Un café con el Beto Márcico enfrente de la Bombonera: del “Boca tiene que estar en la Libertadores” a “un abogado te puede arruinar la vida”

Alberto Márcico camina por Barracas con la naturalidad de quien nunca salió del barrio. Y salió, porque durante siete años vivió ininterrumpidamente en Toulouse, Francia, donde se convirtió en figura del equipo de esa ciudad. Le pasó lo mismo con cada camiseta que se puso: primero la de Ferro, con el que fue campeón en los Nacionales de 1982 y 1984, más tarde la de Boca y por último la de Gimnasia La Plata. El mismo entusiasmo con distintos colores, un privilegio del que apenas un puñado de futbolistas puede jactarse.

Aunque extraña Francia y apunta a Toulouse como la mejor ciudad del planeta, Barracas sigue siendo su lugar en el mundo. Cuando jugaba en Boca, después de los partidos caminaba derecho por Brandsen hasta Montes de Oca para ir a lo de su madre. Sus hermanos siguen en el barrio, a pocas cuadras de donde cuando eran una familia de siete vivían todos en una misma habitación de una casa con baño en el patio.

Camina y a cada paso lo reconforta algo que le vale doble: la gente lo reconoce, le pide fotos y le agradece goles. Doble, porque lo que recibe es cariño y nadie lo señala por un asunto que lo tiene preocupado hace cinco años, cuando lo denunciaron ante la Justicia por una presunta estafa inmobiliaria. Cambió de abogados y los nuevos no le dejan que haga públicas las pruebas que –asegura- lo librarán de culpa y cargo cuando en unos días se conozca el fallo de la Justicia.

Márcico invitó a Clarín al barrio. La cita para la entrevista es junto a la Bombonera, que cuando no hay partido es uno de los puntos turísticos más concurridos de Buenos Aires. La sensación térmica supera los 40 grados y un vendedor de agua le pide una selfie y le recuerda que algunos años atrás ya se sacaron una foto. “¿Te acordás, Beto?”, le pregunta con una ingenuidad asombrosa. Y le aporta otro dato: “Yo estaba con la moto”. “¡Claro! Que te sacaste el casco”, le devuelve con picardía. Y sale la nueva foto.

Alberto Márcico y una selfie en la puerta de la Bombonera. Foto: Luciano Thieberger.

Antes de la entrevista vio la puerta abierta de su escuela en la infancia y pidió entrar para reencontrarse con esos rincones. Ahora pide la mesa que tiene el ventanal con mejor vista a la Bombonera en El Genovés, un restaurante que asomó el año pasado en el ecosistema de La Boca. “Yo me hice socio a los 12 años, acá en la pileta eran mis vacaciones”, dice con el dedo apuntando a la Bombonera.

Volviste a la Argentina por Boca, ya proyectabas la vida en Francia ¿Es así?

-Totalmente. Dos veces volví por Boca. La primera cuando aparece la oportunidad para venir a jugar. Después del retiro volví a Toulouse, pero volví cuando se dio la posibilidad de ser ayudante del Maestro (Oscar) Tabárez (en 2002). Yo me siento terriblemente identificado con Boca porque fue toda mi juventud.

-Halcones y palomas: ¿Tan dividido estaba el plantel de Boca en tu época?

-Nooo. Eso era simplemente porque había un grupo que le gustaba salir sin las esposas o novias, los halcones, y otro que las querían traer, las palomas. Todo un chiste, estaba todo bien entre nosotros, pero lamentablemente fuimos muy boludos en no saberlo parar porque eso nos jugó en contra. Un partido contra San Lorenzo que ganábamos 1 a 0 y lo perdimos 2 a 1, nos chiflaron a todos porque pensaban que estábamos todos peleados y por eso habíamos perdido.

-Igual, los halcones eran un poco explosivos… recuerdo una foto tuya saltando una ola con una moto de agua.

-Seee, seeee. Nosotros teníamos algunas cositas. Manteca (Martínez) y yo éramos fanáticos de las motos. Manteca después terminó corriendo carreras. También se sumó (Blas) Giunta, pero él tenía una motito chiquita de un cilindro… Nosotros teníamos de cuatro, unas bestias. Creo que después de eso Boca modificó los contratos, jejeje.

Márcico en Boca, como en su casa. Foto: Luciano Thieberger. Márcico en Boca, como en su casa. Foto: Luciano Thieberger.

-¿Y Boca hoy, como ves el presente del equipo?

-Todos pensamos que (Fernando) Gago era el técnico para el momento de Boca, que tuvo mala suerte con los anteriores: (Jorge) Almirón, que llegó a la final de la Libertadores pero no le dio importancia al torneo local, (Diego) Martínez, que no encontró el equipo… Gago está siendo lo mismo en el sentido de cambiar tanto el equipo. Yo creo que eso no es lo mejor para Boca, hay que tener una base. Gago sabe cuál es el ADN bostero.

-Un equipo que metedor y sobre todo defensivo, que en su momento, después cuando tiene la pelota, ataca. Si querés con seis, siete jugadores o como quieras, pero cuando perdés la pelota tienen que defender todos. Los hinchas piden entrega y cuando no se ven reflejados en el equipo, la gente de Boca tiene sus rechazos y es lo que está pasando. El otro día (Miguel) Merentiel trabó con todo, tiró todo al carajo, y la gente se levantó como loca.

-Se quedó Gago después de la eliminación, ¿puede mejorar el presente de Boca?

-Si cambia, sí. Escuché la declaración de (el DT de River Marcelo) Gallardo después de perder en los penales con Talleres: ‘Si tengo que cambiar, voy a cambiar’, dijo. Así que yo creo que Gago tiene que cambiar. Ahora hay que apuntar a ganar la Copa Argentina y los enfrentamientos que tenga con River, en la Copa Argentina o en el campeonato, jugarlos a lo boca y no perderlos.

-¿Para asegurarse la próxima Libertadores?

-Boca tiene que estar clasificado a la Copa Libertadores antes del Mundial de Clubes. Tiene que clasificar y no depender más de una tabla general, no depender de que un equipo te ayude saliendo campeón y se libere un cupo… Boca no puede llegar a eso y llegó a eso. Gago puede dar vuelta la historia, salió de acá, aunque se fue joven sabe lo que es Boca.

Márcico desayuna con Clarín en El Genovés. Foto: Luciano Thieberger. Márcico desayuna con Clarín en El Genovés. Foto: Luciano Thieberger.

Cada respuesta de Márcico termina con alguna risa. Tiene la cadencia del barrio en sus expresiones y una estridencia que le permite a otros comensales seguir el hilo de la conversación sin mayores problemas. Cuando el tema no es Boca ni el recuerdo, el tono cambia. La causa por estafa está por llegar al tramo final y Beto está “tranquilo” y esperanzado con el fallo que se avecina, tras cinco años de investigación. Ahora habla algo más pausado y mide sus palabras. Se nota que sigue el consejo de sus abogados para no hablar de más.

-Hago presencias, estoy con lo de las peñas (de Boca), la radio. De todo un poco. Esperando que se resuelva ese asunto para volver a lo mio.

-¿Qué pasó, estafaste, sos víctima, es un malentendido?

-Malentendido, ninguno. Está clarísimo. Cada persona a la que le vendí un departamento, está viviendo dónde compró. Los reclamos son totalmente injustos. (Los que me denunciaron) son prestamistas, gente que se dedica a prestar dinero: no compraron ni una baldosa, son prestamistas 100 por ciento, se les devolvió la plata y no devolvieron la documentación (en garantía) y me enfrascaron con esa documentación cuando la fui a recuperar (N de la R: le reclamaban la propiedad). Nada más. Como yo no pude recuperar la documentación se tiraron al penal…

-Entrampado por los abogados. La verdad es que tuve una defensa que no fue la mejor. Justamente no fue buena, sino estaría todo absolutamente solucionado. Veinte años estuve en la construcción… Decían que había doble boleta, ¡no había doble boleta! Pero estoy por terminar con todo eso y después, seguramente, voy a dar las explicaciones que se merecen. Porque a veces se escucha cada barbaridad… Si vos ves las personas que me están tratando (de estafador): una estuvo prófuga de la justicia y otro fue político, tendría que tener su dinero declarado y no tenía nada declarado. Ahora lo están investigando por lavado de dinero y coimas en el fútbol.

-Sos optimista, entonces…

-Estoy muy, muy, tranquilo. Si no, no estaría, no estaría trabajando ni saliendo a la calle. Esto que me hicieron estos cinco años que no puedo trabajar como lo hacía con la constructora, es terrible.

-¿Pensás retomar después del fallo?

-¡Sí, totalmente! Espero que finalice lo antes posible esto. El daño que me hicieron… mirá, tanto los abogados civiles como penalistas que tuve al comienzo no me defendieron y ahora pienso: un abogado te puede arruinar la vida, la carrera. Estuve muy mal asesorado, terriblemente mal asesorado. Ahora con los abogados nuevos se encarriló un poquito todo. El día de mañana voy a tener que ir a ver personas para que me puedan ayudar y arrancar otra vez. Empezar de nuevo.

Márcico delante del escudo al que le aportó una estrella tras 12 años de sequía. Foto: Luciano Thieberger. Márcico delante del escudo al que le aportó una estrella tras 12 años de sequía. Foto: Luciano Thieberger.

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