Elon Musk, una estrella del entorno de Donald Trump que comienza a causarle problemas
El cohete partió el jueves de Texas, cruzó como un rayo el firmamento y a los pocos minutos explotó, diseminando una lluvia de escombros en llamas cerca de Florida y Bahamas, lo que obligó a cerrar por unas horas varios aeropuertos del sur de Estados Unidos.
El aparato había sido lanzado por SpaceX, la empresa de Elon Musk, y fue otra señal de alarma en tiempos que asoman complicados para el hombre más rico del mundo y hoy pieza clave del gobierno de Donald Trump.
Ese mismo día, Musk se había peleado en la Casa Blanca con parte de los ministros en una reunión de gabinete, que se atrevieron a cuestionar su tarea como “recortador serial” del Estado.
Pero no fue un incidente aislado: la figura de este empresario excéntrico y disruptivo -que luce gorritas, anteojos de sol y sobretodo, y que lleva a su hijo de 3 años en sus hombros en el Salón Oval- empieza a ser cuestionada: más allá de las previsibles críticas de la oposición demócrata, ya enfrenta embates judiciales, de los propios legisladores republicanos y de inversionistas que se preocupan por el rumbo de las empresas del magnate.
Y, en un tema más que sensible para Trump, las encuestas empiezan a marcar un disgusto con la figura de este multimillonario a cargo de la agencia DOGE (Departamento de Eficiencia Gubernamental), que esgrime la motosierra por los distintos sectores del Estado.
Según los detalles que reveló The New York Times sobre el encuentro el jueves en la Casa Blanca, Musk discutió primero con el secretario de Estado Marco Rubio: lo acusaba de que no había recortado suficientes puestos de trabajo en su departamento. El ministro le replicó que estaba mintiendo, que más de 1.500 personas habían pedido el retiro.
También Musk discutió con el secretario de Transporte, Sean Duffy, que acusó al equipo del magnate de querer despedir a los controladores aéreos. “Tengo que ocuparme de varios accidentes aéreos, ¿y tu gente quiere que despida a los controladores?”, le disparó Duffy.
El secretario de Asuntos de los Veteranos, Doug Collins, también protestó contra Musk porque sus recortes afectarán a miles de veteranos de guerra, un poderoso electorado y una parte importante de la base política de Trump. Collins le advirtió que debían ser estratégicos y depurar con cuidado a la gente del departamento.
Trump intentó poner paños fríos, elogió el trabajo de DOGE, pero también tuvo palabras en favor de sus ministros. Al día siguiente, el presidente publicó en su red social que sus funcionarios debían ser muy precisos sobre quién se quedará y quién se irá. “Decimos el “bisturí” en lugar del “hacha””, aclaró Trump. “La combinación de ellos, Elon, DOGE y otras grandes personas podrán hacer cosas a un nivel histórico”.
En términos argentinos, dijo que cambiaría la motosierra por un bisturí.
Quejas contra la motosierra de Elon Musk
La reunión fue la primera vez en la que algunos de los ministros presentaron sus quejas sobre el trabajo de Musk, cuyo rol en el gobierno está siendo cuestionado desde varios frentes, incluso desde el mundo empresarial porque ya hay inversionistas que creen que tanto esfuerzo en la Casa Blanca impacta negativamente en sus negocios.
Además, este frente de tormenta sobreviene cuando Trump también enfrenta críticas por su turbulenta política de arancelamiento a México, Canadá, China y otros países, que es cuestionada por los economistas porque generaría inflación y posible recesión y desempleo en Estados Unidos. Mientras tanto, Wall Street –el termómetro preferido del presidente– acusa con fuerza el impacto el caótico panorama con bajas que preocupan a los inversionistas y repercuten a nivel global.
Sin experiencia en política pero con unos US$300 millones puestos en la campaña de Trump, Musk llegó a Washington al frente de la agencia DOGE, aunque legalmente no es el jefe porque no su rol como empresario contratista del Estado no lo permitiría.
Con una brigada de veinteañeros tecnológicos invadieron todos los ministerios para registrar los sistemas y detectar sectores ineficientes o favorables a las políticas de género, diversidad e inclusión (que Trump prometió erradicar) para ser eliminados. Hubo enormes cuestionamientos por el acceso a información sensible de personas que no estaban autorizadas.

Entre las medidas más contundentes, DOGE instaló un retiro voluntario, paralizó fondos para ONGs que tenían programas sociales en EE.UU. y en el mundo, desmanteló la agencia de ayuda USAID e intimó por correo electrónico a los empleados públicos a que en un mail consignaran qué tareas habían hecho en la semana, una orden que alarmó y confundió a millones de personas y que luego fue matizada por los propios jefes de los distintos ministerios.
Juicios contra las medidas del millonario
Hay varios juicios en curso por sus acciones. En uno de ellos, un juez federal prohibió a DOGE acceder a los sistemas del Departamento del Tesoro, en respuesta a una demanda de 19 fiscales generales demócratas. También se frenó judicialmente el congelamiento de fondos para ONGs, pero en la práctica está todo incierto. No se sabe si llegará el dinero, todos tienen temor de perder el trabajo. Reina la confusión y el miedo entre los empleados públicos.
Varios legisladores republicanos, que volvieron estas primeras semanas de gobierno de Trump a sus distritos en distintos puntos del país, reportaron que había descontento por el caos y los recortes en beneficios y en envíos de partidas sociales a municipios. En privado, algunos dijeron estar preocupados por el precio político que podrían pagar por DOGE, ya que los electores inundan sus oficinas con llamadas telefónicas enojadas por la confusión general y se presentan en las municipalidades para reclamar.
“En mi estado, es todo sobre trabajo y economía”, dijo la senadora republicana Shelley Moore Capito, de West Virginia, uno de los estados más conservadores y trumpistas. “Y cada ve que alguien pierde su trabajo, es un riesgo político para cualquiera que esté en el poder”, señaló la senadora que dijo que ha recibido llamadas angustiadas de sus representados.

El miércoles, Trump recibió a legisladores y a Musk y el magnate prometió mejorar la comunicación con los congresistas. Incluso les dio el número de celular a varios para que pudieran despejar dudas personalmente.
Señales de alerta
Las encuestas no muestran números favorables para el magnate y enciende una señal de alerta en la Casa Blanca. Un sondeo del Washington Post/Ipsos señala que apenas uno de cada tres estadounidenses (34%) aprueba el trabajo que Musk está haciendo dentro del gobierno federal.
Uno de cada cuatro (26%) aprueba que Musk cierre programas del gobierno que él decide que son innecesarios. Y a la mayoría (63%) le preocupa que el equipo de Musk tenga acceso a algunas bases de datos del gobierno federal que tienen información personal de la Seguridad Social, Medicare y fiscales de los estadounidenses.
Otra encuesta de Pew Survey señala que un 54% tiene una visión no favorable de Musk. Navigator Research mostró que el empresario es hoy menos popular que el presidente.
Pero la reunión en la Casa Blanca fue el primer indicio significativo de que el descontento con Musk llegaba al gabinete y que Trump estaba dispuesto a poner algunos límites a la motosierra de DOGE. “Es muy importante que reduzcamos los niveles a donde deberían estar, pero también es importante mantener a las personas mejores y más productivas”, explicó Trump.
La oposición demócrata, todavía en shock por la derrota, busca sacar beneficios de la controvertida influencia del magnate y le apuntan más que a Trump. Lo acusan de recortar beneficios y de hacer subir la inflación, diseminan su foto mientras hace un aparente saludo nazi y lanzan avisos que dicen que el gobierno recorta gastos sociales “para financiar baja de impuestos masivos para Elon Musk y los multimillonarios”.
Inquietud en el mundo financiero
Pero la preocupación también viene desde el mundo financiero. Si bien las acciones de Tesla se dispararon un 91% tras las elecciones (los inversores anticipaban que Musk y su empresa de automóviles serían los grandes ganadores como resultado del segundo mandato de Trump), desde que Trump asumió el poder y Musk comenzó a ejercerlo, han perdido un 38% de su valor total.
“En el momento de las elecciones, no estaba claro cuán visible sería Musk (en la administración Trump)”, dijo Gene Munster, socio gerente de Deepwater Asset Management. “Algunos creían que todo el asunto de DOGE no despegaría. En este momento, los inversores de Tesla consideran que Musk tiene más autoridad que Trump. Hay algo de daño a la marca que viene de eso”.

Las ventas de los autos Tesla -otrora símbolo del progresismo ambientalista- en Estados Unidos sufrieron una caída del 16% entre diciembre y enero, según una estimación de Cox Automotive. En Europa la baja fue mucho más abrupta: 45% en enero, según la firma de investigación Jato Dynamics, incluso cuando las ventas generales de vehículos eléctricos aumentaron.
Además, a medida que aumentan las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos, los chinos podrían apuntar a las importaciones de Tesla.
La tensión se ve en las calles. Algunos opositores pegan stickers en sus autos con consignas contra el magnate: “Anti Elon Tesla Club”, “Compré esto antes de que Elon se volviera loco”, se lee en los coches. Hubo en los últimos días protestas fuera de las tiendas de Tesla en todo el país y algunas fueron vandalizadas, como también varios de sus autos en las calles.
Además de ser dueño de Tesla, Musk tiene un imperio diverso que va desde los cohetes de SpaceX a los satélites de Starlink pasando por los chips neuronales de Neuralink entre varias de sus empresas y algunos temen que el intenso nuevo rol del billonario haga que descuide sus empresas. “Creo que hay limitaciones naturales a lo que puede hacer. Tiene mucho en marcha”, dijo Munster.
Trump comienza a advertir el riesgo de Musk, pero aún admira su talento, su desenfado y su trabajo. Ante los signos de alarma, ya avisó que los recortes serán menos drásticos.
Pero el presidente tiene que moverse con cuidado para no afectar su relación con el magnate porque no solo el hombre más rico del mundo le aporta millones sino también una masa de tuiteros en X que fue fundamental en la campaña y lo seguirá siendo durante su gestión. A Trump no le conviene tener a Elon Musk de enemigo.
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