La siembra de girasol experimentó un notable incremento en la zona núcleo de la Argentina, una región que históricamente no ha sido girasolera, según informaron desde la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. La chicharrita, una plaga que afecta al maíz en el último ciclo, llevó a muchos productores a optar por este cultivo en la región, mientras que el contexto internacional y ahora la baja de las retenciones lo favorecen. En el ciclo 2024/2025 se implantaron a nivel país 2 millones de hectáreas, por encima de los 1.850.000 de hectáreas de la campaña anterior.
Según la entidad, la superficie sembrada con girasol ha aumentado en la mayoría de las zonas productivas, destacándose especialmente en aquellas que, desde hace años, no incluían al cultivo dentro de su rotación. Sin embargo, las condiciones climáticas marcaron diferencias regionales: mientras que en el norte del país la falta de humedad al momento de la siembra redujo las expectativas, en la zona núcleo las condiciones fueron más favorables.
“El girasol del norte se siembra entre fines de julio y agosto, pero la falta de humedad en ese período afectó la zona. No se pudieron concretar los planes de siembra, bajando el área implantada. Sin embargo, lo que se pudo sembrar está en buenas condiciones”, explicó Cecilia Conde, jefa de estimaciones agrícolas de la Bolsa Cereales porteña.
A pesar de algunos retrasos en la cosecha, los primeros rendimientos en el norte han sido calificados como “muy buenos”. En cuanto a la situación del cultivo en pie, a la última semana el 85% de los lotes presentaba un estado de normal a excelente, y un 40% del total se encontraba en plena floración, con un 80% de los lotes en condiciones de normales a buenas.
Jorge Ingaramo, asesor económico de la Asociación Argentina de Girasol (Asagir), destacó que la zona núcleo no tiene una tradición girasolera, por lo que todavía existe un desconocimiento sobre el manejo del cultivo. Sin embargo, este año se ha observado un cambio en las decisiones de los productores.
“La zona núcleo no es hoy girasolera. Hay un desconocimiento fuerte todavía del cultivo. Por supuesto, por su rentabilidad bruta por hectárea, no da para pagar los alquileres que se pagan en la zona núcleo. Nunca dio, ahora sí podría llegar a dar porque los alquileres bajaron y el rendimiento potencial está en torno a los 2500-3000 kilos por hectárea”, explicó Ingaramo.
Braian Tourn, ingeniero agrónomo, coincidió en que el girasol aún enfrenta desafíos en esta región, pero destacó que el cultivo ha mostrado buenos niveles de adaptación: “El girasol tiene una ventaja clave frente al maíz: su ciclo más corto y su menor demanda hídrica. Esto permite que pueda sembrarse en ambientes con menor disponibilidad de agua sin comprometer demasiado el rendimiento”.
“En la zona núcleo, los primeros ensayos muestran que, con un buen manejo, se pueden alcanzar promedios de 2500 a 3200 kilos por hectárea, lo que hace que el cultivo sea más competitivo de lo que muchos productores creen”, señaló el ingeniero.
Además, destacó que el control de malezas y la elección del híbrido adecuado serán claves para mejorar los rendimientos en campañas futuras: “El manejo agronómico en esta región es distinto al de las zonas tradicionales de girasol, como el sudeste bonaerense. Es importante trabajar en la selección de híbridos que ofrezcan estabilidad en rendimiento y resistencia a enfermedades, especialmente en suelos de alta fertilidad como los de la zona núcleo”.
Uno de los factores que favoreció la expansión del girasol en esta campaña fue la reducción en los costos de arrendamiento en términos económicos en la región núcleo, explicaron, lo que hizo que el cultivo se volviera una opción viable en términos económicos. A esto se sumó la necesidad de los productores de diversificar los riesgos productivos en un contexto en el que el maíz quedó en parte relegado por el impacto de la chicharrita.
“La industria argentina de procesamiento de girasol opera con una alta capacidad ociosa, pudiendo aumentar su producción en un 40% sin problemas industriales, aunque afectada por el costo argentino”, explicó Ingamaro.
“A nivel global, hay escasez de girasol debido a conflictos, costos de flete y el precio del petróleo, lo que favorece las exportaciones argentinas. La relación stock-consumo es baja, y la demanda mantiene precios elevados, con un FOB estable hasta octubre, lo que sugiere buenas perspectivas para las próximas dos campañas, a pesar de la sequía y el alto costo del aceite para países importadores como India y Medio Oriente”, continuó.
Desde el sector destacaron que el girasol sigue siendo un cultivo con gran potencial de crecimiento en la Argentina. Si bien su área sembrada ha oscilado en las últimas décadas, las condiciones del mercado y los desafíos agronómicos de otros cultivos podrían favorecer su consolidación en nuevas zonas productivas.
En términos de precios, los valores del girasol han acompañado la tendencia de los aceites vegetales en el mercado internacional, lo que brinda un incentivo adicional para su producción. En este sentido, Ingaramo subrayó la importancia de seguir impulsando el cultivo en regiones donde pueda alcanzar su máximo potencial.
“La demanda internacional de aceite de girasol sigue firme, con valores que en algunos momentos superaron los 1000 dólares por tonelada FOB. Además, la industria local está trabajando con márgenes positivos, lo que favorece la comercialización interna. Si logramos estabilidad en el área sembrada y mejoras en los rendimientos, el girasol podría recuperar un rol más estratégico en la rotación agrícola del país”, explicó el asesor de Asagir.
“Históricamente, Argentina ha producido entre 3 y 4 millones de toneladas de girasol, con exportaciones que rondan el 70% de la producción total. Sin embargo, si el área sigue expandiéndose en zonas como la núcleo, podríamos pensar en volver a superar esos volúmenes en los próximos años”, agregó.
“El girasol podría ganar más protagonismo si tuviese un buen precio, en especial para la zona del sudoeste de la provincia de Buenos Aires”, comentó Tourn, por su parte. “Es siempre más económico hacer un girasol que hacer un maíz, por ejemplo. Sin embargo, el problema es que en el mercado suele valer poco, porque hay pocos compradores y es un mercado monopólico”.
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