El Gobierno cerrará su primer año con un logro que ninguna administración pudo conseguir en los 13 años anteriores. Por primera vez desde 2010, el Tesoro terminará 2024 con resultado positivo después de cubrir gastos y, además pagar los intereses de la deuda. Será del orden del 0,3% del producto bruto interno (PBI). Todo un récord. En especial para una administración que hizo de la austeridad fiscal una de las anclas del plan económico.
En el exterior, ya pocos ponen en duda la vocación fiscalista del presidente Javier Milei. De allí, el foco empieza a volcarse con mayor fuerza hacia la política. Con el año electoral, parece difícil que hasta las cuestiones económicas más pequeñas no pasen por el tamiz proselitista. Así quedó en evidencia en la visita que hizo a la Argentina la semana pasada Andrew Rys, director adjunto de la oficina de Asuntos Internacionales del Tesoro de los Estados Unidos. Probablemente se trate de la última de algún enviado del gobierno norteamericano este 2024, un año que estuvo cargado de gestos de acercamiento.
Con más o menos palabras, en las reuniones que Rys –de bajísimo perfil– tuvo con referentes del círculo rojo local se repitió una pregunta de rigor: cuán sustentable es políticamente el plan hacia adelante. Se trata de una pregunta que no sólo se hace el gobierno norteamericano, sino también sobrevuela en este momento en varias oficinas extranjeras. Y es que poco a poco el Gobierno empieza a mostrar sus cartas políticas de cara a la elección que viene. La reunión de este jueves con los representantes del radicalismo es un ejemplo de un Gobierno que se siente fuerte y evalúa más que alianzas, directamente incorporaciones.
Todo un mensaje para el Pro de Mauricio Macri, que en estos días también terminó de comprobar que en aquellas áreas en las que en algún momento se había hablado de colaboración con la gestión de la Libertad Avanza el diálogo se cortó por completo. Es el caso de energía, donde pese a que desde agosto, y durante meses hubo reuniones semanales entre los referentes de la Secretaría de Energía y miembros del equipo de la Fundación Pensar, la semana pasada se tomó la decisión de discontinuar el diálogo. “Ambos sabían que finalmente no se iba a poder avanzar en nada. La falta de interés del oficialismo se hizo demasiado evidente”, confiaron fuentes al tanto de las conversaciones.
El Gobierno pareciera tener pocos incentivos de negociar ahora con el Pro: según la última encuesta de Casa Tres, la consultora de Mora Jozami, el 78% de los que votaron al partido fundado por Mauricio Macri valoraban en diciembre positivamente la gestión de Milei; en noviembre, el número era del 74%. Pareciera que no hace falta mucho para convencerlos de saltar el charco.
“Tiene sentido que en Estados Unidos y en las otras embajadas extranjeras se estén preguntando por la sustentabilidad política –dice, por su parte, un consultor de diálogo frecuente con el círculo rojo–. Si se piensa que el programa que va a tener la Argentina con el Fondo Monetario Internacional es uno de acceso excepcional y uno de los cuatro requisitos para esos programas es el ownership, entonces el respaldo del Congreso es un tema que resulta relevante”, explica.
Las negociaciones con los burócratas del FMI parecieran haber adquirido otra dinámica a partir de la victoria de Donald Trump, el mes pasado. Y ya con el respaldo del Grupo de los Siete –Estados Unidos, Japón, Canadá, Gran Bretaña, Alemania, Francia e Italia, todo indica que los técnicos del FMI decidieron dar de baja algunas de las barreras que le habían impuesto al equipo económico para seguir avanzando. “El Fondo es cada vez más político– confirma un economista desde Washington, que conoce de cerca los pasillos del organismo-. Después de la experiencia con Valdés [por Rodrigo, el responsable del Departamento Occidental del FMI], que fue corrido del caso argentino por pedido del gobierno de Milei, el staff tiene cero incentivos de crearse un problema”. Para Gita Goipinath, número dos del FMI, la carrera al puesto más alto del organismo también está atada a un buen vínculo con Estados Unidos. Otra razón para no pelearse con un aliado del presidente electo, Donald Trump. Un dato de color: los responsables de las negociaciones con la Argentina ahora hablan del ministro Luis Caputo –inicialmente, de pésima reputación en el FMI por su experiencia durante el macrismo– por su sobrenombre, “Toto”. En el FMI también parecen “verla”.
En el Gobierno están confiados de que en los primeros meses del próximo año podrán avanzar con la baja de la tasa de devaluación –crawling peg, en la jerga financiera– para terminar de planchar la inflación. También creen que a partir de los primeros días de enero el Banco Central, que estuvo vendiendo gran cantidad de dólares esta semana para abastecer la demanda del mercado –sólo este jueves, fueron US$599 millones– volverá a tener una posición compradora. Sobre todo, se espera que en las primeras semanas de enero se retome el ritmo de emisiones de bonos en moneda extranjera por parte del sector corporativo, lo que colaboraría para abastecer al mercado, dado que muchas empresas luego venden esas divisas para hacerse de pesos. También estaría operativo en enero el bimonetarismo de precios: se espera que para entonces los comercios puedan mostrar los tickets de sus productos tanto en pesos como en dólares, y que las emisoras de tarjetas tengan habilitada la posibilidad de usar las tarjetas de débito contra cuentas en moneda extranjera. Una buena forma también de que los dólares del blanqueo se vuelquen rápidamente al consumo. Según informó este jueves la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA) se exteriorizaron en la primera etapa del blanqueo US$32.151 millones, de los cuales US$22.165 millones fueron en efectivo y están depositados en cuentas bancarias especiales (las CERA).
Para los bancos se avecina un verano movido. La pelea de 2024 entre bancos y fintechs vendrá en 2025 recargada. Las tres cámaras bancarias, ABA, Adeba y Abappra, ya están elaborando un documento conjunto sobre la falta de regulación de las fintechs, y la desigualdad que hay con el sistema bancario. “No sólo está el tema de los medios de pago, ahora avanzan con los préstamos y ya aparecieron algunos desafíos en wealth management [por la banca privada]”, adelantan en el sistema. “Todo sin regulación, con mínimas medidas de ciberseguridad y de protección de datos”, se quejan.
También para la industria farmacéutica el año que comienza será agitado. El Gobierno acaba de identificar que referentes de la industria, “con nombre y apellido”, llamaron a responsables de farmacias para que dejaran de vender medicamentos de venta libre vía Mercado Libre. En el portal del gigante del comercio electrónico, centenares de publicaciones de medicamentos se dieron de baja o se pausaron de una semana a la otra. “Acá hay temas penales, hay gente que violó la ley [por el decreto 70, que habilitó la distribución de remedios online]”, dicen cerca del ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger. El “Coloso”, como lo llama Milei, ya hizo la denuncia ante la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia. Pero su avanzada sobre la industria farmacéutica no terminaría ahí. En el ministerio que conduce admiten que tarde o temprano habrá que poner sobre la mesa una discusión sobre una nueva ley de patentes, eterno fantasma del sector. “El tema es importante no sólo por los medicamentos. Hoy un investigador del Conicet no puede patentar en la Argentina. Una ley de patentes sería lo más importante que se pueda hacer en ciencia y tecnología. Es un tema que se tiene que abordar. En semillas, esto hizo que una empresa como Don Mario se fuera a desarrollar su tecnología a Brasil”, explicaron. Todo indica que 2025 será un año tanto o más movido que este 2024 que cierra. ¡Feliz Año Nuevo!
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