El Garrahan se diferenció del Conicet en su postura para el balotaje entre Massa y Milei
La motosierra de Javier Milei, cuyo impacto fascinante para un un tercio del electorado argentino el libertario ha buscado moderar tras su acuerdo con Mauricio Macri y Patricia Bullrich, dio lugar a que diferentes organismos y entidades de la ciencia y la salud salieran a pronunciarse públicamente a favor de la inversión del Estado en esas áreas.
El viernes lo había hecho el Conicet –solicitada que provocó una gran polémica– y en las últimas horas fue el turno del Hospital Garrahan, bastión de la salud pública argentina, que el último año realizó 11 mil cirugías y 120 trasplantes, además de atender al 40 por ciento de los pacientes oncológicos pediátricos del país.
El Consejo de Administración del hospital, presidido por Gabriela Bauer, firmó un documento titulado “Pronunciamiento del Garrahan por la continuidad de la salud pública”. Allí, afirman, entre otras cosas, que “todo el accionar de la institución es posible por el compromiso del Estado que garantiza el presupuesto que la complejidad exige. El 80% es aportado por el Estado Nacional y el 20% por la Ciudad de Buenos Aires”.
Luego agrega: “Abogamos fuertemente por un modelo de salud pública con un Estado presente que dé respuestas al cuidado integral con equidad y que sostenga el valor de los trabajadores de la salud”.
El espíritu del comunicado es a grandes rasgos similar al del Conicet: defender la ciencia, la salud y la educación públicas. Sin embargo, el del Conicet profundizó la grieta interna y derivó en la respuesta de un grupo de 200 investigadores disidentes. La diferencia clave entre una y otra declaración es la frase final, que los directores del Conicet consideraron necesario explicitar: “Por eso nos pronunciamos por Sergio Tomás Massa como presidente de la Nación”.
Ana Franchi, presidenta del Conicet.
Fue la frase de la discordia. Esto es, no dejar lugar a que el propio lector de la solicitada sea el que pueda asociar los valores allí sostenidos con uno de los dos candidatos que compiten en el balotaje. Una necesidad que, más allá del perfil militante, implica la admisión tácita de que algún distraído podría ‘equivocarse’ y creer que el que defiende el proyecto descripto es el candidato de la oposición.
La carta del Garrahan, en cambio, no explicita nombres de candidatos. Su cierre simplemente dice lo siguiente: “Aspiramos a que el modelo de salud para los próximos años preserve la continuidad del funcionamiento institucional, la calidad de la atención, el papel federal creciente del hospital y el pleno derecho de sus trabajadores y trabajadoras. Sólo de esta forma, en un contexto de libertad y democracia, podremos superar las dificultades actuales y avanzar hacia una mayor equidad y un mejor acceso a la salud de todos los niños y niñas de nuestra Patria”.
Otras diferencia entre un texto y otro es que la carta del hospital -difundida horas después de desatarse la polémica en el Conicet- es menos declamativa y basa sus argumentos en resultados concretos. Por ejemplo, cuando dice: “El Garrahan fue un factor esencial para el desarrollo de políticas públicas que hoy nos enorgullecen a los argentinos y argentinas, tales como el Programa Nacional de Cardiopatías Congénitas, la Red Nacional de Oncopediatría, la producción de medicamentos de uso pediátrico, el desarrollo de la Telesalud, el Centro Regional de Hemoterapia, el primer Banco Público de sangre de cordón y el Programa de Cirugía de la Epilepsia, entre otras”.
En la vereda del Conicet, si bien los principios que afirman defender coinciden en gran parte con los del Garrahan, optaron por que la comunicación excediera la declaración política para avanzar en el terreno partidario, sin utilizar la oportunidad para explicitar y destacar el trabajo que realiza la ciencia argentina, muchos de cuyos investigadores obtienen amplio reconocimiento local y global.
Sandra Pitta, la científica que encabezó la lista de 200 científicos disidentes. Foto: Luciano Thieberger
Esa estrategia le valió a la conducción del Conicet el repudio interno de un sector de los científicos, que argumentaron: “Son precisamente estas actitudes las que más dañan el prestigio del Conicet, abonando la tesis que los investigadores no trabajamos para desarrollar la ciencia sino para defender intereses corporativos, ideológicos o partidarios”.
Una vez que la polémica echó a rodar, los defensores del apoyo público a Massa insistieron en su postura y fustigaron a los disidentes con el precepto de que adoptar una actitud distinta a la postulada oficialmente es apoyar a Milei. Un mail que un investigador envió a la redacción de Clarín sintetiza este pensamiento: “¡Con la mía no! Si gana Milei no se renovarán los contratos, se están pegando un tiro en el pie”.
Otro que se sumó a la polémica fue Daniel Filmus, ministro de Ciencia y Tecnología, que en su cuenta de X -ex Twitter- posteó un documento en inglés de la Interamerican Network of Academies of Sciences (IANAS) en el que el organismo critica a “un candidato presidencial en Argentina que propone cerrar o privatizar el Conicet”. Aunque la alusión es obvia, el IANAS evita mencionar al candidato. Por lo que el ministro refuerza el mensaje para que -otra vez- no queden dudas. Y explica: “Expresa preocupación por el futuro de la ciencia si triunfa Javier Milei”.
PS
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