Trump considera comprar aviones usados para utilizar como Air Force One por los retrasos de Boeing


WASHINGTON.- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo este miércoles que “no estaba contento” con el fabricante estadounidense de aviones Boeing, una declaración que abrió las posibilidades a que el gobierno norteamericano compre aviones usados, probablemente a un proveedor extranjero.

Este es el último intento de la Casa Blanca por aumentar la presión sobre Boeing, que tiene al menos tres años de retraso en la entrega de dos nuevos aviones para usar como Air Force One, como se denomina en el control del tráfico aéreo a cualquier avión de la Fuerza Aérea de Estados Unidos que transporta al presidente. Recientemente, Trump y la Casa Blanca criticaron al fabricante de aviones, al afirmar que no entregó un nuevo avión a tiempo.

El Air Force One, con el presidente Donald Trump a bordo, parte de la Base Conjunta Andrews, Maryland, el 14 de febrero de 2025, en direccción a West Palm Beach, Florida. (AP/Ben Curtis)Ben Curtis – AP

En una charla con reporteros a bordo de uno de los dos Boeing 747-200 de casi 35 años que se usan actualmente, Trump afirmó que se están “buscando alternativas”, porque a Boeing le está tomando “demasiado tiempo”.

“Podríamos ir y comprar un avión”, dijo el mandatario, agregando que después podría “convertirlo”. Más tarde aclaró que descartaba la compra de aviones de Airbus, la compañía europea que es el único otro proveedor mundial de grandes aviones de fuselaje ancho, pero barajaría la posibilidad de un Boeing de segunda mano. “No consideraría Airbus. Podría comprar uno de otro país, o quizás conseguir uno de otro país”.

El martes, un funcionario del gobierno estadounidense dijo que el programa Air Force One de Boeing podría retrasarse hasta 2029 o más allá, citando problemas en la cadena de suministro y requisitos cambiantes, después de que la Casa Blanca comentara durante el fin de semana que se había retrasado.

Los retrasos son frustrantes, pero poco se puede hacer para acelerar la entrega, dijo el funcionario a Reuters, añadiendo que Boeing enfrentó problemas después de que los fabricantes de algunas aeropartes cerraron.

Trump estuvo profundamente comprometido con el programa desde su campaña presidencial de 2016.

Boeing obtuvo la promesa del entonces director ejecutivo Dennis Muilenburg de limitar el costo del programa a 4000 millones de dólares. Esas cláusulas contractuales de precio fijo, cuestionadas por los analistas en su momento y finalizadas en 2018, le han costado a Boeing más de 2000 millones de dólares.

El renovado compromiso de Trump podría señalar más problemas para Boeing, que dijo que la compañía se estaba reuniendo con su aliado multimillonario en reducción de costos, Elon Musk, para tener listas las versiones más actualizadas del avión más rápido, según analistas.

No son los aviones, sino la profunda modificación para hacerlos adecuados a los requisitos de los viajes presidenciales y las autorizaciones de seguridad de alto nivel requeridas, lo que ha incrementado los costos y las demoras.

Trump ya eliminó el requisito de que la nueva generación de aviones -que se conocerán como VC-25B- puedan repostar en pleno vuelo, como los dos VC-25A existentes, que fueron diseñados durante la Guerra Fría.

Otras modificaciones incluyen equipos de comunicación altamente clasificados, mejoras de supervivencia para una serie de contingencias y escaleras autónomas, que permiten su uso en entornos de aterrizaje adversos.

La entrega estaba programada para 2024, pero se ha pospuesto para algún momento de 2027 para el primer avión y 2028 -el último año de Trump en el cargo- para el segundo, de acuerdo con la Fuerza Aérea de Estados Unidos.

Trump revisó el sábado un avión Boeing 747-800 más nuevo para chequear las nuevas características de hardware y tecnología y destacar el retraso del fabricante en la entrega de las versiones actualizadas del avión presidencial, según había informado la Casa Blanca. Trump también visitó el avión privado de 13 años que había sido propiedad de la familia real de Qatar mientras estaba estacionado en el Aeropuerto Internacional de Palm Beach.

Boeing ha enfrentado recientemente una serie de desafíos que han afectado su reputación y estabilidad financiera. En enero de 2024, un incidente en un vuelo de Alaska Airlines puso en duda la seguridad de sus aeronaves. Durante el ascenso, un panel de una puerta se desprendió debido a la falta de cuatro pernos esenciales, lo que provocó una descompresión explosiva en la cabina. Afortunadamente, no hubo víctimas fatales, pero el evento llevó a la Administración Federal de Aviación (FAA) a limitar la producción de los 737 Max 9 a 38 unidades mensuales.

La sección del fuselaje que cedió parece ser un área que puede ser una puerta de salida de emergencia adicional para algunos operadores, pero no en los aviones de Alaska Airlines

Este incidente recordó los trágicos accidentes de 2018 y 2019, donde dos 737 Max se estrellaron, resultando en la pérdida de 346 vidas.

En diciembre de 2024, un nuevo desastre golpeó a la compañía cuando un modelo 737-800 de Jeju Air se estrelló en Corea del Sur, causando la muerte de 179 personas. Este accidente, junto con una huelga de trabajadores que exigían mejores condiciones salariales, resultó en una pérdida del 27% en el valor de las acciones de Boeing durante el año.

Para abordar estos desafíos, Boeing nombró a Kelly Ortberg como nuevo CEO. Ortberg, con experiencia en la industria aeroespacial, se enfrenta a la ardua tarea de revitalizar la empresa, mejorar la cultura de seguridad y recuperar la confianza del público y de los inversores. Sin embargo, la compañía continúa enfrentando dificultades financieras, incluyendo una ampliación de capital de 24.300 millones de dólares y la necesidad de abordar problemas en su división aeroespacial.

Agencias Reuters y AP

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