Con el creciente aumento de las temperaturas y la escasez de lluvias, las preocupaciones entre los productores ganaderos crecen cada día más. La hacienda parece ser una de las principales afectadas, ya que el ganado bovino enfrenta riesgos significativos debido a las olas de calor.
En respuesta a las demandas de diversos sectores, el equipo de investigación del área de Producción Animal de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) INTA General Villegas elaboró una serie de recomendaciones destinadas a mitigar el estrés por calor en bovinos destinados a la producción de carne. De esta manera, se asegura un manejo adecuado de los bovinos bajo condiciones de calor extremo para garantizar su bienestar y evitar pérdidas productivas.
Según el informe, este fenómeno ocurre cuando la suma del calor interno producido por el metabolismo y el calor recibido del ambiente supera la capacidad del animal para disipar el calor corporal y mantener su temperatura dentro de rangos normales. En estas condiciones, aumenta la tasa respiratoria y el consumo de agua por parte del ganado, mientras que se reduce el consumo de alimento y el tiempo destinado al descanso. Si esta situación persiste y el animal no logra adaptarse, puede llegar a provocar su muerte.
Es importante destacar que los animales de razas europeas, como el Aberdeen Angus, son más propensos al estrés por calor debido a su piel más oscura y temperamento nervioso. Asimismo, los animales cercanos a la terminación, que poseen mayor peso, un grado elevado de gordura y una capacidad pulmonar menor en relación con su peso corporal, también son más susceptibles.
Además, el informe señala que la hacienda engordada en corrales enfrenta mayores niveles de estrés que la que permanece en pastoreo. Esto se debe a que las dietas ricas en energía pueden favorecer la obesidad, lo que incrementa la severidad del estrés por disminuir la capacidad de vasodilatación y transpiración. También influye la temperatura del suelo en los corrales, que puede superar los 50º C, en contraste con un suelo cubierto de pasto.
Con el objetivo de reducir el impacto del estrés calórico en los bovinos, es fundamental que los animales tengan acceso a la sombra, especialmente durante las horas críticas del mediodía y la tarde. Esto permite una remoción rápida y permanente del calor corporal mediante la circulación del aire. Asimismo, se recomienda eliminar las cortinas de viento cercanas a las parcelas de pastoreo o feedlots, como sectores con enmalezamiento que reduzcan la ventilación.
Según el INTA, el agua es un recurso clave para contrarrestar el estrés por calor. Es crucial reducir la distancia entre los bebederos y los animales, ya que esto minimiza los movimientos y las concentraciones alrededor de los puntos de agua. Además, se debe asegurar que al menos el 5% del ganado pueda abastecerse de bebida de manera simultánea. Durante picos de calor, el consumo puede alcanzar hasta 8 litros por kilo de materia seca consumida, lo que representa aproximadamente 4 horas diarias dedicadas a beber.
La calidad del agua también es un aspecto fundamental. Durante el verano, la concentración de solutos puede aumentar debido a la mayor evaporación y a los volúmenes de extracción más elevados. Una estrategia para disminuir esta situación es destinar el agua de mejor calidad a las categorías más susceptibles, como terneros y animales en engorde. Asimismo, cubrir los tanques con una manta de media sombra ayuda a prevenir la concentración de solutos por evaporación.
Entre otras medidas, se recomienda realizar el manejo y trabajo de los animales antes de las 10 de la mañana durante días de calor extremo, para permitirles recuperarse durante las horas más frescas. Además, reducir el tiempo de espera en los corrales a menos de 30 minutos y mantenerlos limpios contribuye a disminuir tanto la temperatura como la concentración de los animales. Ante la presencia de moscas o mosquitos, los bovinos tienden a agruparse, lo que aumenta el calor corporal.
El informe del INTA EEA General Villegas también incluye recomendaciones específicas para diferentes sistemas de producción ganadera. En el caso de la hacienda en corral, se sugiere ofrecer entre el 65% y el 70% de la ración al atardecer, permitiendo que los animales realicen la digestión durante las horas más frescas de la noche. De igual manera, al reducir la frecuencia de los incrementos en la oferta de alimento, o bien mantenerla pero disminuir la magnitud de estos incrementos, ayuda a evitar la acumulación y deterioro del alimento en los comederos, lo que reduce la producción de calor corporal.
Por otro lado, para el ganado en pastoreo, se recomienda realizar los cambios de franja o suplementaciones también al atardecer. En caso de recurrir a reservas forrajeras, es esencial garantizar que tengan al menos un 65% de digestibilidad. Esto asegura un mejor aprovechamiento de los nutrientes y minimiza el esfuerzo metabólico del animal.
LA NACION
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