En Uruguay no hay el hiperliberalismo que plantea Milei, ni los populismos socializantes que plantean otros gobiernos de América Latina
Dos veces presidente de Uruguay por el histórico Partido Colorado, primero con el retorno de la democracia y después entre 1995 y 2000, a los 88 años Julio María Sanguinetti vive en una modesta vivienda de Punta Carretas, en Montevideo.
Acaba de lanzar su nuevo libro “Memorias de una pasión” y a tres días de las elecciones presidenciales y de los dos plebiscitos, en el living de su casa habla con Clarín sobre los modos de Javier Milei y su política económica.
Siempre de camisa, corbata y zapatos, Sanguinetti, que fue senador hasta 2020, también define a la estabilidad uruguaya, la “amenaza” de la consulta popular que definirá si estatizan las jubilaciones, algo que compara con el kirchnerismo y le pide al Mercosur negociar con China.
-Pareciera que tiene más importancia el plebiscito por el tema previsional que los candidatos presidenciales.
-La elección obviamente es muy relevante como toda la elección de gobierno. La otra es más que relevante porque supone un cambio cualitativo en la imagen del país, en su capacidad de inversión y en su acceso a los mercados financieros. Que acá hagamos lo que hizo el kirchnerismo en 2008 es funesto. Para la dimensión económica del Uruguay, si para cualquier país vale la credibilidad para nosotros vale el triple. El Uruguay vive de la confianza, vive de la estabilidad. Con el colega (José) Mujica hemos estado predicando los últimos dos, tres años en simposios de todo tipo, con empresarios brasileños, argentinos, el Uruguay de las reglas claras, de la previsibilidad, de la seguridad jurídica. En el mismo momento que apañemos 24 mil millones de dólares de los ahorristas de las AFAPS (Administradoras de Fondos de Ahorro Previsional), ese Uruguay se termina y aparece los nubarrones del Uruguay con alguna sombra kirchnerista. Eso le da al plebiscito, entonces, una relevancia de otra magnitud.
-¿La elección entre los candidatos presidenciales no cambia tanto como el plebiscito?
-No da lo mismo, aún cuando en el Uruguay hoy podemos hablar de ciertos consensos básicos. Son los que nos permiten decir que el Uruguay no tiene la famosa grieta de la que se habla tanto en nuestra América Latina porque hay un consenso básico. Hoy ya nadie discute la democracia liberal, la economía de mercado, nadie discute la necesidad del equilibrio macroeconómico, nadie discute los males de la inflación. A partir de allí bueno viene las sensibilidades distintas para encarar el tema.
-¿Los tres candidatos con más posibilidades son de centro pero con matices?
-Básicamente los candidatos representan dos proyectos de centro. Lo que ocurre es que en el Frente Amplio, así como hay claramente esa definición del presidente, el sindicalismo tiene una fuerza muy importante y el Partido Comunista tiene una fuerza importante mucho más allá de lo electoral. Ellos son quienes han propiciado este plebiscito constitucional. Tanta fuerza política tienen que el Frente Amplio tuvo que declarar libertad de acción para sus afiliados y su dirigencia, que si bien no está de acuerdo con el plebiscito, no lo explicita porque justamente teme enfrentarse a esa dirección sindical. El Frente Amplio tiene esa contradicción interna entre un sindicalismo que es de entonación marxista, aunque luego actúe dentro de las reglas de juego, pero es un sindicalismo marxista populista de los años 60.
-¿En qué se diferencian?
-No somos lo mismo porque cada uno lo administra desde un ángulo. La coalición republicana ha demostrado que administra el Estado uruguayo desde su concepción clásica que es liberal progresista o social democrática. El Estado uruguayo es un estado social democrático, que lo puede administrar alguien más liberal o alguien más social demócrata, pero el Estado en sí es un estado social democrático. Acá no hay los hiperliberalismo como plantea Milei, ni hay los populismos más socializantes como plantean otros gobiernos de América Latina.
-¿Qué chances tiene la Coalición?
-La coalición republicana tiene en su favor la gestión del Gobierno. Gestionó bien la pandemia, acá el Frente preconizaba la política de Alberto Fernández, y se enfrentaron claramente los dos modelos. El Gobierno salió bien, el crecimiento se retomó, hoy la construcción está en el nivel máximo de su historia con 56.000 trabajadores, se crearon 100.000 empleos nuevos, el salario real está recuperado con relación al periodo anterior, los valores básicos están. Pero en nuestro país las dos coaliciones son muy parejas y se van a definir en los márgenes. La elección anterior se definió por uno y medio por ciento.
-En los últimos 10 años gobernó el Frente Amplio y la Coalición. El crecimiento fue más o menos del 1%. ¿Con el ‘civismo uruguayo’, llevarse bien entre los políticos alcanza?
-No, por supuesto que no alcanza. El Uruguay en particular es radicalmente sensible al mercado exterior. Nuestro mercado interior es muy pequeño, el Uruguay vive de la exportación y de la inversión externa, entonces es fundamental lo que ocurre en el mundo. Los gobiernos uruguayos administran una situación donde la coyuntura internacional es fundamental. El país tiene que hacer reformas estructurales y las ha venido haciendo. Por primera vez en la historia el primer producto de exportación uruguayo no es ni la carne ni la lana, es la celulosa. Imaginar que en Uruguay haya algún producto que le gane a la carne, hubiera sido bastante impensable sin embargo, hoy lo es.
Julio María Sanguinetti y la definición sobre Javier Milei
-Habló de Javier Milei como híperliberal, usted es liberal ¿Puede explicar la diferencia?
-Una cosa es la concepción ideológica de Milei, otra cosa es la relación Argentina-Uruguay. En el segundo aspecto, diría que hoy tenemos una muy buena relación, el gobierno de Milei ha sido muy positivo en el razonamiento con nosotros, especialmente en los temas portuarios y en los temas que son fundamentales para Uruguay. En cuanto al gobierno argentino diría tiene por un lado una propuesta utópica irrealizable y un rumbo que sin embargo lo lleva en la buena dirección. Y me gustaría que intentara hacerlo con mejores modales, concebido esto no solo como una elegancia protocolar, sino como un mejor medio de relacionamiento del Gobierno con su propia sociedad.
-Sobre todo el respeto. A veces puede no haber diálogo pero tiene que haber un respeto mayor, me parece. Es lo que a mí me gustaría.
-¿Es lo que usted cultiva con sus rivales del Frente Amplio?
-Es lo que cultivamos por suerte aquí entre toda la dirigencia política. Es una cosa que me gustaría ver, como digo, mejor en el gobierno argentino.
-Y dentro de la región, ¿Ahora con Milei cambia la relación de Uruguay en el Mercosur?
-En la región tenemos dos visiones, una Mercosur y una más allá. La relación Mercosur es histórica e irrenunciable porque la geografía manda. También es verdad que nuestro concepto de Mercosur no sintoniza hoy con el que hasta ahora ha predominado. ¿Por qué? Por verlo demasiado cerrado. Brasil tiene una gran tendencia al cierre, la Argentina la tuvo, hoy ya menos y confiamos en que podría lograrse una concepción mucho más aperturista de la que estamos viviendo. Yo creo que eso es imprescindible para el Mercosur. No estamos en la época de oro de la globalización, que ya pasó. Pero, no por eso, hemos retornado al mundo proteccionista de la segunda posguerra. El Mercosur tiene que entender que tiene que relacionarse mejor con la zona más expansiva del mundo económicamente que es el Oriente, a través del Pacífico, de acuerdos con China, a través de lo que sea. Pero esto de mirarnos al ombligo nos limita el crecimiento, claramente. Tenemos que crecer más tenemos que crecer más y eso reza para todos los miembros del Mercosur.
-¿Con Milei acercándose a China hay más posibilidades?
-Yo diría que sí. Ahora acercándose a China puede haber que ahí vamos a tener una mayor posibilidad. EE.UU. sigue siendo una potencia líder pero no ejerce un liderazgo absoluto. Rusia ha dejado de serlo y se supone que estaría sustituido por China en ese liderazgo pero no es así. China no ejerce el mismo liderazgo que ejerció en su tiempo la Unión Soviética. Es totalmente distinto y para bien, porque China no nos está queriendo exportar el modelo político y ni nos está queriendo interferir en la política, es un imperio estrictamente comercial.
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