BEIRUT.– Los rebeldes sirios tomaron este viernes la ciudad de Deraa, cuna de la primávera árabe, y avanzaban también hacia Homs, la tercera ciudad de Siria, en busca de otra conquista clave en su voraz avance por el país, sorprendido por el avivamiento de una guerra civil que parecía apaciguada.
La debacle militar del régimen encendió las alarmas entre dos de los principales aliados del presidente Bashar al-Assad: Irán y el movimiento libanés Hezbollah, que comenzaron a tomar medidas para no dejar desamparado a su aliado.
Los grupos de oposición sirios tomaron el control de Deraa, una ciudad cerca de la frontera con Jordania, en el sur de Siria. Así lo anunció el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), y también lo confirmó la agencia turca Anadolu.
La conquista tiene un fuerte valor simbólico: Daraa es considerada la cuna de la insurrección contra el régimen en Siria, ya que fue precisamente en esta ciudad donde se encendió la primera chispa del levantamiento de 2011 contra el régimen de Bashar al-Assad. Las protestas, inicialmente destinadas a exigir libertad y reformas, fueron brutalmente reprimidas, lo que marcó el comienzo de la guerra civil.
Los insurgentes tomaron previamente los pueblos de Rastan y Talbiseh, en el centro del país, posicionándose a cinco kilómetros de Homs, según el OSDH, con sede en Gran Bretaña y con cientos de informantes en el terreno.
“La batalla de Homs es la madre de todas las batallas y decidirá quién gobernará Siria”, afirmó Rami Abdurrahman, director del Observatorio. La radio oficialista Sham FM dijo por su parte que los insurgentes entraron en Rastan y Talbiseh sin enfrentar resistencia alguna.
La caída de Homs sería otro eslabón en los impactantes avances realizados por los combatientes rebeldes, que encontraron poca resistencia. En su mayor golpe hasta el momento, primero capturaron la ciudad norteña de Alepo, la más grande de Siria, y continuaron su avance desde entonces.
El jueves tomaron también la ciudad de Hama, la cuarta más grande del país, luego de que el Ejército dijera que se retiró para evitar choques dentro de la ciudad y proteger la vida de los civiles. De hecho el Ejército ha retrocedido repetidamente en todos los frentes de combate.
Las milicias insurgentes, lideradas por el grupo jihadista Hayat Tahrir al-Sham, o HTS, dijeron que marcharán hacia Homs y Damasco, sede del gobierno de Al-Assad. Videos que circulaban en las redes sociales mostraban una autopista atestada de autos llenos de personas que huían de Homs, una ciudad con una gran población perteneciente a la secta alauita, la misma de Al-Assad, considerada su principal grupo de partidarios.
Si el Ejército sirio pierde Homs, podría ser un golpe devastador. La ciudad, varias de cuyas partes estuvieron controladas por la insurgencia hasta 2014, es un importante punto de intersección entre Damasco, la capital, y las provincias costeras de Latakia y Tartus, donde el mandatario disfruta de un amplio apoyo. Además, la provincia de Homs es la más grande del país en tamaño y limita con tres países: el Líbano, Irak y Jordania.
La presión sobre Al-Assad se intensificó desde múltiples direcciones. Manifestantes opositores asaltaron puestos de seguridad y posiciones del Ejército en la provincia sureña de Sweida, según fuentes de la oposición. Y las fuerzas kurdas respaldadas por Estados Unidos, que controlan el este y nordeste de Siria, comenzaron a invadir el territorio controlado por el gobierno.
Al mismo tiempo, los insurgentes se apoderaron del único cruce de Siria con Jordania, según las mismas fuentes, tras lo cual Jordania anunció que cerraría su lado del cruce. El Líbano también cerró todos sus cruces excepto uno.
La repentina ofensiva ha dado un giro a los acontecimientos en un prolongado punto muerto en la guerra civil de Siria, que tiene casi 14 años, y retomó la atención internacional sobre un conflicto que había pasado a segundo plano, opacado sobre todo por las guerras de Gaza y Ucrania.
Junto con HTS, combaten fuerzas agrupadas bajo el paraguas del llamado Ejército Nacional Sirio, con asistencia turca. El gobierno de Turquía ha negado respaldar la ofensiva, aunque los expertos dicen que los insurgentes no la habrían lanzado sin su consentimiento.
El líder de HTS, Abu Mohammad al-Golani, dijo en una entrevista con CNN desde Siria que el gobierno de Al-Assad estaba camino de caer, sostenido solo por Rusia e Irán. “Las semillas de la derrota del régimen siempre han estado dentro de él (…) Pero la verdad sigue siendo que este régimen está muerto”, señaló.
“Cuando hablamos de objetivos, la finalidad de la revolución sigue siendo derrocar a este régimen”, agregó. “Tenemos derecho a usar todos los medios disponibles para alcanzar esta meta”, sentenció.
Un alto cargo iraní aseguró que su gobierno enviará misiles, drones y más asesores a Siria. “Es probable que Teherán tenga que enviar equipo militar, misiles y aviones no tripulados a Siria (…) Teherán ha tomado todas las medidas necesarias para aumentar el número de sus asesores militares en Siria y desplegar fuerzas”, declaró.
“Ahora, Teherán está proporcionando apoyo de inteligencia y satelital a Siria”, agregó la fuente. Hezbollah, por su parte, envió un pequeño número de “fuerzas de supervisión” del Líbano a Siria para ayudar a evitar que los combatientes antigubernamentales tomen Homs, dijeron a Reuters dos altas fuentes de seguridad libanesas.
Una pregunta clave sobre la capacidad de Al-Assad para contraatacar es cuánto apoyo le brindará su principal aliado, Rusia, en un momento en que está ocupada con la guerra en Ucrania. El canciller ruso, Serguei Lavrov, dijo que los actores internacionales (en alusión a los occidentales) respaldaban los avances de los insurgentes y que estudiaría “la forma de cortar sus canales de financiación y armamento”.
La embajada rusa en Siria emitió por su parte un aviso recordando a sus ciudadanos que podían usar vuelos comerciales para salir del país “en vista de la difícil situación militar y política”.
Agencias AFP, AP, Reuters y ANSA
Los comentarios están cerrados.