Por el impacto de la suba de la carne y a pesar de que la depreciación mensual del peso se ralentizó desde el mes pasado, el proceso de desinflación -clave para el Gobierno en un año electoral- hizo una pausa en un contexto marcado por la volatilidad de los mercados globales y la convulsionada política interna. El IPC fue de 2,4% en febrero.
El último mes con esa variación había sido noviembre (2,4%) de 2024. En enero, el IPC había registrado un 2,2%. La suba de los precios acumuló 4,7% en el primer bimestre. En los últimos 12 meses sumó 66,9% (la mejor medida desde junio de 2022).
En marzo, un mes estacionalmente alto -habitualmente si no hay cisnes negros en otra época del año se trata del período con mayor variación del IPC- golpearían los rubros de Educación, la carne y la ropa.
La división de mayor aumento en el mes fue Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles (3,7%), por las alzas en Alquiler de la vivienda y gastos conexos y Electricidad, gas y otros combustibles. Le siguió Alimentos y bebidas no alcohólicas (3,2%), principalmente por incrementos en Carnes y derivados.
La inflación núcleo, que no contempla datos estacionales ni regulados, marcó 2,9%. Había sido 2,4% el mes previo.
El Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) del Banco Central (BCRA) había proyectado para el mes pasado un avance de un 2,3%. Por primera vez, aparecían miradas muy divergentes -que iban entre 1,9% y 2,8%- entre los economistas consultados en la previa del dato que publicó este viernes el Indec.
En lo que fue una sorpresa, el ente estadístico de la Ciudad de Buenos Aires había informado durante esta semana que había relevado un 2,1% para el mes pasado. Este indicador, que siempre se publica unos días antes que el IPC, suele estar por encima del dato nacional. Sin embargo, el número núcleo porteño no mostraba una desaceleración. Allí, el peso de los alimentos en el índice es menor al que registra el organismo que dirige Marco Lavagna y se verificó una considerable rebaja en los valores de los pasajes de avión, un factor estacional que pesa mucho más en el indicador del instituto que dirige José María Donati.
Desde noviembre, en el sector ganadero ya se anticipaba una recuperación de los precios de la carne. A mediados de febrero se visualizaban alzas cercanas al 18% frente a tres semanas previas. Con relación al trimestre anterior, la suba era de 28%. En la estructura de ponderadores del IPC-GBA, el peso de la carne es de 6,98%, el más alto de dentro del capítulo de Alimentos.
A mediados de enero, el BCRA anunció que bajaría el crawling peg (la microdevaluación mensual del peso) en febrero del 2% al 1%. Fue el primer cambio oficial en el esquema cambiario. “En un contexto de recuperación de la actividad económica y aumento estacional de precios, tanto la inflación de los últimos meses como las observaciones de alta frecuencia confirman una inflación observada a la baja y por debajo de las expectativas relevadas en el mercado. El ajuste para el tipo de cambio continúa cumpliendo el rol de un ancla complementaria en las expectativas de inflación”, se explicó entonces en un comunicado oficial.
El REM espera para este año un alza de 23,3% en los precios, una variación superior a las expectativas del Ministerio de Economía plasmadas en el proyecto de Presupuesto 2025, que no fue tratado en el Congreso en sesiones ordinarias ni incluido en extraordinarias. Allí se estimaba un 18%. La inflación cerró el año pasado en 117,8%, una clara desaceleración frente al 211,4% que dejaron Alberto Fernández y Cristina Kirchner al cierre de 2023. Fue entonces el peor dato en más de tres décadas en la Argentina.
El mismo relevamiento entre analistas del mercado y bancos espera que la inflación comience con un uno adelante a partir de abril próximo y que llegue a ser 1,5% en agosto, casi en la previa electoral.
“El IPC Nacional registró una variación de 2,4% en febrero. Con esta variación, la inflación en el segundo mes del año fue la menor para un febrero desde el año 2020″, afirmaron en el Ministerio de Economía luego de conocido el dato oficial. “El sendero de reducción en la inflación que comenzó en 2024 se da en un contexto de crecimiento del nivel de actividad (+5,5% interanual en diciembre según el Estimador Mensual de Actividad Económica), los ingresos de la población (+18% interanual el salario promedio del sector privado registrado) y el crédito al sector privado (+4,6% m/m sin estacionalidad en febrero los préstamos en pesos)”, agregaron desde la cartera que conduce Luis Caputo.
El Presidente había dejado trascender en su discurso de apertura de sesiones ordinarias en el Congreso que podría haber reveses en el proceso de desinflación, la bandera de su gestión. “Tampoco significa que no vaya a haber volatilidad. La vida no funciona de esa manera; no es un movimiento rectilíneo uniforme, siempre hay altos y bajos, momentos de tensión y momentos de tranquilidad. Así ha ocurrido con el proceso de desinflación y así ocurrirá con el proceso de crecimiento”, dijo Milei entonces.
El proceso de desinflación, que el Gobierno basó en el déficit y la emisión cero, y en un ancla cambiaria que fortificó desde febrero, fue significativo. Pasó de un 25,5% mensual en diciembre de 2023 a un 2,2% en enero de este año. Ese fue el mejor número para un mes desde julio de 2020, cuando se estaba en cuarentena y con una economía repleta de congelamientos y controles.
En cambio, la baja de la inflación actual se impulsó con una normalización de los precios relativos, entre ellos, del dólar (con una devaluación inicial) y de las tarifas. Con relación al tipo de cambio, existe ahora un debate entre analistas que hablan de atraso y el Gobierno, que lo niega, pese a que en las últimas semanas, el equipo económico reconoció que hay precios en dólares altos.
En medio de errores no forzados -el caso Libra o el nombramiento de polémicos jueces en la Corte Suprema a través de un DNU- y de un mercado financiero internacional convulsionado por las decisiones del presidente Donald Trump con los aranceles, la baja de los precios sigue siendo un pilar fundamental para el Gobierno de cara a las elecciones del 26 de octubre próximo. Para pavimentar ese camino, el equipo económico está negociando un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) del que aún se desconocen los detalles. Sin embargo, ese hito llegaría recién entre fines de este mes y mediados de abril. Por eso, es tan significativo para la gestión libertaria seguir mostrando resultados con la inflación en el corto plazo.
La situación es tan sensible que el propio Indec frenó el recambio del IPC nacional elaborado por los técnicos del organismo con base en una nueva encuesta de gastos del hogar. El temor, afirman quienes trabajaron con la supervisión del FMI en ese índice, es que la inflación marque un piso más elevado que el actual. Eso explicaría la demora en el recambio. LA NACION consultó a las autoridades del organismo, pero allí no dieron respuestas.
“No es un buen dato”, dijo el economista de Empiria Federico González Rouco. “Nada dramático, nada caótico”, agregó el experto que, sin embargo, alertó por el aumento de la inflación núcleo. “Una parte de la aceleración de la núcleo puede venir por alimentos, la carne, y es puntual, pero esto confirma también que se esperaba que el dato de febrero fuera algo peor al de enero. A mí, igualmente, me sorprende el aumento de la núcleo”, reiteró el especialista.
“La inflación efectivamente estuvo muy en línea con lo que esperábamos, que era un poquito por arriba de enero”, agregó Lorenzo Sigaut Gravina, economista de Equilibra. “Hubo una fuerte aceleración de la inflación núcleo, porque febrero confirmó lo que ya sabemos, que es un mes estacionalmente tranquilo, de hecho hubo deflación del 0,8% en los precios estacionales, y a pesar de eso la inflación se aceleró. Claramente, la responsable de la aceleración es la inflación núcleo, que pasó de 2,4% en enero a 2,9%, y en particular Alimentos y bebidas”, agregó Sigaut Gravina.
“El problema es que estamos siguiendo Alimentos y Bebidas. Ya relevadas la primera o segunda semana de marzo, sigue subiendo, no tanto la carne, pero se suman lácteos y verduras. Así que marzo también parece que vamos a tener Alimentos y bebidas bastante fuerte, y eso que, a diferencia de febrero, marzo suele tener aumentos particulares elevados, como la educación. La única buena diría es que los servicios, que venían performando o subiendo siempre muy por arriba de los bienes, ahora se achicó bastante la brecha en febrero, fue de las menores”, explicó el economista.
“La pregunta es si se llega en abril a perforar el 2%. No me queda del todo claro; quizás en mayo sí, pero para mayo falta mucho y queda ver si en el medio tenemos un acuerdo con el FMI y algún cambio en la política cambiaria”, cerró el economista, que prevé un aumento de los precios de 2,5% para el mes actual.
Los comentarios están cerrados.