La industria forestal es un poderoso motor económico que puede generar inversiones por más de US$6000 millones en la Argentina. Así lo afirmaron expertos de la consultora internacional AFRY durante una reunión de los sectores público y privado del vertical.
Para estos analistas, con un ámbito de previsibilidad (de unos 10 a 30 años), la colaboración de un socio privado local que asista en las gestiones y un gobierno que apoye las inversiones, la Argentina está lista para posicionarse e ingresar en el mercado mundial de productos de base forestal, madera, celulosa, papeles para distintos usos y toda una nueva generación de bioproductos.
Hay que tener en cuenta que esta afirmación se da justo cuando la industria gira hacia la sustentabilidad. Como ejemplo se puede tomar la reglamentación de la Unión Europea para cadenas libres de deforestación (EUDR), que, aunque se pospuso por un año, es un camino ya definido a seguir.
“La Argentina puede no solo abastecer a los clientes europeos con madera libre de deforestación sino con madera certificada con los más altos estándares de manejo forestal sostenible”, afirma Pablo Ruival, presidente de la Asociación Forestal Argentina (AFoA) y miembro del Consejo Foresto Industrial Argentino (Confiar).
En este sentido, desde el Consejo elaboraron el plan Estratégico 2030, que se basa justamente en la estimación de que con las plantaciones forestales actuales se pueden atraer proyectos de inversión por alrededor de USS$6000 millones.
“La mayoría de esas inversiones deben estar orientadas tanto al mercado interno como externo. Históricamente, el país ha tenido déficit de comercio externo en el sector, principalmente, en papeles. Con estas inversiones, el déficit pasaría a un superávit de unos 2,6 mil millones de dólares”, advierte Claudio Terrés, presidente de la Asociación de Fabricantes de Celulosa y Papel (AFCP).
Quienes integran el sector, recuerdan que en los años 90 hubo importantes inversiones extranjeras en el sector foresto-industrial. “De ellas, alunas de las que quedan son Arauco Argentina y Bosques del Plata. Recientemente se inauguró el aserradero y fábrica de pellets Acon Timber, en Virasoro, Corrientes. Estamos observando alto interés de otras empresas foresto-industriales de evaluar inversiones en el país”, resalta Mercedes Omeñuka, presidente de la Federación Argentina Industria Maderera y Afines (Faima).
Acon Timber es un proyecto de HS TimberGroup, compañía procesadora de madera de origen austríaco, y de la empresa belga Forestcape, que se especializa en inversiones forestales sostenibles.
“La nueva planta está diseñada para procesar madera de pino (Pinus taeda y Pinus elliottii), la que se obtiene regionalmente de plantaciones gestionadas de manera sostenible. Favorecidos por las condiciones climáticas –365 días de crecimiento al año–, estos pinos se cosechan en menos de 20 años”, describe Nicolás Crisp, presidente de Acon Timber.
Posibilidades de crecimiento
Nuevamente según la consultora AFRY, hoy las expectativas indican que la demanda de productos de base madera crecerá en US$210.000 millones para 2035. Esto, dicen los analistas, tiene que ver con el costado sustentable de la madera.
Entonces, pensando en nuestro país, un primer dato importante, es que la industria de base forestal se provee en más del 90% de plantaciones forestales. ¿Qué significa esto? Estas plantaciones son producidas por el hombre, no se trata de bosques nativos, y además están manejadas desde una mirada de triple impacto.
Por eso, el mensaje de Claudia Peirano, directora ejecutiva de AFoA es claro: “Les decimos a los importadores de la UE que la madera y productos de madera provenientes de plantaciones forestales de la Argentina tienen un riesgo muy bajo en el cumplimiento del EUDR. Y en el caso de madera certificada por gestión sostenible y con cadena de custodia por sellos reconocidos internacionalmente (como es el caso de FSC y PEFC) el riesgo es nulo”.
Alrededor del 80% de estas plantaciones se encuentran en la Mesopotamia. “La industria de la madera, para ser competitiva, requiere el desarrollo de múltiples industrias que aprovechen tanto la madera sólida (aserraderos y tableros compensados y laminados) y los subproductos (residuos) del manejo forestal (podas y raleos). De dichas industrias, para un uso integral, van a la industria del triturado, como son las industrias de celulosa, papel y tableros de partícula, pellets y energía eléctrica”, describe Ignacio Méndez Cunill, coordinador del área forestal de la Sociedad Rural Argentina y miembro de Confiar.
Entonces, se distinguen cuatro cadenas claras de productos: la de celulosa y papel, la de madera sólida, la de paneles y la de energía (eléctrica y térmica). Además, está la industria del resinado, que los últimos años ha tenido un fuerte crecimiento.
En la actualidad, el principal mercado para la foresto industria, es el interno. Pero la celulosa es la que tiene el mayor porcentaje en el mercado exportador, y por ahora el resto de las verticales exporta menos del 20% de lo que produce.
“El país es altamente competitivo en precio de la madera. Tiene una alta productividad en la producción de pino y eucalipto, y de los menores costos de producción (plantación, cosecha) del mundo. Estas ventajas comparativas requieren inversiones con tecnología acorde a la demanda internacional para insertarse como un actor importante y darles competitividad a las empresas de Argentina”, suma Osvaldo Kovalchuk, presidente de la Asociación de Fabricantes y Representantes de Máquinas, Equipos y Herramientas para la Industria Maderera.
Un vertical prometedor
La mala fama las preceden, por eso las papeleras fueron muy combatidas décadas atrás. Hoy, desde la industria aseguran que esto cambió y ahora se las llama biorrefinerías.
Claudio Terres asegura que son industrias de “alta innovación y con tecnología de avanzada en procesos industriales y tratamiento de efluentes para evitar impactos ambientales”.
Y agrega: “En la Unión Europea y América del norte se utilizan para regular la industria lo que se denominan mejores tecnologías disponibles (BAT por sus siglas en inglés), que determinan los estándares ambientales. Estas biorrefinerías son importantes para dar soluciones a diversos desafíos que tiene hoy la humanidad, como mitigar el cambio climático y dar sostenibilidad ambiental, reemplazando productos no renovables y de alta huella de carbono –como son los plásticos y combustibles de origen fósil y minero– por productos renovables y de baja huella de carbono, como los que vienen de la naturaleza”.
Para eso, por supuesto, la madera debe provenir de plantaciones gestionadas sosteniblemente. La Argentina ya tiene casi 50% de sus plantaciones certificadas en gestión sostenible por sellos internacionales.
“En los últimos 20 años hubo inversiones en los países vecinos (Brasil, Uruguay y Chile) por más USS$25.000 millones solo en plantas de celulosa. Esa ola de inversiones no tocó a la Argentina, a pesar de las ventajas que tiene el país y que todos reconocen. Una inversión de una planta de celulosa en Corrientes, por ejemplo, de 2 millones de toneladas, implicaría, además, justificar económicamente la optimización de la infraestructura en puertos, caminos, puentes, ferrocarril, mejorando las condiciones de todas las producciones regionales (yerba, te, arroz, entre otras)”, resalta Pablo Ruival, de AFoA.
El problema, dicen los expertos de la industria, es que hoy esas inversiones no resisten un análisis por falta de escala. “Las exportaciones de esa planta ya harían que la balanza comercial del sector se tornara positiva. Dentro del Plan estratégico se incorpora la posibilidad de invertir en una planta de papeles Kraft, que se usan en buena medida para embalaje de productos alimenticios. Hoy, es el principal rubro de importación de papeles de Argentina, que es la tercera mayor consumidora de este tipo de papel en América latina, después de Brasil y México. Una inversión de este tipo sería también altamente beneficiosa para el país, proveyendo a su mercado interno y exportando papel a la región”, finaliza Claudio Terrés.
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