Tras una catarata de goles, Independiente Rivadavia y Estudiantes empataron en Mendoza y se quedaron con las ganas de ser punteros
Independiente Rivadavia y Estudiantes sostuvieron un partido entretenido que no tuvo goles en la primera parte y tras una apertura del marcador sorprendente, el resto de los goles llegaron todos juntos distanciados por poco más de un minuto de diferencia entre cada uno. El 2 a 2 los dejó a ambos en una buena posición en la tabla, aunque sin la condición de punteros que ostentaban antes del inicio de la cuarta fecha del Torneo Apertura de la Liga Profesional de Fútbol.
El primer gol sorprendió a todos, menos al autor. Porque en uno de los tantos ataques que Estudiantes había intentado, Eric Meza desbordó por la derecha y mandó un centro que no llegaría a ningún compañero. Sin embargo, mientras Mauro Peinipil calculaba la trayectoria y se aseguraba que no tenía a ningún rival a la vista, el colombiano Edwin Cetré aceleró a fondo en su dirección.
Cuando el defensor del equipo mendocino hizo rebotar la pelota con el pecho para que el arquero la pudiera tomar con las manos, ya era tarde. El delantero, que había ingresado 12 minutos antes para el reinicio del partido, anticipó a Ezequiel Centurión y remató entre el defensor y el guardameta. La terrible avivada fue suficiente para que el Pincha se pensara pensara que se llevaría los tres puntos de Mendoza.
Porque hasta allí no se habían sacado diferencia y no parecía que pudieran replicarse más goles. El partido estaba trabado. El local no se había achicado y Estudiantes debió ajustarse defensivamente porque la Lepra pisaba con frecuencia el área.
Sin un dueño definitivo, los dos se habían disputado la pelota procurando el orden: el que se desacomodaba, podía sufrir. Por eso el primer tiempo terminó sin diferencias y la sensación que el que pudiera romper el cero se quedaría con los tres puntos.
Mientras que del lado del local Sebastián Villa era la carta principal, la visita se movía en tándem con una fórmula conocida: la recuperación en el medio de Santiago Ascacibar y la apertura para José Sosa o Tiago Palacios.
Pero ese gol de Cetré abrió el partido. Y si había costado tanto llegar al gol, de pronto -cuando restaban poco más de 10 minutos para el final- en un abrir y cerrar de ojos hubo otros tres goles. Primero lo empató Villa. Recibió una pelota en el medio, avanzó, se perfiló y sacó un remate desde lejos que clavó la pelota justo debajo del ángulo izquierdo del arco de Matías Mansilla.
El Pincha reanudó el juego y de esa salida del medio llegó al borde del área en tres toques. Ascacibar sacó un remate que devolvió el cuerpo de un rival y la pelota le quedó a tiro a Gabriel Neves que consiguió el gol para desnivelar nuevamente el marcador.
El gol de Villa fue a los 34 minutos, el del uruguayo a los 35. Cuando eso sucede, suele haber un bajón anímico en el equipo que después de lograr el gol recibe otro. Pero no. Otra vez, al reanudar, Independiente Rivadavia hizo exactamente lo mismo y Fabrizio Sartori alcanzó a cabecear una pelota que envió Juan Barbieri en la salida del medio. Así la Lepra volvió a empatar el juego.
La catarata de goles activó esos últimos minutos en los que el equipo de Alfredo Berti quedó mejor parado y el de Eduardo Domínguez algo desorientados.
Pero los goles, que en su mayoría llegaron todos juntos, fueron esos. No hubo tiempo para más. El partido se agotó con un 2 a 2 vibrante y definiciones para todos los gustos. Probablemente el empate no conforme a ninguno, pero ambos ya suman ocho puntos y están a dos de Argentinos, el líder de la Zona A.
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