Un bombardeo desde un parapente motorizado arrasa una aldea de un país desgarrado por la guerra civil
BANGKOK.- Una nueva masacre sacudió al centro de Myanmar. Al menos 24 personas, incluidos niños, murieron y más de 50 resultaron heridas cuando el ejército atacó una aldea con un parapente motorizado durante una ceremonia budista en la región central de Sagaing, según testigos, miembros de grupos de resistencia y reportes en medios locales.
El ataque ocurrió el lunes por la noche en la aldea de Bon To, unos 90 kilómetros al oeste de Mandalay, donde más de 100 personas se habían reunido en el recinto de una escuela primaria para celebrar la Fiesta de las Luces, la tradición que marca el fin de la Cuaresma budista.
El bombardeo ocurrió en medio de una concentración pacífica que pedía la liberación de prisioneros políticos, incluida Aung San Suu Kyi, la líder depuesta tras el golpe militar de 2021.
“La gente sostenía unas velas y un minuto después estaban en el suelo, hechos pedazos. Había niños completamente destrozados”, dijo una organizadora del festival, que pidió anonimato por seguridad.
De acuerdo con un combatiente de la resistencia local que habló con la agencia AP bajo condición de anonimato, un parapente motorizado -también conocido como paramotor- lanzó dos bombas alrededor de las 7.15 de la tarde. Las explosiones provocaron la muerte inmediata de entre 20 y 40 personas y heridas a más de 50, entre ellas al propio testigo.
El aparato regresó horas después y arrojó otras dos bombas, aunque sin causar nuevas víctimas.
El combatiente de la resistencia dijo que se había emitido una alerta a través de una red de celulares y walkie-talkies que había rastreado el parapente desde el comando militar noroccidental del ejército en Monywa, a unos 25 kilómetros al norte de la aldea de Bon To.
Un residente local que también asistió a la ceremonia dijo que la multitud comenzó a dispersarse después de recibir el aviso, pero el parapente llegó antes de lo esperado.
“Salí disparado. Al principio pensé que me habían separado de toda la parte inferior del cuerpo. La toqué y me di cuenta de que las piernas seguían ahí”, relató un manifestante de 30 años que participaba del evento.
Otro residente que ayudó en las tareas de rescate confirmó que al menos 24 personas habían muerto, aunque advirtió que el número podría ser mayor, ya que los familiares y voluntarios recuperaron los cuerpos de manera independiente.
Amnistía Internacional condenó el ataque y pidió medidas inmediatas para proteger a la población civil. “Los informes nauseabundos que emergen del terreno deberían servir como una llamada de atención espeluznante de que los civiles en Myanmar necesitan protección urgente”, señaló la organización en un comunicado. “La comunidad internacional parece haberse olvidado del conflicto en Birmania. La junta militar aprovecha esa falta de escrutinio para perpetrar crímenes de guerra con impunidad”, denunció Joe Freeman, investigador para el país de la ONG.
Myanmar atraviesa una guerra civil desde el golpe de Estado de febrero de 2021, cuando los militares derrocaron al gobierno civil electo de Suu Kyi. Desde entonces, las fuerzas de seguridad asesinaron a más de 7300 personas, según datos recopilados por organizaciones no gubernamentales, y son al menos dos millones de personas las desplazadas por el conflicto. Gran parte del país, incluida la región de Sagaing, está bajo control de fuerzas de resistencia.
El ataque del lunes también evidencia un nuevo patrón en las tácticas del ejército de Myanmar. Además de los aviones de combate y helicópteros fabricados en China y Rusia, las fuerzas armadas intensificaron desde el año pasado el uso de parapentes motorizados, una tecnología más rudimentaria y económica. Las fuerzas de resistencia, en tanto, carecen de defensas efectivas contra cualquier tipo de ataque aéreo.
El vocero de la junta militar no respondió a las llamadas en busca de comentarios. En ocasiones anteriores, el ejército ha negado atacar deliberadamente a civiles. Sin embargo, los grupos de resistencia y organizaciones de derechos humanos sostienen que los bombardeos y ataques aéreos contra aldeas se han vuelto una práctica habitual en el conflicto que desangra al país desde hace más de cuatro años.
Agencias AP y Reuters
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