Una por una, las peleas más picantes del nuevo canciller británico con los K
El sorpresivo regreso al gabinete británico del ex primer ministro David Cameron (2010-2016) merece un repaso de sus fuertes desencuentros con la Argentina. En particular porque su paso por el poder coincidió con la gestión presidencial de Cristina Kirchner, con quien Cameron protagonizó los más fuertes choques con el Reino Unido que se recuerden desde el final de la guerra de 1982.
De ahí que su nombramiento el último lunes como nuevo secretario de Relaciones Exteriores para la Naciones de la Mancomunidad del Reino Unido, es decir como canciller del premier Rishi Sunak -este martes mantuvo su primera reunión dentro del Gabinete-, cobre relevancia por lo que pueda esperarse del vínculo bilateral si ganan las presidenciales Sergio Massa o Javier Milei.
El ministro embistió contra el libertario en el debate presidencial del domingo y también este martes en una recorrida de campaña por sus laxas palabras sobre la soberanía argentina de las Malvinas y por su fascinación sobre la figura de Margaret Thatcher.
Uno de los momentos más álgidos en ese enfrentamiento tuvo lugar a lo largo de 2012, el año del trigésimo aniversario de la guerra por las islas las Malvinas.
Tras una serie de intercambios verbales y notas de protesta, Londres impuso una restricción a las empresas británicas para que no pudieran vender ningún tipo de armamento que sirviera para uso militar o civil a las Fuerzas Armadas de la Argentina.
El embargo, que data en realidad desde 1982, afectó fuertemente el aprovisionamiento argentino y en 2018, ya durante la gestión de Mauricio Macri, fue flexibilizado aunque parcialmente.
Ese año, Cristina y Cameron protagonizaron un nuevo episodio casi televisivo. Fue en el Centro de Convenciones de Los Cabos, en Mexico, adonde ambos estaban presentes para participar de una Cumbre del G20.
En determinado momento en el que la entonces presidenta se estaba quejando, como lo solía hacer, de la prensa, Cameron se le acercó con unos colaboradores y le pidió que la Argentina respetara el referéndum que habían convocado los isleños (en realidad no vinculante) y que un año después dio como resultado que el 99% optara por seguir siendo británico.
"No estoy proponiendo una discusión completa sobre las Falklands (sic) ahora, pero espero que usted haya notado que ellos (los isleños) harán un referéndum, y usted debería respetar sus puntos de vista. Debemos creer en la autodeterminación y actuar como democracias que somos aquí en el G-20", planteo el ex premier según un comunicado de entonces del Downing Street.
En aquel momento, cuando Cameron se le acercó, la ex presidenta intentó darle un sobre. Este contenía un listado de las resoluciones de las Naciones Unidas que llaman al diálogo sobre la soberanía de Malvinas y que Londres rechaza.
Para entonces, los Kirchner tenían una retórica ultranacionalista respecto al reclamo de soberanía y una política sumamente dura hacia los isleños, que no hizo más que endurecer también a los británicos en todos los sectores. Cameron, líder de los conservadores de aquel entonces, tampoco dudó en hacer política doméstica con el conflicto.
Cristina llamaba a los isleños “Okupas”, y sugirió que les iba a prohibir el permiso de vuelo sobre territorio nacional que hace Lan Chile (hoy Latam) desde 1999. Es la ruta de la ciudad chilena de Punta Arenas desde Mount Pleasant, y con una escala mensual en la argentina Río Gallegos.
La ex presidenta logró que el Mercosur emitiera una declaración de prohibición de barcos con banderas kelpers en sus puertos, lo que nunca se cumplió en los hechos. Y comenzó a incrementar las amenazas de sanciones para pesqueras y petroleras internacionales que operaran en las aguas en disputa. El Congreso acompañó a la hoy vicepresidenta con leyes al respecto.
No menos irritó a británicos y kelpers que desde los ministerios de Exteriores y Defensa de Argentina mantuvieran conversaciones con China y Rusia para la compra de aviones de combate. Estos estarían disponibles para sobrevolar el Atlántico Sur. El fallecido ex canciller Héctor Timerman elevó fuertemente la retórica con duras embestidas a Londres, que replicaba cada oración con lo que llaman el "derecho de autodeterminación de las Islas Falkland".
La base de exploración del espacio profundo que levantó el gobierno de la potencia asiática en Neuquén generó más inquietud en el Reino Unido, contrarrestadas en Argentina por la acusación de que la base y Aeropuerto de Mount Pleasant es de uso británico y de la OTAN.
La llegada al poder de Mauricio Macri, en 2015, marcó un rumbo diferente en las relaciones con el Reino Unido que volvieron a endurecerse con el cambio de poder hacia Alberto Fernández, en 2019. Pero los choques nunca fueron comparables a los de Cristina y Cameron, que se llamaron mutuamente "colonialistas".
En el Foro Económico de Davos, de enero de 2016, Macri y Cameron se dieron la mano y prometieron reiniciar el diálogo. En aquella reunión estuvieron presentes el entonces jefe de Gabinete, Marcos Peña, el secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo y el mismísimo Sergio Massa. El hoy ministro y candidato Massa viajó con Macri para representar una nueva oposición abierta al diálogo. El intento fracasó. Y hoy son enemigos.
Hay otra coincidencia en la historia de Cameron y la Argentina menos conocida.
La prensa británica está criticando fuertemente la vuelta al Gabinete del hombre que los llevó al referéndum en el que se aprobó el Brexit, la salida de la Unión Europea. Dicen que como estaba aburrido en su vida privada decidió volver a la gestión.
Este martes contaban que rara vez hay vueltas a integrar el gabinete de ministros de quienes hace años no son miembros del Parlamento. Es el caso de Cameron. Y también contaban otro. El de Peter Carrington, que dejó de ser secretario de Estado para la Energía en 1974, y volvió en 1979 al gobierno como canciller de Margaret Thatcher. Y fue quien estuvo al frente de la ofensiva diplomática durante la guerra con Argentina de 1982.
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