El emotivo regreso de Neymar a Santos: helicóptero bajo la lluvia y una multitud para recibir al “príncipe” que volvió como “O Rei”

Un día volvió. Pasaron apenas 12 años y parece que fueron mil, o todos los que se necesitan para apreciar el paso del tiempo. Se fue joven, con los pelos fuertes y parados, como una promesa que reubicaba al Santos en el nuevo milenio, después de O Rei Pelé en el siglo pasado.

Volvió con el rostro distinto, curtido por esos miles de años y muchas camisetas y una vincha que le marcaba la frontera entre el rostro y la cabellera. Igual que cuando se fue, se reverenció ante el público, que era distinto pero tanto como el que lo despidió. Faltaban los que ya no están y estaban los que nunca imaginaron que podían volver a tener en su equipo a un crack de su talla.

El que se fue y el que volvió no es el mismo. Aquel que se despidió en 2013 partió para fagocitarse el mundo y el que volvió, se empachó de fútbol y no tiene cuentas pendientes en su terruño: ganó tres Campeonatos Paulistas seguidos, una Copa de Brasil, y una Libertadores. Llegó porque prometió volver algún día.

Ney, bajo la lluvia, en su regreso a Santos. EFE/ Sebastiao Moreira

En todo caso, le quedará la espina con la Selección. Su apellido no está entre los campeones, pero sí tiene la medalla de goleador: 79 goles en 128 partidos para superar nada menos que, otra vez, a Pelé. Podrían haber sido más -goles y partidos- si no fuese por las lesiones recurrentes.

Su esplendor fuera de Brasil fue en Barcelona, donde forjó una dupla y una amistad con Lionel Messi que continuó brevemente en el Paris Saint-Germain. Luego, el Al-Hilal Saudi, desde donde llegó y jugó poco, algo que no le interesa a nadie en Santos, ya que llegó porque es Neymar y punto.

Neymar le agradeció al público que llenó el Vila Belmiro. EFE/ Guilherme DionizioNeymar le agradeció al público que llenó el Vila Belmiro. EFE/ Guilherme Dionizio

“Estoy muy contento, estoy muy feliz”, fue lo que le salió decir a Neymar tras secarse las lágrimas, en el centro de la cancha, con la camiseta albinegra y la vincha con la sentencia “100 % Jesús”.

Prometió “fuerza, garra, determinación, fe y osadía” mientras miles de personas coreaban su nombre. Junto al escenario, una camiseta enorme del Santos y la frase “me voy, pero volveré” que había pronunciado al momento de la despedida.

Neymar, en su regreso a Santos. REUTERS/Carla CarnielNeymar, en su regreso a Santos. REUTERS/Carla Carniel

Neymar llegó el viernes a Brasil desde Arabia Saudita tras rescindir su contrato con el Al-Hilal y se entregó a las masas. Entró al estadio acompañado por Edinho, hijo de Pelé, de sus amigos y su familia. Rezó y salió a la cancha. Pero desde que pisó su país, todo fue un homenaje constante. Y publicidad.

Al bajar las escalinatas del avión privado recibió un paquete de una plataforma de comercio electrónico. Eran los botines de su auspiciante. Esa fue la primera imagen de Neymar en el día de su presentación. Después subió a su helicóptero con las iniciales “NJR” dibujadas en la cola y, al final de la tarde, aterrizó sobre el césped de un campo de entrenamiento del Santos para firmar el contrato. Luego, la fiesta en el Vila Belmiro.

Ni el aguacero desincentivó a los hinchas más incondicionales que suspiran por revivir los tiempos de oro del Santos de Neymar. Tampoco a los dirigentes, que esperan un empujón económico para sanear las maltrechas arcas del club.

Neymar y su reverencia ante los hinchas de Santos. Foto: AP / Andre PennerNeymar y su reverencia ante los hinchas de Santos. Foto: AP / Andre Penner

El ‘efecto Neymar’ ya se nota. En pocos días se multiplicó el número de socios. La tienda del club se desbordó de clientes. Se vende como pan caliente la camiseta su nombre y el 10 a la espalda a 440 reales (unos 75 dólares), que casi representan un tercio del salario mínimo en Brasil.

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