El Fan Fest de la final de la Copa Libertadores en Buenos Aires: Domínguez inauguró el espacio y respondió sobre el caso Spreen

La final de Libertadores se juega en Buenos Aires y como si fuera una piedra en el zapato para el futbol argentino, son dos equipos brasileños los que buscarán ponerle una chapita con su nombre al trofeo que solamente levantan los mejores de Sudamérica. Desde 2018 en adelante, los campeones fueron brasileños y el domingo la Confederación Brasileña de Fútbol quedará a uno de alcanzar a la de Argentina, que con 25 conquistas es quien más veces levantó el trofeo con algunos de sus clubes. Cómo un circo que llega con su carpa al pueblo, la Conmebol desembarcó a la orilla de Vicente López del Río de la Plata con el suyo.

El miércoles se inauguró el fan fest, una kermesse sofisticada en la que cada auspiciante tiene su stand, muestra su producto y la gente tiene una experiencia con el fútbol, en este caso una final, que usualmente no se caracteriza a los eventos futbolísticos. Hinchas sin problemas por los colores de la camiseta que tiene el otro, brasileños en la casa del campeón del Mundo y de América, a punto de disputar la Libertadores como una venganza silenciosa. Tudo bom.

“Es una experiencia nueva, para que la gente conozca de cerca la historia de la Libertadores, para que puedan convivir y vivir en armonía el público de ambos equipos y el local, que puede venir acá y compartir”, contextualiza el propio Alejandro Domínguez, presidente de Conmebol, en una rueda de prensa al pie de una réplica gigante de la copa en cuestión.

Dominguez está ahí mismo, en el Paseo de la Costa de Vicente López, epicentro de la previa para los hinchas de Atlético Mineiro y Botafogo –ya había bastantes del equipo de Belo Horizonte– y para todos los simpatizantes del fútbol que tengan ganas de disfrutar otra manera de ver el partido. Mucho merchandising, souvenirs, juegos para los chicos, premios, música con un disc jockey y una pantalla, fundamental, para que la principal atracción no pase desapercibida: ahí se verá el partido de fútbol del domingo.

Para la inauguración, Domínguez llegó acompañado del dueño de casa, la intendenta de la comuna Soledad Martínez, y ambos hicieron un corte cinta simbólico, con la copa original como testigo principal. No estuvo el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) Claudio Tapia, pero sí sus responsables de Seguridad que trabajaron en conjunto con los hombres de Conmebol que flanquearon a Dominguez como un jefe de Estado.

El Fan Fest de la final de la Copa Libertadores 2024, en Vicente López.

Omnipresentes, sonaron Los Palmeras. En su paso del museo al canchita de pasto sintético montada para la ocasión, Domínguez caminó escoltado por dos muñecos –Gloria eterna y Esférico Bolet, dos personajes de Notifulbo una serie animada de Conmebol- al ritmo de Bombón Asesino. Tras sus palabras, llegó el turno para la recorrida por el lugar y selfies con la gente. El dirigente paraguayo tiene un magnetismo con los hinchas poco frecuente ¿Por qué alguien busca perpetuar un momento con un administrativo de la pelota? Tal vez la pregunta no tenga respuesta, pero a cada paso salía un flash.

En la inauguración de este circo que no tiene payasos, Clarín quiso saber por la payasada de Riestra y la inclusión de un streamer entre los titulares de un partido oficial por la Liga Profesional. “La verdad te mentiría si te digo que hablé con las autoridades (de AFA) al respecto. En lo personal, prefiero no opinar. Cada federación tiene su autonomía, en todo caso las respuestas para ese asunto, las tienen que dar las autoridades de la asociación”, dijo para desmarcarse sobre el episodio Spreen.

No es lo único que dice Domínguez en una rueda de prensa al pie de una réplica gigante de la copa. También se refiere al Mundial de Clubes y la necesidad de recuperar un campeón que represente a la entidad que preside. “Yo sueño despierto, pero hace unos días me desperté y soñé que volvíamos a tener un campeón, soy muy optimista y creo que vamos a tener a un representante en la final”, se entusiasmó.

El domingo pasará la final, habrá un nuevo campeón y se desmontarán las carpas, los banners, inflables, la canchita y se volverá a imprimir cotillón para el próximo pueblo, cuando el fútbol sudamericano tenga una nueva función única y una experiencia de vivir el fútbol fuera de la cancha y más allá de la pelota. De momento, Montevideo ya pidió ser anfitrión de la próxima y si no hay oposición, el año próximo el mismo circo estará del otro lado de la orilla.

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