Las ganancias de los bancos cayeron hasta 41% en 2024, con menos ayuda de sus inversiones en bonos

El sistema bancario argentino obtuvo durante el año pasado una rentabilidad que resultó entre 22,8% y 41% menor a la registrada en 2023, año en que habían obtenido un resultado extraordinario gracias al impacto que la elevada inflación y la fuerte devaluación dispuesta el 13 de diciembre de ese año tuvo sobre su cartera de inversiones, mayoritariamente compuestas por los títulos públicos emitidos por la administración Fernández con capital indexado por ambos o cualquiera de esas variables o los costosos pasivos remunerados del Banco Central (BCRA).

El conjunto de entidades financieras acumuló resultados totales integrales en moneda homogénea equivalentes a 4,1% del activo (ROA) y 15,8% del patrimonio neto (ROE), valores inferiores a los 5,3% y 26,9%, respectivamente de 2023″, explicitó hoy el Informe de Bancos que elabora el BCRA con datos actualizados hasta diciembre, lo que permite realizar el balance anual.

La marcada moderación en sus niveles positivos de rentabilidad resulta tanto de la comparación con un año previo extraordinario, como de la fuerte desaceleración que mostraron en sus utilidades en los últimos dos últimos trimestres de 2024.

En el primer caso hay que recordar que los bancos locales obtuvieron el año pasado por dichos ingresos financieros sus mejores resultados desde que debieron ajustar sus balances por inflación (en 2020) o incluso desde 2010, pese al desplome del 23,7% en términos reales que registró en ese período el crédito en pesos al sector privado.

Reacomodamiento en las utilidadesuser

En el segundo, se debe señalar que el mecanismo de capitalización de intereses que eligió la administración Milei para buena parte de los los títulos en pesos que emitió para refinanciar la deuda heredada, para poder exhibir un resultado fiscal superavitario neto, fue privando a los bancos de la posibilidad de ir contabilizando esos ingresos.

El informe oficial detalla que este desempeño interanual se verificó en todos los grupos de bancos y se explicó a nivel sistémico “fundamentalmente por el devengamiento de un menor margen financiero integral real (disminución de los resultados por títulos valores y diferencias de cotización, compensado parcialmente por menores egresos por intereses)”.

La rentabilidad del año 2024 del 15,8% sobre patrimonio ha sido buena y compara con un 2023 irrepetible por la alta inestabilidad e inflación que beneficia a los bancos y la devaluación de diciembre. La caída de la nominalidad fue afectando a los bancos a medida que fue evolucionando el año con menores rendimientos en los activos vinculados al sector público”, describió el economista Hernán del Villar, asiduo seguidor de los números del sistema.

Para este analista, el desafío viene ahora. “La rentabilidad de 2024 no será fácil de mantener: los márgenes financieros necesitarán de un buen crecimiento del crédito para sostenerse”, advierte.

Reservas de liquidez más ajustadasuser

A su vez comprueba que, dado el auge que comenzó a mostrar la demanda de crédito desde abril en adelante y el estancamiento de los depósitos en pesos, la liquidez amplia del sistema financiero en moneda nacional está “prácticamente a la mitad del nivel de diciembre de 2023″. Según datos oficiales, cayó otro 2% en el último mes de 2024, con lo que representó 35,9% de los depósitos en pesos al cierre del año.

Los bancos venían de cerrar 2023 con una liquidez en pesos que ascendía al 88,6% de sus depósitos, producto de un desborde monetario que dejó a la economía al borde de otro episodio hiperinflacionario.

En la actualidad, si a la liquidez se le suma adicionalmente la tenencia de Lecap en poder de los bancos con plazo residual inferior a tres meses, ese indicador amplio del sistema en moneda nacional ascendería a 41,2% de los depósitos en pesos, señala el informe.

Esta menor disponibilidad de las entidades (principales demandante de papeles de la deuda pública) es la que comenzó a condicionar en las últimas semanas la refinanciación de la deuda pública en pesos y obligó al Tesoro a inyectar unos $3 billones sólo en lo que va del año para remonetizar la economía.

La oferta de pesos, con un techo inelástico

El Tesoro fue armando un colchón de reservas en pesos y en dólares que se alimenta mes a mes con el superávit primario y devuelve pesos en las licitaciones frente al fuerte incremento del crédito al sector privado y la demanda de pesos (producto del desplome de la inflación/las tasas de interés y la recuperación en ‘V’ de la actividad económica), en un contexto donde la cantidad de pesos emitidos está fija en $47,7 billones”, explicó tras la última licitación de deuda el director del BCRA, Federico Furiase, miembro del equipo de confianza del ministro de Economía desde antes de su llegada al Gobierno, cuando trabajaba en la consultora Anker Latinoamérica.

Para Del Villar, director de la consultora Alpha, lo que los números muestran es que “el sistema financiero está en un período de transición donde la menor inflación y las tasas nominales de interés más bajas afectarán los márgenes y exigirán aumentar los niveles de eficiencia y productividad”.

Aún así, considera que todavía goza de una “muy buena liquidez a partir de la alta relevancia de la tenencia de colocaciones en deuda pública”.

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