Las memorias de Merkel: qué le irritaba de Putin, un mea culpa sobre Trump y sus temores antes de dejar el poder
BERLÍN.-La excanciller alemana Angela Merkel rememora los “juegos de poder” de Vladimir Putin a lo largo de los años, contrasta sus encuentros con Barack Obama y Donald Trump, y reflexiona sobre si podría haber hecho más para evitar el Brexit, en sus tan anunciadas memorias publicadas este martes.
Merkel, de 70 años, no parece tener dudas significativas sobre las principales decisiones de sus 16 años como líder alemana, cuyos mayores desafíos incluyeron la crisis financiera mundial, la crisis de deuda de Europa, la afluencia de refugiados de 2015-16 y la pandemia del Covid-19. Fiel a su estilo, su libro, titulado Libertad, ofrece un relato realista de sus primeros años en la Alemania del Este comunista y de su posterior carrera política, con momentos de humor seco.
Merkel trabajó con cuatro presidentes norteamericanos, cuatro presidentes franceses y cinco primeros ministros británicos. Pero quizá sean sus relaciones con el presidente ruso Putin las que han suscitado más escrutinio desde que dejó el cargo a finales de 2021.
Merkel recuerda que Putin la hizo esperar en la cumbre del Grupo de los Ocho de la que fue anfitriona en 2007: “Si hay algo que no soporto es la impuntualidad”. Y recuerda una visita al balneario ruso de Sochi, en el Mar Negro, en la que el labrador de Putin apareció durante una sesión fotográfica, a pesar de que Putin sabía que a ella le daban miedo los perros, una anécdota que revive en el libro.
Putin parecía disfrutar de la situación, escribe, y ella no sacó el tema, fiel a su lema “nunca expliques, nunca te quejes”.
El año anterior, recuerda que Putin señaló casas de madera en Siberia y le dijo que allí vivía gente pobre que “podía ser fácilmente seducida”, y que grupos similares habían sido alentados con dinero del gobierno norteamericano a participar en la “Revolución Naranja” de Ucrania de 2004 contra el intento de fraude electoral. Putin, según ella, añadió: “Nunca permitiré algo así en Rusia”.
Merkel dice que le irritó la “santurronería” de Putin en un discurso pronunciado en 2007 en Múnich, en el que dio la espalda a anteriores intentos de estrechar lazos con Estados Unidos. Dijo que esa comparecencia mostraba a Putin tal y como ella lo conocía, “como alguien que siempre estaba en guardia contra el maltrato y dispuesto a dar caña en cualquier momento, incluidos los juegos de poder con un perro y hacer esperar a los demás”.
“Uno podría encontrar todo esto infantil y censurable, uno podría sacudir la cabeza por ello…pero eso no hizo que Rusia desapareciera del mapa”, escribe.
Como ya ha hecho otras veces, Merkel defiende el criticado acuerdo de paz de 2015 para el este de Ucrania, que ella ayudó a negociar, y las decisiones de su gobierno de comprar grandes cantidades de gas natural a Rusia. Y sostiene que fue correcto mantener los lazos diplomáticos y comerciales con Moscú hasta que ella dejara el poder.
Tras reunirse por primera vez con el entonces senador Obama en 2008, Merkel llegó a la conclusión de que podrían trabajar bien juntos. Más de ocho años después, durante su última visita como presidente en noviembre de 2016, ella fue una de las personas con las que discutió si se presentaría a un cuarto mandato.
Obama, señala, hacía preguntas pero se reservaba su opinión, y eso de por sí resultaba útil. “Decía que Europa aún podía aprovecharme mucho, pero que, en última instancia, debía seguir mis sentimientos”, escribe.
No hubo tal calidez con Trump, quien había criticado a Merkel y a Alemania en su campaña de 2016. Merkel dice que tuvo que buscar una “relación adecuada… sin reaccionar a todas las provocaciones”.
En marzo de 2017, hubo un momento incómodo cuando Merkel visitó por primera vez la Casa Blanca de Trump. Los fotógrafos gritaron “¡un apretón de manos!” y Merkel preguntó en voz baja a Trump: “¿Quiere un apretón de manos?”. No hubo respuesta de Trump, que miró al frente con las manos entrelazadas.
Merkel culpa a su propia reacción. “Él quería crear un tema de discusión con su comportamiento, mientras que yo había actuado como si estuviera tratando con un interlocutor que se comportaba normalmente”, escribe. Añade que, al parecer, Putin “fascinaba” a Trump y, en los años siguientes, tuvo la impresión de que le seducían “los políticos con rasgos autocráticos y dictatoriales”.
Merkel dice que intentó ayudar al entonces primer ministro David Cameron en la Unión Europea cuando se enfrentaba a la presión de los euroescépticos británicos, pero que había límites a lo que podía hacer. Y, señalando los esfuerzos de Cameron a lo largo de los años para apaciguar a los opositores a la UE, dice que el camino hacia el Brexit es un ejemplo de manual de lo que puede surgir de un error de cálculo.
Después de que los británicos votaran a favor de abandonar la UE en 2016, un resultado que ella califica de “humillación” para sus otros miembros, dice que la pregunta de si debería haber hecho más concesiones a Gran Bretaña “me torturó”.
“Llegué a la conclusión de que, en vista de los acontecimientos políticos dentro del país en ese momento, no habría habido ninguna posibilidad aceptable para mí de impedir la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea desde fuera”, dice Merkel.
Merkel fue la primera canciller alemana en dejar el poder en un momento de su elección. Anunció en 2018 que no buscaría un quinto mandato, y dice que “lo dejó ir en el momento adecuado”.
Señala como prueba tres incidentes de 2019 en los que su cuerpo tembló durante compromisos públicos. Merkel dice que se hizo revisar a fondo y no hubo hallazgos neurológicos ni de otro tipo. Un osteópata le dijo que su cuerpo estaba liberando la tensión acumulada durante años, añade.
Libertad tiene más de 700 páginas en su edición original alemana, publicada por Kiepenheuer & Witsch. Martin’s Press publica simultáneamente la edición inglesa.
Merkel fue criticada por permitir el ingreso de más de un millón de personas, lo cual propició el auge de la formación Alternativa para Alemania (AfD), de extrema derecha.
La exdirigente afirma que “Europa siempre debe proteger sus fronteras externas”, pero insiste en que “la prosperidad y el imperio de la ley siempre harán que Alemania y Europa (…) sean lugares donde la gente quiere ir”.
Para Merkel, “la falta de mano de obra hace que la inmigración legal sea esencial” dado el envejecimiento de la población alemana. Sobre AfD, la excanciller alerta a los partidos dominantes en Alemania sobre adoptar su retórica “sin proponer soluciones concretas a los problemas existentes”.
El ataque ruso contra Ucrania en febrero de 2022, y el sabotaje de los ductos Nord Stream, dejaron a Alemania sin acceso al gas ruso barato, un detonante de las actuales dificultades económicas. Pero Merkel rechaza las críticas por permitir la construcción de los ductos en el mar Báltico y recuerda que Nord Stream 1 fue autorizado por su antecesor, el socialdemócrata Gerhard Schroeder, un allegado a Putin.
Sobre Nord Stream 2, que ella autorizó después de que Rusia anexara a Crimea en 2014, argumenta que en ese momento habría sido “difícil que empresas y usuarios de gas en Alemania y otros Estados de la UE aceptaran” tener que importar gas natural licuado más caro de otras fuentes.
Merkel afirma que el gas era necesario como una energía de transición en momentos en que Alemania buscaba adoptar fuentes renovables y reducir progresivamente sus plantas nucleares, después del desastre de Fukushima en 2011.
Sobre la energía nuclear, sostiene que “no la necesitamos para alcanzar nuestras metas climáticas” y que las medidas en Alemania podrían inspirar a otros países a seguir sus pasos.
Agencias AP y AFP
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