Las historias más increíbles que dejó el blanqueo

Algunos banqueros dicen que el blanqueo de capitales generó escenarios “dantescos”. Otros, lo definen como “un infierno” de billetes. En los últimos meses, se vio gente entrando a las sucursales con bolsas de residuos, mochilas, valijas y hasta cajas de manzanas repletas de dólares y pesos argentinos para adherirse al Régimen de Regularización de Activos. Es una iniciativa que suele reflotarse en todos los gobiernos, a sabiendas de que cerca de la mitad de la economía opera bajo la informalidad.

El pico de consultas para abrir una Cuenta Especial para Regularización de Activos (CERA), con filas en las sucursales y depósitos de billetes récord, se dio en los últimos días de septiembre, cuando la primera etapa estaba próxima a vencer. Por esos días, había autos que paraban en doble fila para bajar bolsos con dinero, lo que motivó al Ministerio de Economía a prorrogar la fecha hasta el próximo 31 de octubre, la única en la que se podrá blanquear efectivo.

Al momento, ingresaron al sistema cerca de US$13.000 millones en depósitos en dólares del sector privado, aunque hay algunos puntos que son más “calientes” que otros. Las sedes bancarias que están en la zona de Microcentro, Nordelta, Córdoba y Mendoza fueron algunas donde se notó más movimiento. E incluso hubo clientes que abrieron tres o cuatro cuentas CERA en distintas sucursales bancarias. La explicación que dan desde las entidades financieras es que, como la medida no tiene costo de apertura por la cuenta y únicamente se paga una alícuota del 5% por el excedente de US$100.000, hubo argentinos que encontraron esta manera para dividir la regularización de activos y hacerlo tanto en cuentas personales como jurídicas.

“Se llegó en octubre a lo que pensábamos que sería para diciembre”, dijeron desde un banco privado, que al momento lleva 35.000 cuentas CERA abiertas con un saldo de US$1900 millones. Esta última cifra siguió en ascenso, a pesar de que en los primeros días de octubre se registraron retiros de depósitos. En otra entidad financiera líder se abrieron 53.046 cuentas, de las cuales 12% se crearon en octubre. En total, allí se regularizaron US$1894 millones, a pesar de que se retiraron US$410 millones en lo que va del mes (un 14%).

Fotografía del tesoro de un banco, repleto de pesos; el blanqueo de capitales hizo que se acelere la ocupación de los llamados “sarcófagos” de dinero

Sin embargo, esa montaña de billetes también provocó demoras operativas, horas extra de los bancarios contando la plata y los tesoros desbordados desde el piso hasta el techo. En una sucursal que un banco privado tiene en Capital Federal, un cliente apareció con más de US$17 millones en efectivo. En otra entidad, pero con sede en la provincia de Buenos Aires, un hombre se acercó un viernes media hora antes del cierre para depositar $500 millones. “Pobres cajeros. Ese día, se fueron tarde a casa”, bromean desde el sector, a sabiendas de que el circuito del dinero no termina allí.

Tras recibir los pesos en la caja, se tienen que contar (más de una vez), calificar por tipo de papel (como nuevo, gastado o destruido), armar “ladrillos” de dinero, envolverlos en un plástico termosellado y guardarlos en los llamados “sarcófagos”, un lugar donde se custodia el dinero a la espera de que algún día el Banco Central pase a buscarlos. “Todavía tenemos billetes del blanqueo que esperan ser contados”, dijo el gerente de otra entidad.

Los dólares tuvieron sus propios inconvenientes, sobre todo para los clientes. Aunque en agosto el Banco Central le comunicó a los bancos que asumiría el costo de enviar dólares estadounidenses deteriorados, manchados o de series anteriores (los “cara chica”) hasta la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), en la práctica muchas entidades financieras prefirieron no adherirse. Esta medida, que buscaba impulsar el blanqueo, era “voluntaria” y “gratuita”. No obstante, desde el sector dicen que acondicionar los billetes para mandar a Estados Unidos cuesta casi lo mismo que contratar al Bank of America y que se encargue de todo el proceso.

“El cajero me enseñó cómo lavar los billetes con lavandina en gel, a ver si me los toman”, contó a LA NACION un cliente que buscó regularizar parte de sus ahorros. No fue el único caso. En comunidades como Reddit se crearon foros para enseñar paso a paso cómo acondicionar los billetes en mal estado. La fórmula: mezclar una parte de lavandina con una parte de agua, y remojarlos durante unos 20 minutos.

Fotografía de dólares rechazados en un banco privado por manchas, que se intentaron limpiar con lavandina

De esta forma, otra clienta logró que le tomen ocho de los 64 billetes de US$100 que le habían rebotado en una sucursal ubicada en la zona oeste de Buenos Aires. “Están muy blanquitos, parecen pasados por lavandina. Vamos a ver si te los toma”, fue la respuesta del cajero, antes de pasarlos por la máquina de contar dinero. La goma de borrar o lápiz de borrar tinta fueron otras de las técnicas más usadas para hacer desaparecer algunas manchas e intentar dejar los dólares como nuevos.

Los viajes también fueron protagonistas del blanqueo. Como las cuevas aumentaron las comisiones para transferencias internacionales (5% del total de la transacción) y hubo contribuyentes que no quisieron hacer transferencia vía banco para evitar que la cuenta del exterior quede bajo el radar estatal o no pudieron hacerlo porque la cuenta no era “espejo” (es decir, estaba bajo nombres de una sociedad y no del titular, lo que impedía transferir a cuenta CERA), prefirieron comprarse un pasaje al exterior y traer el efectivo en barco (desde Uruguay) o en avión (desde Estados Unidos).

La normativa vigente permite ingresar hasta US$10.000 a la Argentina sin declarar, pero en caso de traer montos más grandes es necesario hacer una declaración ante la AFIP (próximamente ARCA) mediante el formulario OM 2249A. Eso sí: únicamente se puede sacar plata del país vía transferencia bancaria. “Preguntamos en Aduana y a Estados Unidos y los dos nos permitían venir a la Argentina con más de US$10.000. Nos salió más barato viajar dos semanas y traer los dólares encima, que hacer la transferencia”, contó otro contribuyente, que ingresó unos US$30.000. Una historia más de tantas que dejó este nuevo blanqueo.

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