Heguy es polo: tres generaciones unidas por ese emblema que es Indios Chapaleufú
Setenta y un veces se repite el apellido en la copa más deseada. Dos de los integrantes de la familia están en el podio de mayor cantidad de presencias en ese torneo que es el máximo objetivo. Y uno de ellos se ubica a sólo uno del récord de 20 títulos en ese mismo Argentino Abierto. Los Heguy son sinónimo de polo. Y en el mundo entero, Heguy es polo.
La historia arranca con Bautista Heguy, un vasco francés inmigrante que llegó de Saint Pée sur Nivelle -Senpere, en vasco-, en el sudoeste francés. Cuando llegó la guerra franco prusiana y el ejército comenzó a reclutar a los jóvenes, él pasó a España. De allí viajó a Uruguay y en 1872 cruzó el charco para desembarcar en Buenos Aires. La odisea no terminó allí. Empezó a trabajar con otro vasco, Pedro Luro, que había hecho fortuna y fue uno de los propulsores del desarrollo de Mar del Plata.
De los saladeros de Luro, Heguy se instaló en Quequén y comenzó a trabajar con el ganado ovino. Cuando llegó a tener cerca de 1.000 ovejas se las llevó arriando para el lado de La Pampa. Llegó a la Zanja de Alsina, que era el límite entre “civilización y barbarie”, según Domingo Faustino Sarmiento, y la cruzó a la altura de Trenque Lauquen para pasar al desierto. Primero se estableció en 1884 en Potrillo Oscuro, cerca de las tolderías del cacique Pincén. Allí amojonó y puso cuatro estacas en un campo que Julio Argentino Roca lo dispuso para su familia y se las dio a una sobrina, hija de su hermano Ataliva. De ahí, con tres majadas de lana que valían mucho dinero, compró el campo de Intendente Alvear, en 1890. Para que aquella historia arrancara su segundo capítulo: el del polo.
Quienes lo iniciaron desde esa localidad fueron su hijo Antonio y su nieto Horacio, los primeros Heguy campeones de Palermo que se consagraron en 1958 con Coronel Suárez-Los Indios. A Horacio enseguida se le sumó su hermano Alberto Pedro y junto a otros dos hermanos –los Harriott– armaron un equipo invencible: Coronel Suárez. Cuando Juan Carlos Harriott dijo basta en 1979 y aquella formación se disolvió, otra era comenzó en el polo en 1983: la de Indios Chapaleufú.
Sus equipos ganaron 10 veces el Abierto y rápidamente el club no sólo se transformó en uno de los más exitosos de la historia -sólo superado por el propio Coronel Suárez, Hurlingham y La Dolfina– sino que se ganó el corazón de la gente. Primero, con aquella versión original de Horacio y Alberto Pedro Heguy más los hijos mellizos de aquel, Gonzalo y Horacito, quienes se presentaron en la cancha 1 de Palermo sacudiendo al campeón Santa Ana. Luego la tradición siguió con Indios Chapaleufú I (séxtuple campeón con los mellizos más sus hermanos Marcos y Bautista) e Indios Chapaleufú II (cuádruple con Eduardo, Alberto e Ignacio, los hijos de Alberto Pedro). Y tras un largo paréntesis y un último título del Abierto ganado en 2004, otra vez los Heguy y otra vez Indios Chapaleufú hicieron ruido y el equipo se transformó en una de las revelaciones de la temporada. Ahora con Antonio y Cruz, hijos de Alberto y Eduardo, respectivamente.
La ensalada de nombres distintos y un mismo apellido junta sus condimentos en una soleada tarde de martes. Pasó la lluvia y tres generaciones de Heguy -la de Alberto Pedro, la de Eduardo, Alberto e Ignacio y la de Antonio y Cruz- se unen en Pilará. Con mucho verde alrededor. Y mucho polo, claro. Arranca Alberto Pedro Heguy, que a los 83 años tendrá problemas de movilidad pero la cabeza está fresca para recordar las mil y una historias. “Siempre me propuse un proyecto de vida. Fue estudiar, recibirme, trabajar, formar una familia e instalarme en La Pampa, de donde soy”, cuenta. “Y en lo deportivo quise lo mismo: que mis hijos fueran campeones y 10 de handicap y que mis nietos tuvieran un equipo competitivo con un muy buen nivel. El polo es secundario pero acompaña todo aquel proyecto”.
Y sostiene con pura humildad: “Tuve mucha suerte, fui muy ganador sin ser un crack. Hubo cracks que no ganaron nada. Yo ni siquiera le dediqué al polo tanto como hubiera debido. Porque estudiaba en un momento, porque trabajaba en otro momento. Era otra época. Todos estábamos en condiciones parecidas. Pero tuve más suerte que la capacidad que tenía. Tuve buenos equipos, buenos compañeros, buenos caballos, buenos petiseros. Y mis padres nos dejaron gastar en polo lo que teníamos en ese momento”.
-¿Cómo ves a esta versión de Indios Chapaleufú?
-Tienen la misma forma de jugar de los Chapaleufú anteriores. No tienen el vértigo del I pero tienen el orden del II. El I fue una barbaridad de velocidad y audacia y el II fue más ordenado, más táctico, más armado.
-El primer Chapaleufú, el tuyo con tu hermano y tus sobrinos, ¿fue algo así como una escuela de polo para la familia?
-Seguro. Yo primero lo convencí a Horacio, mi hermano, para que jugara en 1983 y después, a Daniel González. Yo quería eso. Fue un éxito pero no salimos campeones. Cuando yo salí mis hijos y mis sobrinos sí fueron campeones.
-¿Y cómo analizás el polo en general que se está jugando?
-Se está jugando ahora como el polo nuestro, con mucha más habilidad individual, caballos mucho más perfectos y correctos, jugadores excelentes y más fuertes y mejores canchas, claro. Pero se está jugando con la simpleza y velocidad de nuestro tiempo. Me gusta que se haya vuelto a jugar con simpleza. En un momento todos querían ser Cambiaso por su habilidad y ahora se simplificó todo mucho y eso está muy bueno.
Al abuelo se suman Antonio y Cruz Heguy, quienes no dejan de mirarlo con un indisimulable amor pero también con esa admiración de quienes nunca lo vieron jugar pero saben lo que representa.
Antonio va al presente y asegura: “Estamos bastante contentos, por ahora. Ganamos dos partidos y está bueno. Contra La Natividad siempre estuvimos cerca y pensamos que podíamos ganarlo hasta entrar al último chukker. Al final se nos escaparon por cuatro o cinco goles pero cuando entramos al último por tres teníamos esperanzas. Después, cuando se nos fueron, ya no. Ahora nos falta el partido contra La Aguada que es el clave para ver si quedamos adentro el año que viene, o afuera o vamos al repechaje. Para cerrar bien la temporada nos falta ese partido ganar”.
Y suma su primo: “El objetivo cuando se armó el equipo era quedar clasificados para el año que viene. Tratar de ganarle a algún equipo, dar algún batacazo. No le apuntábamos a La Hache, pero sí a La Dolfina II y La Hache II. Ganarle a La Hache en Palermo no lo habíamos imaginado. Pero ahora hay que pensar en La Aguada: si ganamos, la temporada será buena; si perdemos, no. Será un partido con presión, para hacer lista corta de caballos y para dar todo. ¿Los handicaps? No te ponés a pensar en los handicaps. Cuando jugás pensás en ganar partidos, en los objetivos y en el funcionamiento del equipo”.
-Antonio, ¿son conscientes de la camiseta que llevan?
-Jugando no pensás que camiseta tenés. Cuando ves mucha gente en la tribuna o cuando te mirás la camiseta, tal vez sí. Pero jugando, no se siente nada distinto.
El polo tiene al caballo como elemento fundamental. Y si de caballos se trata, los Heguy tienen mucho para contar. Tanto como que Cruz Heguy tiene en su mejor yegua sangre de la mejor yegua… de su abuelo. La historia la cuenta Eduardo Heguy cuando junto a Alberto e Ignacio Heguy aparecen en la escena. “Purita es la mejor yegua que jugó mi padre en su vida: Copa de las Américas en Texas, acá varios años”, empieza el Ruso.
“Purita es la madre de Polo Pureza, que es la mejor yegua que jugó mi hermano Pepe y fue la mejor yegua del Abierto. Polo Bailanta, que es la mejor yegua que yo jugué en mi vida, es hija de Pureza y nieta de Purita. Y ahora Cruz juega la Pazuchi, también su mejor yegua, que es hija de la Bailanta. O sea que son cuatro generaciones de mejores yeguas”, relata con entusiasmo.
Los tres hermanos se sientan frente a Clarín. Alberto se anticipa y afirma que “es un programón para nosotros que vuelva a estar Chapaleufú en Palermo y que además haya vuelto a ganar en la cancha 1 de Palermo es espectacular. Quedó un hueco desde que nos retiramos nosotros hasta que aparecieron los hijos nuestros. Hubo un hueco sin Heguy y sin Chapaleufú. Pero ahora volvimos y los chicos y el equipo están jugando un polo muy lindo. Por eso para la familia es buenísimo”.
Asegura Eduardo: “La esencia del juego no se negocia y ellos salen a ganar. Quizá en algunos partidos pudieron haber cuidado algunos caballos para partidos definitorios pero en la cancha 1 salieron a ganarle hasta al campeón argentino, un equipo de 40 goles como La Natividad, y estuvieron con la posibilidad hasta el último chukker de poder lograrlo. Esa es la esencia del juego de nuestra familia”.
Ignacio es oficialmente el coach del equipo, pero cuenta la interna. “Los tres hablamos con todos. Las ideas son parecidas. Todo lo que les decimos a los cuatro es todo lo mismo. Por ahí Pepe habla más con Antonio, Eduardo bastante con Cruz y yo con Teo Lacau y con el Toro Ruiz Jorba, que son los otros integrantes del equipo, pero es bastante compartido. Tal vez uno vio más un error que otro y lo dice pero no hay muchas diferencias”.
-Los equipos se desarmaron mucho en los últimos tiempos y duran muy poco. ¿Qué podrá pasar con Chapaleufú?
-Puede seguir tranquilamente como está. Pero se va a mover mucho si los de arriba se desarman. Aunque siendo un equipo que puede estar entre el quinto y sexto lugares tiene futuro. Y además son amigos los cuatro.
-¿Imaginaron esta repercusión?
-Yo sí porque sabíamos cómo estábamos desde el año pasado y este año el único cambio fue el de Antonio por Luquín Monteverde. Ellos juegan por la camiseta y eso es muy importante. Sabíamos también que su estilo de juego funciona en la cancha 1 de Palermo (Eduardo Heguy).
-La gente que seguía a Chapaleufú I o Chapaleufú II era la gente que seguía a nuestro padre y a nuestro tío. Y ahora los que siguen a estos chicos son los que nos seguían a nosotros. Es muy lindo volver a vivir todo esto (Ignacio Heguy).
Heguy es polo. Aunque habría que sumar que Heguy también es Indios Chapaleufú.
Antonio Heguy, según su padre Alberto
“Antonio tiene un muy buen ida y vuelta. Ayuda en defensa y en ataque. Circula muy bien la cancha y cada día va creciendo más. No está fino de taqueo. Tiene mucho mejor taqueo pero ya lo va a agarrar. Pasa que jugar de 2 te saca de ritmo. El es 2 y juega con la 1 desde la mitad de Tortugas. Pero es más 2 que 1”.
Cruz Heguy, según su padre Eduardo
“Lo mejor de Cruz es la potencia, la pausa, la visión del juego. Su mejor posición es 4. Pero está muy bien de 3 y lo que le está faltando es hacer un foul menos porque llega antes, tiene tiempo y ese tiempo lo utiliza mal. Tiene que mejorar el tiro al arco, Aunque hizo golazos desde lejos, puede mejorar en ese aspecto”.
Ignacio Heguy y el futuro
“Hay cuatro Heguy más abajo y podrá llegar algún día otro Chapaleufú con cuatro Heguy. Hay una diferencia de edad, hay seis, siete años entre estos chicos y los que vienen atrás pero seguramente algún día van a terminar jugando juntos”.
Debut y paliza frente al Santa Ana campeón
Santa Ana era el campeón argentino. Y su debut en Palermo en 1983 fue ante un equipo nuevo: Indios Chapaleufú. Dos glorias del viejo Coronel Suárez como Horacio y Alberto Pedro Heguy -en una inédita posición de back- y dos pibes de 19 años y 6 goles de handicap cada uno como los mellizos Gonzalo y Horacito, hijos del primero. Nadie imaginó aquel 19-13 del club que empezó a hacer historia.
El clásico de los primos que se jugaba a fondo
Indios Chapaleufú I e Indios Chapaleufú II reunió en sus mejores tiempos a siete Heguy en la cancha. El I, el de Bautista, Gonzalo, Horacio y Marcos, ganó seis veces en Palermo; el II, el de Alberto, Ignacio y Eduardo, se impuso en cuatro oportunidades. Se enfrentaron en dos finales en Palermo, la última en 2004. La última consagración de los Heguy en el torneo más importante del mundo.
La versión 2024 que mira de cerca el futuro
Indios Chapaleufú 2024 tiene a Antonio y Cruz Heguy junto a Victorino Ruiz Jorba y Teodoro Lacau. En Hurlingham perdieron los dos partidos, en Tortugas superaron a Cría La Dolfina y en Palermo dieron el golpe al derrotar a La Hache (campeón de Tortugas) por 16-13 para alegría del abuelo Alberto Pedro Heguy. Este viernes se jugarán la clasificación para la Triple Corona 2025 frente a La Aguada.
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