Una gran losa verde con óvalos desde donde emerge vegetación, y por la cual no hay circulación vehicular, es el sello distintivo de un proyecto inmobiliario sumamente original en Tigre, sobre la Ruta 27 y a pocos metros de Nordelta. En el competitivo mercado de los desarrollos residenciales de Zona Norte, Terraluz propone un mix de departamentos en dos edificios bajos y casas agrupadas en un terreno total de dos hectáreas.
El proyecto es una colaboración conjunta entre Mieres Propiedades, que aportó el terreno y es la comercializadora, y el estudio RuDa. “Lo empezamos justo antes de la pandemia, que reforzó de alguna manera la idea que ya teníamos, porque la gente empezó a valorar más los balcones amplios, las expansiones, las áreas comunes y los espacios verdes”, cuenta Gabriel Rueda, uno de los socios y fundadores del estudio RuDa. “Pero lo que fue ocurriendo desde 2020 hasta hoy, además, es que la zona donde está Terraluz cambió mucho. Nordelta se nos fue acercando y ahora estamos en un lugar de muchos proyectos comerciales y residenciales nuevos”, agrega.
La historia de cómo Terraluz se convirtió en un emprendimiento de características únicas y originales hay que rastrearla, en primer lugar, en el tipo de terreno donde se está desarrollando. “Nuestra gran inspiración fue que el lote era bajo. Cuando nos enfrentamos al desafío de armar un desarrollo en esa tierra, lo primero que se nos ocurrió fue lo típico: rellenamos, ponemos dos caminos y luego apilamos casas con el auto al lado, bajo un techito de caña. Lo que no falla”, relata Rueda. “Pero después, yendo a la zona, recorriendo y vivenciando el lugar y viendo la dimensión de Terraluz, nos dimos cuenta que era un esfuerzo enorme elevar y rellenar dos hectáreas para terminar haciendo algo común o que ya estaba muy visto”, completa.
Así fue entonces como desde RuDa y Mieres Propiedades pensaron en un lugar distinto. La primera gran decisión fue llevar los autos a un estacionamiento semienterrado. De esta manera, se ganaba una expansión enorme que permitía triplicar las plazas para cocheras. Pero, ocultar los vehículos de la vista y sacarlos de la circulación a nivel, también daba ventajas en calidad de vida: los chicos podrían jugar sin ningún tipo de riesgo y los adultos pasear, relajarse y hacer “comunidad” con sus vecinos.
Ya con la idea de separar la circulación vehicular de la peatonal por medio de una gran losa, vino el segundo gran reto: que ese gran piso no significara convertir el verde en cemento. “La decisión de tener un estacionamiento que esté por debajo del nivel de la ruta y de generar esta losa fue un disparador para pensar un proyecto totalmente orgánico. Y así surgieron los óvalos, que hacen que el estacionamiento no termine de ser un lugar cerrado, que esté oxigenado y que además pueda aportar al verde general con la vegetación que sale desde ahí abajo. Eso nos invitó a jugar con senderos no lineales o con las volumetrías de los edificios multifamiliares”, cuenta Laura Damonte, también fundadora y socia de RuDa.
Planteado el concepto general que distinguiría a Terraluz, luego vino la etapa de pensar las residencias. Y ahí ya hubo menos “debates”. Por un lado, el desarrollo incluye dos edificios multifamiliares bajos, uno un poco más grande que el otro, que totalizan 140 departamentos. Por el otro, 48 casas de 6 tipologías distintas, dispuestas como en una U y agrupadas en un conjunto de 8. “Se trata de casas agrupadas, no en bloque, lo que implica que cada una tiene su propia identidad, con una altura o un techo diferente. Es decir, por más que dos casas tengan la misma tipología, la orientación cambia y entonces ninguna es igual a la otra”, aclara Laura Damonte. Tanto para acceder a los departamentos como a las casas desde el estacionamiento, hay escaleras y ascensores de cercanía, exclusivas para cada módulo.
Además de sus residencias, Terraluz también contará con un gran zócalo comercial de 11 locales en la planta baja, que servirá tanto para aprovisionamiento de sus habitantes como para las personas que vivan en otros barrios, aportando más y mejores servicios tanto para la comunidad del desarrollo como para la de emprendimientos vecinos.
“Cuando empezamos a pensar en Terraluz buscamos generar un producto que se diferencie del resto en cuanto al diseño de los espacios circulatorios o en que tenga unidades más amplias que la media. Por ejemplo, un departamento de dos ambientes arranca en 54 metros cuadrados y ninugno tiene menos de 20 metros de balcón; o ejemplos de 3 ambientes que disfrutarán de casi 100 metros semi cubiertos y descubiertos propios. Ambientes muy generosos vinculadas a espacios exteriores que no existen en el mercado”, destaca Lucas Pastrana, director de la Sucursal Nordelta de Mieres Propiedades.
Con una etapa de preventa a ser lanzada próximamente, Terraluz encaja perfectamente con una de las ideas que ganan cada vez más fuerza en el mercado de los desarrollos residenciales: más que el precio del metro cuadrado, hoy se paga por todo lo que rodea a ese metro cuadrado. O como lo definen desde Mieres: “En Terraluz no estás comprando metros cuadrados, sino invirtiendo en metros redondos”.
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