El dólar volverá a ser un termómetro en estas horas. Y la temperatura que marque dependerá de lo que ocurra en tres dimensiones en disputa entre un oficialismo que viene de varios traspiés, pero que domina la escena, y una oposición aún inorgánica, pero en proceso de rearme. Esos tres puntos de choque son la calle, el Congreso y el mercado.
Estas intersecciones se enmarcan en un contexto de incertidumbre económica y política, más allá de la estabilización macro que logró imponer hasta ahora el ministro de Economía, Luis Caputo. Es que la escena comienza a estar dominada por dos preguntas que van ganando lugar en la mente de quienes apostarían (o no) su dinero en la Argentina. ¿Puede volver Cristina Kirchner? La Libertad Avanza tomó nota. Competiría en la capital con el PRO, pero la foto de Javier Milei y su hermana y secretaria general de la presidencia, Karina Milei, con Cristian Ritondo y Diego Santilli, empieza a hablar de una colaboración en la provincia de Buenos Aires, el bastión de la expresidenta. En el centro de la foto del encuentro, en la que también estuvieron Eduardo “Lule” Menem y Sebastián Pareja, hay un reloj de arena. ¿Una respuesta al desafío lanzado por Cristina Kirchner sobre la sostenibilidad del proyecto libertario? ¿A quién se le acabará finalmente el tiempo?
La segunda pregunta gira en torno a los detalles de las llamadas prior actions –que tienen ansiosos a muchos actores económicos– enmarcadas en el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y que definirían un nuevo esquema cambiario y la llegada de dólares frescos que servirán al gobierno de Javier Milei para pavimentar un proceso de desinflación, la principal bandera proselitista del oficialismo, de cara a las elecciones de octubre. La suba de precios se aceleró levemente en febrero y probablemente continúe alta este mes. Son datos que aprovechará la oposición, pese a que el kirchnerismo dejó la peor inflación en más de tres décadas.
La sensación que quiso generar el Gobierno sobre la inminencia de un Staff Level Agreement para calmar el ruido que venía de los mercados internacionales –y que contagiaba las acciones y bonos locales–, terminó duplicando la ansiedad entre ejecutivos de finanzas que se juegan sus pellejos si no captan el timing perfecto a la hora de apostar al peso o al dólar.
Subido a un reclamo legítimo de los jubilados, la oposición testeó al Gobierno en la calle el miércoles pasado. Es la otra bandera que levanta La Libertad Avanza: el orden público. Detrás está la mentada gobernabilidad por la que Pepe Albistur deglutía pochoclos en Pinamar el año pasado. Pero además, el kirchnerismo busca que lo que “diga la calle” se convierta en un engranaje más –con el ajuste por las obras, por ejemplo, en Bahía Blanca– en un relato para capitalizar descontentos. Esa calle de militantes también sumará “ruido” al consenso social que pide el FMI para un acuerdo. ¿El peligro? En el Gobierno no persuaden; avanzan frente al desafío. Incluso algunos satélites oficialistas festejan excesos.
El consenso no existe en el Congreso. Por eso, el apuro del oficialismo y aliados en una sesión especial para aprobar el DNU sobre el acuerdo con el FMI. Con el aval solo de Diputados, donde el Gobierno puede forzar una mayoría gracias a los aliados, el DNU quedará firme. El dilema quedó planteado: el decreto no tiene los detalles del Programa de Facilidades Extendidas, lo que elevó la queja por el pedido oficial de aprobar un “cheque en blanco”, pero no aprobarle una herramienta clave al Gobierno podría provocar una turbulencia cambiaria, ya que pondría en jaque los futuros pagos de deuda sin acceso al mercado y con la imposibilidad de levantar el cepo (lo que ayudaría, explican en el Gobierno, a bajar el riesgo país).
La falta de precisiones oficiales sobre el camino a recorrer con el Fondo se llena con rumores bien y malintencionados. El viernes, los temores provocaron ventas de US$474 millones del Banco Central (BCRA) y coberturas en futuros. Si bien los pesos que circulan son menos, las reservas netas siguen siendo negativas: solo basta con que cambien las expectativas para que caiga la demanda de dinero y se amplíe la brecha, actualmente en el 17% (CCL y oficial).
“Serán los que esperan una devaluación”, se quejaban en el quinto piso del Ministerio de Economía el viernes por la tarde, cuando por los menos tres fuentes negaban que fueran a haber anuncios sobre el acuerdo con el FMI y el tipo de cambio durante el fin de semana que pasó.
En otro mostrador contaban que el organismo internacional había peloteado con dos importantes economistas desafíos vinculados al debatido atraso cambiario. Dos fuentes oficiales dijeron que era una “locura” y que el Fondo nunca daría detalles sobre lo que viene. “Mucho menos algo que sea mentira”, estimaron en Economía aludiendo a la devaluación supuestamente pedida. Ambos economistas negaron haber tenido esas conversaciones.
Entre los bancos y los Agentes de Liquidación y Compensación (ALyC) sonaba, en tanto, que un banco –con roces ya con el oficialismo– había cerrado alguna posición vendida en futuros de dólar. Algunos especulaban con que habría querido forzar un alza de tasas en la última licitación. Desde el Gobierno lo descartaron. “Puede que haya habido ejecución de posiciones, pero nadie nos ha querido imponer cosas. Nosotros actuamos acorde a nuestros planes. A las nubes no les importa lo que digan los meteorólogos”, ironizaron en la Casa Rosada.
“Algunas empresas estuvieron repagando créditos en dólares. Al no haber algo puntual, es algo más bien macro. Hay un poco de miedo respecto de algún posible cambio de política cambiaria con el acuerdo con el FMI”, dijeron en un banco líder. “Algunos corporativos están desarmando posiciones para pagar préstamos en dólares; están desarmando posiciones y comprando dólares para cancelar algunos [préstamos] intercompany, ante la incertidumbre de qué puede pasar con el Fondo”, dijo otro importante banquero.
Sin información oficial para aplacar las ansias, surgió hasta la superstición. “Cada vez que cambia el managment en el banco hubo quilombo en el país”, recordaba un ejecutivo del ICBC. A fines de mes, se va Alejandro Ledesma, gerente general del banco y hace días renunció su tesorero, Fernando Negri. Todo, claro, por “razones personales”.
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