El país que temer ser la próxima Ucrania no pudo escapar de la sombra de Putin


PARIS.– Desconcierto para unos, turbación para otros. El ajustadísimo resultado del referéndum sobre la adhesión de Moldavia a la Unión Europea (UE), y una reelección que se anuncia más difícil de lo previsto para la presidenta Maia Sandu, dejan al descubierto las profundas divisiones de esa ex república soviética. Europa y la mandataria denuncian masivas injerencias de Rusia.

Debía ser una elección para sacar a Moldavia de la incertidumbre. En su lugar, ese pequeño país de 2,6 millones de habitantes, vecino de Rumania y de Ucrania, se encuentra nuevamente atrapado entre Moscú y Europa. En vez de la confortable mayoría esperada, fue in extremis que ganó el “sí” a la inscripción en la Constitución de la ambición de adherir a la UE en el referéndum de este fin de semana: a unos escasos miles de votos y gracias al voto de la diáspora se llegó al 50,28% de los sufragios.

La inédita compulsa se realizó al mismo tiempo que la primera vuelta de la elección presidencial. Y si bien la presidenta saliente obtuvo un mejor resultado que en 2020, con 42,31% de las boletas, dispone en verdad de poca reserva de votos para la segunda vuelta del 3 de noviembre. Su principal adversario, el ex procurador y miembro del Partido Socialista prorruso Alexandru Stoiannoglo, creó la sorpresa obteniendo 26,09% de los sufragios. Tres veces más de lo que predecían los sondeos.

Primera mujer en asumir, en 2020, las más altas funciones del Estado, ex economista del Banco Mundial con reputación de incorruptible, Maia Sandu se convirtió en cuatro años en una personalidad europea de primer nivel.

“En un ambiente geopolítico complicado. Con Ucrania en guerra y Georgia acusada de deriva autoritaria prorrusa, Moldavia daba a Bruselas razones de esperar. Ahora, tras este revés electoral, una victoria de Sandu en la segunda vuelta no es nada segura”, analiza Patrick Martin-Genier, especialista en Relaciones Internacionales.

Ese resultado extremadamente ajustado es, en efecto, una humillación para Maia Sandu, que denunció injerencias extranjeras.

“Moldavia está sometida, hoy y durante los últimos meses, a un ataque sin precedentes contra la libertad y la democracia”, declaró, apuntado a “grupos criminales asociados a potencias extranjeras hostiles que atacaron nuestro país a fuerza de decenas de millones de euros, mentiras y propaganda”. Rusia no fue nombrada, pero es justamente de Moscú de quien se trata. Sandu agregó que existen pruebas de que esos grupos intentaron comprar 300.000 votos a fin de descarrilar el proceso democrático y sembrar el miedo en la sociedad.

A comienzos de octubre, el consejero para la Seguridad Nacional de Moldavia, Stanislav Secrieru, indicó que Moscú había inyectado unos 100 millones de euros con ese fin.

Esas acusaciones fueron corroboradas por recientes investigaciones periodísticas independientes, que demostraron cómo los electores moldavos recibieron propuestas de recibir varios centenares de euros pagados en una cuenta bancaria rusa a cambio de la prueba fotográfica de un voto a favor de uno de los diez candidatos opuestos a Sandu. Una intensa actividad que también fue denunciada por el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kirby.

Lo mismo hizo este lunes la Unión Europea.

“Constatamos que la votación se produjo en un contexto de interferencia y de intimidación sin precedentes por parte de Rusia (…) con el objetivo de desestabilizar el proceso democrático en la república de Moldavia”, declaró Peter Stano, portavoz de la Comisión, durante una conferencia de prensa en Bruselas.

“Ante las estrategias híbridas de Rusia, Moldavia demuestra que es independiente, fuerte y que desea un porvenir europeo”, escribió por su parte la presidente de la Comisión, Ursula von der Leyen, en X.

Uno de los países más pobres de Europa, Moldavia comenzó este año sus negociaciones de adhesión a la UE, tras haber obtenido el estatus de “candidato” junto a Ucrania en 2022. El gobierno de Sandu se comprometió a reformar el sistema judicial y fortalecer la economía, a fin de incorporarse al bloque antes de 2030. Pero Rusia, que posee un poderoso instrumento de presión gracias a su suministro de gas y numerosos contactos en el mundo político, hace todo lo necesario para conservar su esfera de influencia en ese país, limítrofe de una Ucrania en guerra y Rumania, miembro de la UE y la OTAN.

Para los expertos europeos, el pobre resultado del campo pro europeo en el referéndum tendrá un eco regional y servirá seguramente a los intereses del Kremlin.

“El fracaso del referéndum favorecerá al rival de Sandu en la segunda vuelta”, estima Martin-Genier. A su juicio, el referéndum será utilizado a su vez con fines de propaganda en Georgia, donde el 26 de octubre habrá elecciones legislativas.

Como Ucrania, Moldavia y Georgia poseen en su territorio entidades separatistas controladas por Moscú que las convierten en terreno de una lucha feroz entre intereses rusos —dispuestos a desestabilizar los procesos democráticos— y sociedades civiles favorables a la integración europea.

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