Neymar Jr. volvió al Santos, ese gesto que Lionel Messi y Cristiano Ronaldo se deben, Maradona cumplió y para Cruyff se tornó venganza
Un amigo que lo cuestiona todo dice seguido que Manu Ginóbili tendría que haberse retirado en algún club de la Liga Nacional y no en la NBA, para tener una especie de retirada triunfal girando por todo el país, sin importar la camiseta que se prestara a lucir, y de paso darle algo de brillo a la alicaída competición local. Respeto eterno al gran Manu… pero hubiera estado bueno.
Hace unas horas, Neymar Jr. volvió a ponerse la camiseta del Santos, 12 años (y varios millones) después de su salida del club brasileño donde fue campeón de la Copa Libertadores. El último gran crack brasileño, ese que nos hace acordar de aquel Brasil que inspiraba admiración, bronca y envidia, tuerce a los casi 33 años una carrera que se había ido al tacho cuando aceptó cambiar los petrodólares del PSG por los de Arabia Saudita. Y que tocó fondo en octubre de 2023, cuando se rompió la rodilla derecha.
Lo que pase ahora con el bueno de Ney será cuestió suya y del mítico club de Vila Belmiro, que en un breve lapso de tiempo sufrió primero la muerte de Pelé y luego el primer descenso de su gloriosa historia. “Ven y vuelve a ser feliz”, lo había apurado Marcelo Teixeira, presidente del Peixe. En realidad, todos los seremos.
El fútbol se guía por el tamaño de las billeteras pero también sabe de guiños al primer amor, a pesar de que las dos estrellas máximas de este siglo no se animaron a volver: Cristiano Ronaldo y Lionel Messi.
El portugués tuvo un pequeño revival en el Manchester United, pero a la primera de cambio se calzó el turbante para irse al Al Nassr, sin importarle que en Sporting Lisboa lo esperaban. “Tal vez después de los 41 haga un breve regreso”, dijo en 2016 el que acaba de cumplir 40. Parece complicado: en junio quedará libre y en Medio Oriente le ofrecerían una fortuna para renovar.
Lo de Leo puede ser abordado desde dos frentes: en Rosario, Newell’s se muere por verlo otra vez vestido de rojo y negro como en aquellas imágenes de archivo, cuando era un chiquilín; lo mismo pasa en Barcelona, donde todavía no se perdonan no haberle dado la despedida adecuada del Nou Camp.
A favor del 10 hay que decir que nunca habló de más, como sí lo hizo el Bicho. El costado romántico de Messi parece estar dedicado por completo a la Selección Argentina, a la que siempre puso por delante de todo y todos: ya declaró que su idea es retirarse en el Inter Miami y, se supone y se desea, llegar en plenitud al Mundial 2026.
Otro que por ahora se privó un regreso con gloria fue Ángel Di María, quien estuvo a punto de arreglar con Rosario Central hasta que las amenazas a su familia le hicieron cambiar opinión y se quedó en Benfica, su primer amor en Europa. Si de fenómenos se habla, Alfredo Di Stefano tampoco volvió, al menos no como futbolista, y Pelé nunca se fue, más allá de esa breve excursión con el Cosmos.
Es curioso el caso de Johan Cruyff, que no sólo volvió a la Eridivisie de Holanda para jugar y ganarlo todo con el Ajax, sino que en su última temporada como futbolista decidió “venderse” a su clásico rival, el Feyenoord. No fue por un capricho ni por la codicia de los billetes, que en ese tiempo no abundaban, sino como una dulce venganza a una directiva que quería retirarlo tratándolo de viejo y descuidado. En Feyenoord también fue campeón, crack de cracks.
Maradona se fue con la camiseta de Boca como jugador y tiempo después lloró en la Bombonera para hacerse leyenda. Los hinchas de Argentinos Juniors tuvieron el consuelo de decirle adiós a Riquelme. En River vuelven hoy los campeones del mundo pero mucho antes lo hicieron Alonso, Francescoli, Ortega, Aimar, Lucho González, D’Alessandro, Cavenaghi, Saviola y tantos más.
Sigue la lista, que puede ser interminable si se repasa todo el fútbol argentino: Diego Milito en Racing, Verón en Estudiantes, Chilavert con Vélez, Romagnoli a San Lorenzo, Rolfi Montenegro por partida doble con Independiente y Huracán, y Guillermo a Gimnasia. Lo dicho, muchos. Aquí cerca, Luis Suárez jugó unos meses en Nacional, donde Recoba también volvió “hecho”, como se dice. Lo mismo corre para Arturo Vidal, hoy en Colo-Colo.
“No quería llegar a los 40 años y lamentarme por no haber cumplido este sueño”, dijo hace poco el vasco Ander Herrera, que nunca jugó en Boca pero se entregó a la aventura. Ese mismo pensamiento debe estar flotando desde hace tiempo en la cabeza de Leandro Paredes, que en junio cumplirá 31, justo cuando se juega el Mundial de Clubes.
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