo al azar. El potencial es grande: se estima que en cinco años el mundo vegano represente el 7,7% del mercado mundial de proteínas.
Actualmente en la Argentina todavía es un mercado atomizado y formado por muchas pequeñas empresas (PyMes, pero muchas son MiPyMes). De estas, unas 150 ya están exportando, llegando con sus productos a mercados exigentes como Europa, Medio Oriente y a nuestra región. Pero hay más, el INTI estima que otras 600 podrían sumarse a esta ola de comercio internacional.
Esto tiene otro correlato en paralelo, ya que también impactará en el mercado laboral. Actualmente ya genera alrededor de 12 mil empleos directos y otros 18 mil de manera indirecta.
Incluso, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) las ventas minoristas de este mercado quintuplicarán en cinco años las concretadas en 2020 y alcanzarán US$162 mil millones.
Todo sale de las plantas
La industria de plant based se especializa en producir alimentos a partir de plantas, sacando de la ecuación de la alimentación productos de origen animal. Para un país como la Argentina, donde el campo tiene un gran peso dentro de la economía, este sector se alinea a un sistema que ya está en marcha.
Las empresas están nucleadas en la Asociación de Productores a Base de Plantas. Esta entidad, que viene creciendo, hoy cuenta con unas 70 empresas socias, pero reconoce que aún faltan estadísticas que reflejen este mercado, sobre todo qué es lo que está sucediendo en el interior.
“Lo que más se exporta son los secos, que por una cuestión de vida útil son los que mejor se adaptan. Exportar implica aprender sobre rotulados, inscribir los productos en cada país, y a eso se suma el desafío de los costos. Por ejemplo, algunos emprendedores comparten los costos de los fletes”, dice Malena Braun, presidente de la Asociación.
Christian Martínez, fundador de Organic Latin America, muestra cómo el fenómeno viene creciendo. “Somos un grupo de pequeñas empresas que producen todo tipo de granos, harinas y aceites orgánicos, sin tacc y a base de plantas. Transformamos productos convencionales en orgánicos. Producimos en plantas certificadas con altos grados de exigencia (con normas FSSCC22000, HACCP, kosher, Orgánico, sin tacc, sin soja, sin lácteos, sin huevo, y también a base de plantas o apto veganos)”, refleja el especialista, que tiene a su cargo otras marcas como Going Natural y Pampas Grains.
Actualmente están exportando a los Estados Unidos, Canadá, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Brasil, Japón, Italia, España, Alemania, Dinamarca, Nueva Zelanda, Australia, Países Bajos y Emiratos Árabes.
¿Qué productos son los que más venden? “Arroces orgánicos de distintas variedades, harina de arroz, legumbres, pequeñas semillas como chía y sésamo, aceite de girasol alto oleico, maíz pisingallo. Exportamos el 98% de lo que producimos”, describe Martínez. Un detalle que observa es que el mercado plant based se expande, pero aquellos que tienen el agregado de ser orgánicos lo hacen a un ritmo más lento, especialmente en nuestro país.
En cuanto al crecimiento de la industria, Martínez asegura que “debería ser exponencial en lo que es productos plant based para uso como ingredientes para industrias en el exterior. Con más tiempo y trabajo se podrán lograr exportaciones de productos con mayor valor agregado como hamburguesas, quesos, leches, y otro tipo de preparaciones a base de plantas”.
Para esto, el fundador de Organic Latin America señala que habría que “lograr un desarrollo de productos con una garantía de calidad (principalmente en base a las certificaciones requeridas por los países importadores) y conseguir mayor cantidad de ingredientes de calidad para desarrollar innovación en nuevos productos”.
Ganar experiencia
Santino Caffarone se sumó a Shiva para armar un plan de negocios y se quedó (ver nota aparte). La empresa se especializa en crackers libres de gluten y veganas. A fines de octubre concretaron su primera exportación a Uruguay y en noviembre sumaron Paraguay. “Un 15% de la producción de octubre fue para la venta hacia Uruguay. Nuestro desafío es poder tener una mayor vida útil de los productos, pero sin sumar conservantes”, cuenta Caffarone.
Esa primera exportación la pudieron hacer al aliarse con Bamboo Snacks, marca conocida por sus pochoclos orgánicos. “Nacimos con la idea de ser una empresa exportadora desde el día cero. Queremos construir una compañía con impacto regional. Tan es así que las primeras decisiones que tomamos fue registrar nuestra marca en todo América latina. Viéndolo, parece una locura pero hoy tiene sentido”, aclara Aldo Antonutti, fundador de Bamboo.
“A los 6 meses ya estábamos en contacto con nuestro importador en Uruguay para hacer el desembarco. Después de unos 10 meses de trámites logramos concretar el primer embarque, en abril de 2022. Hicimos una alianza con la empresa Molino Cañuelas Uruguay. Gracias a esto pudimos tener un alcance en todo Uruguay en muy poco tiempo. Hay una anécdota interesante y es que desembarcamos en el país vecino antes de estar presentes en muchas de las cadenas de Argentina. Al principio Uruguay pesaba un 60% de nuestra producción. Gracias a nuestra ampliación de planta y línea de producción, bajamos ese número, y hoy ese mercado representa un 15%”, detalla Antonutti.
Otra empresa plant based que exporta (a Chile, Uruguay, Ucrania y Guatemala) es Las Brisas, dedicada a la producción y comercialización de bebidas y mermeladas orgánicas, libres de gluten.
“Este año retomamos las exportaciones gracias a la mayor estabilidad macroeconómica en términos de inflación y tipo de cambio. Gestionamos el proceso de manera independiente, identificando socios estratégicos en mercados donde nuestros productos tienen alta competitividad”, detalla Sergio Vázquez, CEO y fundador de Las Brisas.
Y agrega: “Nuestras proyecciones para la exportación son ambiciosas: aspiramos a ser la empresa orgánica más importante de Latinoamérica en los próximos cinco años. Actualmente estamos trabajando con mercados de Paraguay, Perú, Panamá, El Salvador, México y Brasil, y estamos en etapas avanzadas para ingresar a Estados Unidos. Actualmente exportamos el 10% de nuestra producción, pero esperamos alcanzar un 30% o más para 2025″.
Además de ser aptas para veganos, muchas de estas firmas están certificadas como Empresas B, como el caso de Arytza, que hace aderezos 100% naturales sin aditivos ni conservantes artificiales. Ya tienen dos plantas, una en Buenos Aires y la otra en la Patagonia, y desde ellas exportan a los Estados Unidos, Japón Alemania, Ecuador, Chile, Paraguay y, próximamente, Brasil.
“Empezamos a exportar tímidamente. Ya habíamos ganado algunos premios internacionales (obtuvieron el reconocimiento a la mejor mostaza del mundo este año), y un par de distribuidores se interesaron. En los últimos tres años ya lo hicimos con más frecuencia”. Reconoce así Leo Merlo la importancia del éxito en las competencias, al mismo tiempo que sabe que en parte vende cultura local, porque exporta chimi y chimi picante, todo sin aditivos.
“También estamos exportando una mostaza con arándanos, de dijon y a la antigua. Un 25% de nuestra producción se vende afuera; hay un aumento del interés en el perfil de los productos. Hay un consumidor que está buscando mejorar su alimentación. Crece el consumo de una alimentación consciente”, reconoce Merlo.
El alimento del futuro
Para la consultora Boston Consulting Group (BCG) el futuro de la alimentación mundial está en las plantas. Lo que se ve como una revolución pasará a ser la normalidad en, aproximadamente, una década.
Tanto que, según esta empresa, ya el próximo año los alimentos creados a base de plantas serán equiparables en precio, textura y sabor a la carne convencional. Y en muchos casos esto ya ocurre, y son alternativas que se las consiguen fácilmente, pues están en las góndolas de los grandes supermercados y en las cadenas mundiales de comida rápida.
Ahora, si miramos 10 años para adelante, BCG señala que “el 90% de los platos más populares del mundo tendrán su variante vegetal sin perder su sabor”.
Un detalle importante es que muchos expertos aseguran que parte de este éxito estará muy ligado a cómo se comporte el manejo de los precios. Si bien hoy hay alternativas plant based que se van acercando en valor a las tradicionales, la brecha aún sigue siendo alta en muchos casos.
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