La grieta en el entorno de Trump alrededor de un permiso clave que tramitan cientos de argentinos


Más allá de la batalla contra la inmigración ilegal, una bandera que levanta la gran mayoría de los republicanos, hay un debate vinculado al ingreso de extranjeros que divide a los trumpistas: la entrega de visas para trabajar legalmente en los Estados Unidos. Específicamente la discusión se centra en la visa H-1B, que tramitan las empresas para contratar a trabajadores extranjeros altamente calificados, una vía que miles de argentinos usan para radicarse en Estados Unidos.

Las visas H-1B son la principal vía de acceso para que los estudiantes universitarios y otros profesionales extranjeros puedan trabajar en los Estados Unidos, según el think tank National Foundation for American Policy (NFAP),

ARCHIVO: Trump analiza con su gabinete la crisis migratoria, durante su primera presidencia aplicó restricciones al programa H-1BAP

En su primera presidencia, Trump restringió la cantidad de pedidos de visas H-1B aprobados, de acuerdo a Stuart Anderson, director de NFAP. Pero en diciembre pasado, Trump dijo que era “un gran programa,” según el New York Post, en un cambio de postura tras el acercamiento a su gobierno de los máximos referentes tecnológicos de Estados Unidos, defensores de este tipo de programas. Sin embargo, los trumpistas de la primera hora mantienen sus objeciones a estas visas, al considerar que perjudica a los trabajadores norteamericanos.

Durante el primer gobierno de Trump, la tasa de rechazo a los pedidos de las empresas de visas H-1B para empleados nuevos llegó al 24% en 2018 y 21% en 2019, cifra muy superior al 2,5% del último año de la administración Biden en 2024, por ejemplo, según el estudio de la NFAP.

Los CEOs tecnológicos Mark Zuckerberg de Meta, Lauren Sanchez, Jeff Bezos de Amazon, Sundar Pichai de Google y Elon Musk de Tesla y SpaceX en la ceremonia inaugural de Donald Trump, el 20 de enero; apoyan el programa de visas H-1B e incluso Pichai y Musk, empezaron a trabajar en Estados Unidos gracias a este programaJULIA DEMAREE NIKHINSON – POOL

“Me fui a Estados Unidos a estudiar el máster en políticas públicas en la Universidad de Harvard, y luego hice el doctorado”, cuenta el argentino Andrés Vinelli, que actualmente es profesor en la Universidad de Georgetown y trabaja en regulación financiera en Washington. “La visa de estudiante te permite quedarte por un tiempito más haciendo pasantías, pero en algún momento se acaba y tenés que conseguir que una organización te contrate mediante el programa de visas H-1B”, cuenta Vinelli. “Es un trámite engorroso y costoso para las empresas, tienen que convocar a un concurso para el puesto y lo tenés que ganar”, explica, recordando el proceso que tuvo que atravesar en los inicios de su carrera.

Como Vinelli, todos los años cientos de argentinos se radican en Estados Unidos para trabajar con la visa H-1B, según los últimos datos publicados por los Servicios de Ciudadanía e Inmigración (USCIS, por sus siglas en inglés), dependiente del Departamento de Seguridad Interior (Homeland Security, o DHS). En 2023, último año con datos oficiales, se aprobaron 518 peticiones de H1-B para argentinos, de un total de 386.318. Pero hubo años en los cuales la cifra superó las 2000 visas para argentinos, en los primeros años de la década del 2000.

Los trumpistas coinciden en general en varios temas, como reforzar las fronteras para frenar la inmigración ilegal, reducir los gastos del Estado, bajar impuestos y desregular la economía. Pero difieren en cuanto a la inmigración legal.

Para los trumpistas “duros”, el objetivo es que las empresas produzcan en los Estados Unidos y den trabajo a los estadounidenses. Steve Bannon, estratega de Trump en las elecciones del 2016, explica que para los “populistas” -grupo en el que se incluye-, la inmigración, ya sea legal o ilegal, reduce los puestos de trabajo y los salarios de los ciudadanos estadounidenses.

Bannon y JD Vance, vicepresidente de los Estados Unidos, se han manifestado contra las visas H-1B en el pasado. Ambos estudiaron en universidades de élite -de la llamada Ivy league-, pero provienen de familias trabajadoras. Para ellos, estas familias son la columna vertebral del país. Stephen Miller, subjefe de Gabinete y asesor de Seguridad Interior, también se encuentra en este grupo.

Para los “populistas”, la H-1B es una forma de emplear profesionales extranjeros, pagándoles un sueldo inferior, a costa de los graduados estadounidenses. Para Bannon, según explicó en una entrevista reciente a The New York Times, los “oligarcas” (en referencia a los CEOs tecnológicos) apoyaron a Trump porque fueron lo suficientemente “inteligentes para saber que ganarían porque hicieron las cuentas” pero en realidad lo que les importa es contratar trabajadores extranjeros para mantener sus costos bajos. En su visión, en Silicon Valley piensan que no necesitan “del recurso más valioso, que son los ciudadanos americanos”, sino que prefieren importar “siervos que trabajan por un tercio”.

Del otro lado están los CEOs tecnológicos, muchos de ellos extranjeros, que necesitan personal altamente calificado y argumentan que en Estados Unidos no hay suficiente oferta.

Elon Musk afirmó en su cuenta de X que la razón por la que estaba en Estados Unidos “junto con tantas personas importantes que construyeron SpaceX, Tesla y cientos de otras empresas que hicieron fuerte a Estados Unidos es por la H-1B”. Antes había explicado que “existe una permanente escasez de talentos de ingeniería de excelencia. Este es el factor limitante fundamental en Silicon Valley”.

Musk le respondía a Amjad Masad, CEO y cofundador de la empresa Replit, que nació y estudió en Jordania antes de emigrar a Estados Unidos. En respuesta a si los extranjeros les “robaban” los mejores puestos a los estadounidenses con las H1-B, Masad había escrito: “Me sorprendería que fuera cierto, porque en cualquier momento hay cientos de miles de puestos vacantes en el sector tecnológico”.

Vivek Ramaswamy, un emprendedor biotecnológico republicano de padres indios y graduado con honores de Harvard y Yale, se sumó a la controversia argumentando en X que la falta de ingenieros era un tema cultural y lo resumió diciendo que en Estados Unidos se “celebraba más la prom queen (la reina en la fiesta de graduación) que el campeón de las olimpíadas de matemáticas”.

Otro argumento a favor de las visas laborales es que muchos de los inmigrantes calificados han fundado compañías que dan trabajo en Estados Unidos. En un momento en el cual las potencias mundiales no se quieren quedar afuera del desarrollo de la inteligencia artificial (IA), NFAP muestra que “el 77% de las principales empresas de IA con sede en los Estados Unidos fueron fundadas por inmigrantes o hijos de inmigrantes”.

Aunque muchos son de la India, hay de todas las nacionalidades. La revista Forbes puso como ejemplo Open AI, que tiene fundadores estadounidenses y extranjeros trabajando juntos: dos nacidos en los Estados Unidos (Sam Altman y Greg Brockman) y otros nacidos en Canadá (Ilya Sutskever), Sudáfrica (Elon Musk) y Polonia (Wojciech Zaremba).

La revista también mencionó a la compañía Pachama fundada por dos argentinos, Diego Saez Gil y Tomás Aftalión, que utiliza inteligencia artificial y datos satelitales para estimar el carbono almacenado en los bosques e ingresó en 2023 en el ranking de Forbes IA 50.

Diego Saez-Gil, ex-fundador de Bluesmart, creó Pachama, un mercado que permite a las empresas comprar créditos de carbono para compensar las emisiones

Existen varios tipos de visas para ingresar legalmente a los Estados Unidos, dependiendo de la finalidad del viaje. Dentro de las que tramitan los empleadores, están la H-1B y la L1 que corresponde a trasladados intracompañía, empleados que ya trabajan para una empresa y son transferidos a Estados Unidos. Luego existen las visas E2 (inversores) y O1 (para personas con habilidades o logros extraordinarios), que las piden los particulares.

El programa de visas H-1B, creado por el Congreso en 1990 y reformado por la administración Biden para hacerlo más ágil, permite a los empleadores contratar a trabajadores extranjeros “en ocupaciones que requieren conocimientos altamente especializados y una licenciatura o posgrado en la especialidad, o su equivalente”.

Según el último informe oficial publicado, correspondiente a 2023, la edad mediana de las solicitudes a nivel global fue de 33 años, y el 65% de los pedidos llegaron desde el sector tecnológico. La mediana del salario fue de 118.000 dólares anuales.

El límite anual para nuevas visas es de 65.000, más 20.000 para egresados de postgrados realizados en Estados Unidos, según la regulación actual. Los empleadores pueden ser empresas, bancos, consultoras, ONGs, instituciones científicas, universidades, entre otros.

Las empresas deben pagar por cada solicitud (un promedio de US$2500, y hasta US$10.000 las grandes empresas) y con esos fondos, la idea es que el gobierno invierta en la formación de los estadounidenses. Por otra parte, hay que demostrar que se le pagará al profesional extranjero un salario que no sea inferior al del mercado y que no hay estadounidenses disponibles para esa posición.

Las solicitudes (conocidas en inglés como Labor Condition Application o LCA) las hace primero el empleador al Departamento de Trabajo (DOL, por sus siglas en inglés) y una vez aprobadas se pueden tramitar las visas H-1B para los postulantes.

Anderson explica que durante la primera presidencia de Trump, las tasas de aprobación de solicitudes cayeron y la cantidad de requerimientos adicionales para aprobar las solicitudes se incrementaron. Por lo tanto, advierte, hay que ver qué sucederá ahora. Según Carla Anzaldi, abogada de inmigración basada en Miami, algunas visas “podrían verse afectadas por la política Buy America, Hire America que prioriza la contratación de trabajadores locales”.

De acuerdo con el sitio Myvisajobs, los empleadores que realizaron más peticiones para 2025 son empresas tecnológicas y consultoras como Amazon, Ernst & Young, Google, Microsoft, Meta, Intel. La empresa Tesla, de Musk, aparece en la posición 22. No todas las peticiones terminan siendo aprobadas por el gobierno, pero brinda un panorama de los empleadores que más buscan profesionales extranjeros.

Los trabajadores más requeridos están relacionados con los sectores de tecnología y matemáticas. Le siguen arquitectura, ingeniería, administración, finanzas, biología, física, ciencias sociales, salud, educación, arte, diseño, entretenimiento, deportes, medios, derecho y ventas, en ese orden.

Según el DHS, en 2023 los más beneficiados por las visas H-1B, nuevas o por renovación, fueron los ciudadanos de la India, con 279.386 peticiones aprobadas, que representa el 72% del total (386.318), seguidos por China, con 279.386 (11,7%); Filipinas, con 4619 (1,2%); Canadá con 3852 (1%); y Corea del Sur con 3603 (0,9%).

Sundar Pichai asumió las riendas de Google en 2015, estudió ingeniería en la India y luego se fue a estudiar a las universidades de Stanford y Wharton y se quedó trabajando gracias al programa de visas H-1B; el 70% de estas visas beneficia a profesionales de la IndiaLluís Gene

Según los últimos datos oficiales, en el 2023 se aprobaron 518 peticiones de visas H-1B para los nacidos en Argentina, de los cuales 199 fueron mujeres y 319 hombres. Pero hubo años con un número mayor: desde 2003 a 2008, la Argentina figuraba en el ranking de los 20 países más beneficiados. El récord fue en 2004, con 2384 peticiones aprobadas. A estas cifras hay que sumarle a los cónyuges, que muchas veces son profesionales y pueden trabajar tramitando un permiso de trabajo, y los hijos.

El Departamento de Estado publica las estadísticas de las visas emitidas por las oficinas consulares, que no incluyen todos los pedidos aprobados de las empresas ya que muchos candidatos ya se encuentran en Estados Unidos como estudiantes o porque se trata de renovaciones o cambio de status migratorios, pero brinda una idea de cuáles son las visas con las que salen los argentinos para trabajar en los Estados Unidos.

Los datos oficiales sobre la emisión de visas laborales para argentinos desde 1997 a 2003 muestran una clara fluctuación del peso de las H-1B en relación a otras a lo largo de los años. El récord de visas de trabajo se produjo después de la crisis del 2001. Al año siguiente se emitieron 1644 visas H-1B y 1098 visas L1 para profesionales que se fueron a trabajar a Estados Unidos, además de los familiares, muy por encima de los otros tipo de permisos.

Desde entonces las cifras de las visas H1B han ido cayendo, hasta llegar a las 328 en 2023. Esta cifra fue superada en 2023 por las 732 visas L1, 339 visas O1 para personas con habilidades extraordinarias y 763 visas E2 para inversores.

   

Mientras tanto, la emisión de visas E2 y O1 para argentinos tocó su máximo en 2022, cuando se emitieron 1122 visas para inversores y 438 para personas con habilidades o logros extraordinarios, luego de la implementación en la Argentina del llamado “impuesto a las grandes fortunas”.

Las visas L1 o H-1B suelen otorgarse por tres años, y luego se pueden renovar por otros tres como máximo, frente a lo cual muchos empleadores que quieren retener a los empleados extranjeros optan por tramitar la green card. Además, como la gran mayoría tiene entre 30 y 40 años, muchos tienen hijos en Estados Unidos, que son ciudadanos estadounidenses y se terminan quedando tramitando la nacionalización.

Marcelo Ginestel cuenta a LA NACION que trabajaba en una multinacional en Buenos Aires y se fue en 2002, el año récord. “Siempre estuvo en nuestros planes tener una experiencia profesional y la oportunidad de vivir en el exterior. Llegamos a Estados Unidos con visa de trabajo L1 y luego de unos años obtuvimos la green card esponsoreados por la empresa. Nuestros hijos nacieron aquí y decidimos que éste sería nuestro nuevo hogar, por lo cual nos nacionalizamos hace un par de años”, repasa.

Marcelo Ginestel fue trasladado por una multinacional en el 2002, trabajó en México y Estados Unidos con la visa L1, luego la empresa lo sponsoreó para la green card y terminó nacionalizándoseMarcelo Ginestel

Por otro lado, un tipo de visa que está en ascenso es la de los intercambios estudiantiles, la J1, cuyo número fue en ascenso, desde 1233 visas en 1997 al récord de 8542 visas en 2023. Estas visas incluyen a estudiantes, pasantes y también estudiantes que van a Estados Unidos durante el verano para trabajar con el programa work & travel.

Por Marcela García Torres

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