Alejandro Díaz: “Las empresas resaltan tres atributos del Gobierno: convicción, disciplina y conocimiento”

Alejandro Díaz es CEO de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en la Argentina (AmCham), la cámara que nuclea a más de 700 empresas que operan en la Argentina, de 42 rubros distintos de la actividad económica. En una entrevista con LA NACION, dijo que las empresas socias están optimistas con la situación económica de este año y señaló que del Gobierno destacan tres atributos: “convicción, disciplina y conocimiento”.

Díaz también analizó los cambios económicos y geopolíticos que podrían ocurrir con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.

–¿Cómo afecta a la Argentina la asunción de Trump en EE.UU.?

–Las empresas americanas, a diferencia de las chinas, que están absolutamente vinculadas al gobierno chino, tienen su propio análisis de riesgo, propio portafolio de inversiones, financiamiento o determinación del capital de trabajo que necesitan. Con lo cual, el cambio en general es más vinculante a lo que hace la Argentina que a un cambio de gobierno político en los Estados Unidos. Cualquiera de las empresas socias no va a cambiar el enfoque con la Argentina, excepto que el país le demuestre que las condiciones macro y microeconómicas permiten una aceleración de la inversión parcial.

–Trump invitó a pocos mandatarios del mundo, entre ellos al presidente Javier Milei.

–En lo político, la situación es distinta, obviamente. Y hubiera sido totalmente distinta si la presidenta electa hubiese sido Kamala Harris. Ahora hay una alineación ideológica previa que demuestra que la relación bilateral y personal, ya no es gobierno a gobierno, típica de estos liderazgos personalistas, como tienen Trump y Milei, va a incidir claramente en la Argentina y por ende en la economía local. El mejor ejemplo es el desarrollo del proceso de aprobación de un nuevo programa extendido del Fondo Monetario Internacional (FMI) para el país. Obviamente, no es lo mismo la incidencia que puede tener Trump para acelerar ese proceso o para fortalecerlo, que si no estuviera. En lo financiero es un elemento importante. Después, a diferencia de lo que pasó en la administración anterior de Trump, hoy todos los equipos de trabajo son trumpistas.

–¿Qué significa eso?

–Antes, Trump utilizó muchos de los recursos que estaban dentro de la estructura del republicanismo. Hoy son más extremos sus asesores, por decirlo de una manera. Están más alineados a esa política agresiva trumpista.

–¿En qué repercute?

–Primero, en la economía global. Trump habla mucho del centralismo de Estados Unidos, por encima de los demás. Lo segundo que ahora me sorprendió, por ejemplo, es lo de querer comprar Groenlandia, que significa una política expansionista. El mundo va a tener que reacomodarse. Europa se va a tener que auto-redefinir también, va a tener que replantear una consolidación del bloque europeo, que se ha demostrado más debilitado, especialmente después de la salida de Gran Bretaña y de la guerra en Ucrania.

“Europa va a estar en una situación debilitada, si no relanza una política mucho más coherente”, dice Alejandro Díaz, presidente de la AmChamAugusto Famulari

–En el último gobierno de Trump, estaba Angela Merkel en Alemania y había un Emmanuel Macron más fortalecido en Francia de lo que hoy parece.

–Ese es el gran problema que tiene Europa. El primer ministro alemán [Olaf Scholz] probablemente sea quien va a tener que desarrollar ese liderazgo. Europa va a estar en una situación debilitada, si no relanza una política mucho más coherente y EE.UU. presiona con ese protagonismo que lo lleva a buscar solucionar los conflictos globales. Desde el punto de vista económico, si Trump empieza a subir aranceles, especialmente a los productos chinos, va a tener connotaciones económicas y financieras que le tocan a la Argentina. Cuando se encarece el costo de vida americano, producto que las importaciones son más caras, implica que hay inflación americana en alza. El año allá está cerrando en 2,9%, cuando se esperaba 2%. Esto podría interrumpir la tendencia decreciente de las tasas y eso va a fortalecer el dólar y los inversores van a preferir invertir a 5 o 6 puntos en Estados Unidos que a 8 en la Argentina.

–Está describiendo un contexto global más desafiante. ¿Está la Argentina preparada?

–La Argentina está yendo a un proceso de estabilización macroeconómico donde ahora la única duda es cuándo se rompe la barrera del 2% de inflación mensual. Este año, la inflación puede estar entre 18% y 29% anual; puede haber un déficit fiscal cero o superávit; una baja monetización del Banco Central; un superávit de la balanza comercial; un aumento fuerte en las inversiones por el RIGI [Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones], especialmente en minería; una mejor exportación de gas y de petróleo, y un agro que aún está traccionando más del 60% de la balanza comercial, con un clima que parecería que no va a ser seco como en 2022 y precios internacionales que van a oscilar. Es decir, la Argentina va a tener un esquema donde va a depender mucho de sí misma y de la consistencia de las políticas públicas de esta administración, a lo cual los inversores le tienen mucha confianza. Si no, no hubiera ocurrido el fenómeno de recuperación de los títulos soberanos.

“Si las PASO no se eliminan, las ventanas para quitar el cepo se acotan: o es antes de abril o después de las elecciones”, dice Alejandro Díaz, presidente de la AmChamAugusto Famulari

–¿Qué opina del nivel del tipo de cambio? ¿Es una preocupación para las empresas que el país esté caro en dólares?

–La Argentina va a estar incluso más cara durante 2025. Dependerá de la unificación cambiaria, donde hoy la brecha está en torno a 16%. El Gobierno está monitoreando si las PASO se eliminan, porque eso determina el comienzo del periodo electoral argentino. Si las PASO no se eliminan, las ventanas para quitar el cepo se acotan: o es antes de abril o después de las elecciones. Si las PASO se eliminan o se suspenden, se extiende el primer tramo hasta los primeros cinco meses para hacer la unificación cambiaria. Eso le permite al Gobierno esperar a un desembolso del FMI, hacer una colocación de repo nuevamente y obtener algunas colocaciones de multilaterales que puedan sumar y armar una base de sustentación para luego definir entre dos alternativas posibles de política cambiaria: o el sistema administrado o el de bandas. Esa es la discusión que va a tener que presentarse dentro del programa con el FMI y acordar una mecánica de seguimiento de la evolución del tipo de cambio en un contexto libre. La segunda discusión se centrará en cuánta flexibilidad tendrá el sector financiero. Si no hay espalda política y no hay reservas en el Central, hay que ver si hay una liberación absoluta para poder girar dividendos.

–¿Hay ansiedad en las empresas por la quita del cepo?

–Las que vienen operando en el país hace 70 o 50 años, no les cambia demasiado, porque tienen un fuerte flujo de inversiones y hoy tienen una capacidad instalada que está entre el 54% y el 62% de ocupación; es decir, hay mucha capacidad ociosa para utilizar en caso de que se produzca una recuperación de la demanda. Pueden reaccionar con una oferta sin grandes inversiones en la producción. Todos queremos que se elimine el cepo, pero las empresas no están urgidas de que se elimine. Después tenemos que hablar de las empresas que están pensando en invertir en proyectos de inversión de 20 o 10 años, como la construcción de rutas. El modelo de peajes, ¿cuán sustentable será en un país que teóricamente ha destruido las concesiones con controles de precios? ¿Habrá confianza para un relanzamiento de un modelo de concesión? ¿Qué va a pasar con la infraestructura del transporte eléctrico, que es una gran limitante para las renovables?

–¿Hay financiamiento privado para todo esto?

–El modelo mundial ha sido privado, así que debería. Una empresa que va a invertir en hacer un puerto de US$20 millones, ¿va a poder confiar que va a tener un superávit monetario y de vida en el quinto año?

–¿Usted qué dice?

–Son las incertidumbres que la política tiene que equilibrar. Las elecciones de 2025 van a equilibrar y las de 2027 van a ser definitivas para saber si hay continuidad de una visión en la que el sector privado tiene el rol que se necesita. Si eso pasa y hay confianza en el manejo de las reglas claras, el financiamiento va a venir, porque ¿quién no quiere hacer una buena inversión?

–Que no haya presupuesto por segundo año consecutivo, ¿genera dudas sobre la continuidad de estas políticas?

–Institucionalmente, es preocupante, pero desde el mundo de los negocios, si un presupuesto rompe la visión macroeconómica que permitió en 12 meses tener los resultados que tenemos, prefiero no tenerlo. Si yo tengo un gobierno que me está desregulando, que tiene superávit fiscal, que en algún momento va a empezar a reducir impuestos y el Congreso lo fuerza a un presupuesto que pierde esos dotes de ser consistente en los gastos, de reducir el tamaño del Estado, que quiere darle mayor injerencia al sector público, yo prefiero que siga el Ejecutivo tomando sus propias decisiones en función de un presupuesto totalmente desactualizado. Esa es la visión econometrista.

“Institucionalmente, es preocupante, pero desde el mundo de los negocios, si un presupuesto rompe la visión macroeconómica que permitió en 12 meses tener los resultados que tenemos, prefiero no tenerlo”, dice Alejandro Díaz, presidente de la AmChamAugusto Famulari

–¿Pero no da una sensibilidad de fragilidad?

–Voy al extremo, ¿qué pasa si por cinco años consecutivos el presupuesto no es aprobado, pero llegamos a octubre de 2027 con una inflación del 5,5% anual y un recupero del 18% del poder adquisitivo? Lo aplaudo. ¿Qué importan los cinco años sin presupuesto, desde lo pragmático? Prefiero el consenso y el acuerdo, pero…

–Pero el fin justifica los medios.

–Eso sería demasiado excesivo. En la Argentina hemos visto como las políticas públicas fueron destruidas en el Congreso. Las buenas ideas que llegaron al Congreso, ninguna salió bien. El Congreso no viene con 10 años con un track record de que es el congreso francés. Es un Congreso que ha sacado la ley de góndolas, precios mínimos, etiquetado frontal, alquileres… La Argentina es compleja hasta que no haya una visión integral de qué modelo de país queremos. Claramente no existe.

–En términos de actividad económica, ¿cómo están las empresas de la cámara?

–Todos los sectores van a mostrar números positivos. Eso es lo que estamos viendo. En la industria automotriz, se proyectan ventas por 545.000 vehículos en el año. Es un crecimiento con respecto al año anterior. Son más bajos que los números de 2022 o 2023, pero hay una recuperación. Lo mismo pasa con siderurgia y construcción. No va a alcanzar para recuperar la caída del año pasado, pero van a ser positivos. El crecimiento de la economía va a andar entre 4,5% y 4,8% del PBI.

–¿Cuáles son las dudas de las empresas?

–Hay pocas dudas ya. Las empresas de afuera resaltan tres cosas del Gobierno: la convicción, la disciplina y el conocimiento. Son tres atributos que no se vieron en el pasado. La convicción, porque van en una línea y si te pones en el medio, te corren. La disciplina, porque dijeron que iban a ir al superávit y siguen así después de 13 meses. Y el conocimiento, porque ya no hay preocupación por la administración de la economía.

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