“Un año que comenzó con esperanza pero tuvo un final con un balance neutral, tirando a negativo”. En plena cosecha de trigo en la zona centro de la provincia de Buenos Aires, con también algunas recolecciones de cebadas en el sudeste y la costa bonaerense, pese a todo la actividad de los contratistas rurales se encuentra en marcha. Es cierto que, por las lluvias, algunas regiones como Tandil, Mar de Plata y Necochea ya deberían haber finalizado y todavía se está con servicios de laboreos de la fina. Para Luis “Freddy” Simone, presidente de la Federación Argentina de Contratistas de Máquinas Agrícolas (Facma), la producción triguera superó la expectativa y en varias regiones rindió más de lo que se pensaba. Sin embargo, entre otras cuestiones la preocupación de los productores continua siendo las retenciones que, por añadidura, repercute directamente en su actividad. Entre otros planteos, en el sector se quejan por los precios de la maquinaria y esperan cambios con una mayor importación.
“Si bien es un año positivo por el buen rinde del trigo, al no tener los granos un valor destacado, con una baja rentabilidad del productor, nosotros, por supuesto, no podemos cobrar los precios que deberíamos cobrar, que lleva a que nuestra actividad se haga cuesta arriba con un productor (nuestro dador de trabajo) que no tiene margen para pagarnos”, detalló a LA NACION.
Por este motivo, el sector se une al reclamo de los productores por la baja de los Derechos de Exportación (DEX) que debería “ser inminente para que fluya mejor el negocio, tanto para el productor como para el contratista y para empezar a comprar maquinarias”.
Con este panorama, dijo que se esperaba que la industria de la maquinaria agrícola bajara los valores de sus productos, pero “lamentablemente sigue muy alta, incluso a nivel internacional”.
“Ojalá eso cambie, cuando empiece a entrar lo importado y que las terminales y las fábricas nacionales sean un poco más competitivas y las maquinarias no sean tan costosas. Está muy cara de verdad. Si tomamos en base lo que valía un camión hace cinco años atrás y lo que vale ahora, el aumento de la maquinaria casi la dobló en dólares. No sé por qué ocurrió esto, pero el bolsillo del contratista y del productor lo siente”, indicó. Reiteró que un camión que se usa también para cargar el cereal del campo no aumentó tanto en dólares como sí una máquina agrícola: “Sería lindo que empecemos a reformular y analizar por qué pasan estas cosas en este país”.
Para Jorge Scoppa, extitular titular de Facma, el 2024 tuvo vaivenes hacia abajo a lo largo del año. La ilusión de un nuevo gobierno y la perspectiva de una buena cosecha se fue opacando con la aparición de la chicharrita en buena parte de la producción maicera, entre otros factores, que tiró por tierra los buenos augurios que había en el sector en un principio.
“Un año que comenzó con esperanza pero tuvo un final con un balance neutral, tirando a negativo. Se perdió mucho maíz y eso al contratista lo perjudicó. Si bien en algunas zonas se cosechó y se trabajó bien, los altos costos operativos (combustible por ejemplo) y los precios caros de las autopartes impidieron que haya rentabilidad. No pudimos cobrar nuestras tarifas que son acorde a lo que gastamos porque sabemos que el productor no está bien, ni que hablar el que alquila campos de terceros. Pudimos apenas pagar las cuotas de los créditos. Es de pleno conocimiento la caída en las ventas de cosechadoras, porque el contratista ha podido invertir muy poco. Solo algunos grupos de contratistas grandes que superan las seis cosechadoras pudieron cambiar algunas, pero muy por debajo de otros años. Lamentablemente, hubo inflación en dólares que no se pudo amortizar con lo que habíamos recaudado en la gruesa pasada. Fue negativa la situación a la que llegamos a la cosecha fina”, detalló Scoppa.
En cuanto al trigo dijo que, con prácticamente un 70% de la cosecha realizada, en el norte argentino fue muy mala (norte de Santa Fe y norte de Córdoba), pero que fue mejorando y ahora en la provincia de Buenos Aires está yendo muy bien: “Hay buen rendimiento de la cosecha fina, eso va a liberar un poco a los contratistas que tiene el trabajo en esas zonas. Pero nuestros insumos están por encima de todo lo que nosotros podemos cobrar medianamente. Sumado a que no hubo una superficie importante como para que todos pudiéramos trabajar”.
En este escenario, Simone remarcó que son problemas que vienen encadenados, donde la rentabilidad del sector agropecuario hace que su actividad esté muy justa, trabajando casi solo para salir hecho. Recordó que en la Argentina el parque de maquinarias está obsoleto, por la falta de rentabilidad de los equipo y por los exorbitantes precios que tiene la maquinaria nueva.
“Es un aprovechamiento de los fabricantes al sector, no tenemos duda. Un acoplado para un camión vale mucho más barato que un acoplado para autodescargables. Ningún fábrica me sabe explicar por qué aumentaron tanto de precios las maquinarias agrícolas mientras todo lo que es camiones y acoplados de transporte no se incrementó en la misma dimensión, si usan la misma chapa y los mismos componentes”, enfatizó.
En este sentido, Scoppa indicó que la Argentina necesita políticas de Estado para incentivar a que se produzca más. “Pese a que estamos de acuerdo con todas las medidas que el Gobierno está tomando, lamentablemente en el sector agropecuario todavía no hemos ligado a nada. No podemos bajar los costos, los granos siguen con los retenciones y eso hace que no cobremos lo que debemos cobrar”, subrayó.
“Ya no existe más la especulación: en otras épocas sacaba un crédito en pesos y la inflación te ayudaba a abaratar las cuotas y con eso se amortizaba un poco las pérdidas. Ahora, prácticamente los créditos están en dólares, con un dólar bajo y fijo que cuesta producir para pagarlo. Hoy, las cosechadoras, sembradoras, pulverizadoras y tractores están sobrevaluados en la Argentina. La esperanza es que es que esto baje, acorde a lo que uno produce. Porque, si lo medís en dólares o en cereal, estamos caros y nos vamos quedando con menor tecnología y menor inversión. Se viene un achicamiento de la inversión y eso perjudica a las industrias. No podemos renovar nuestros equipos y solo se compra algunas cosas de menos valor. Y por eso es que el contratista se ha convertido en un artesano para reparar maquinarias viejas de más de 10 años, para que funcione y pueda trabajar. Si se compara con países limítrofes, la maquinaria agrícola en la Argentina se vende un 40% más caro”, explicó Scoppa.
Con una buena cosecha en toneladas de trigo que terminara alrededor del 10 de enero próximo y buenos perfiles de agua en los suelos para la campaña gruesa, pero menos hectáreas de maíz (generaba mucho trabajo fuera de época que sumaba), Scoppa pronosticó que el 2025 habrá mucha soja para recolectar hasta mayo.
“Las perspectivas son buenas pero tienen que bajar los costos. Lo mejor que está haciendo el Gobierno es abrir las importaciones para que la Argentina se vuelva más competitiva y lleguen las autopartes a un menor precio. Ahora nuestra esperanza está puesta en eso principalmente. Se tiene que terminar con la especulación. El Gobierno es consciente de que el campo está llevando todo sobre sus hombros. La ilusión está y ojalá llueva porque el clima también es parte de la recuperación”, finalizó.
Con una buena perspectiva para las próximas campañas, Simone señaló que, con una inflación a la baja, se puede trabajar en paz y en armonía y no andar corriendo y cobrando cada trabajo en menos de 10 días para que fluya algo el negocio. “Vemos que esto puede mejorar, faltarían créditos un poco más blandos para el sector, con más años en financiación”, cerró.
Los comentarios están cerrados.