VIENA.- El presidente austriaco, Alexander Van der Bellen, encargó el lunes la formación de un gobierno al líder de la ultraderecha, Herbert Kickl, por primera vez en la historia del país, tras el fracaso de las negociaciones de otras fuerzas políticas.
Austria, miembro de la Unión Europea, se sumió en la incertidumbre política el sábado después de que el primer ministro conservador, Karl Nehammer, pusiera fin a las negociaciones para formar un gobierno de centro sin la extrema derecha, que ganó las elecciones legislativas de finales de septiembre.
Nehammer anunció que dimitiría “en los próximos días” como canciller y presidente del Partido Popular austriaco (ÖVP), prometiendo una “transición ordenada”. Los conservadores declararon al día siguiente que estaban dispuestos a negociar con la extrema derecha.
En un discurso ante la nación tras una reunión con Kickl, el presidente austriaco recordó que el Partido de la Libertad fue el más votado en las elecciones legislativas de septiembre.
El presidente manifestó estar al tanto del “cordón sanitario” impuesto por los tres partidos que no lograron formar coalición. Aseguró que no tomó a la ligera la decisión de encargarle al FPÖ la formación de un nuevo gobierno y garantizó que se ocupará de que se respete el Estado de Derecho.
Durante el encuentro, Van der Bellen insistió en que no tomó a la ligera la decisión de confiarle al FPÖ la formación de un nuevo gobierno, especialmente tras el fracaso de las negociaciones anteriores y la reciente disposición de la ÖVP a dialogar con la derecha.
“El país necesita un gobierno eficaz en esta difícil coyuntura económica”, sostuvo, y agregó que Herbert Kickl se mostró dispuesto a asumir el cargo de canciller. “El respeto a la voluntad popular exige que el presidente atienda a la mayoría”, subrayó, aunque admitió que en lo personal podría preferir otras alternativas.
La FPÖ obtuvo cerca del 29% de los votos en las elecciones de septiembre. En un principio, ningún partido mostró intención de asociarse con su controvertido líder. No obstante, la ÖVP y el SPÖ abrieron conversaciones con los liberales de NEOS, que fracasaron de modo sucesivo: primero el viernes con NEOS y luego el sábado, cuando colapsaron las negociaciones entre la ÖVP y el SPÖ, poniendo fin a la coalición de centro.
Ante esta situación, el canciller Karl Nehammer, férreo opositor a un pacto con la FPÖ, anunció su dimisión tanto del gobierno como de la conducción de la ÖVP. Su sucesor, Christian Stocker, aseguró que está abierto a negociar con la FPÖ.
Austria podría encaminarse a su primera administración encabezada por el FPÖ y su líder, Herbert Kickl. En el pasado, la ÖVP y la FPÖ ya integraron coaliciones a comienzos de los 2000 y de 2017 a 2019, aunque siempre con jefes de gobierno de la ÖVP. Esta vez, ambas fuerzas deberán acordar un programa de gobierno. Coinciden en puntos como migración e impuestos, pero la cercanía de la FPÖ con Moscú y sus posturas críticas hacia la Unión Europea chocan con la línea en política exterior y de seguridad de la ÖVP.
Desde 2021, cuando Kickl asumió el control de esta formación marcada por los escándalos de corrupción, la popularidad del FPÖ creció gracias a la indignación de los votantes por temas como la inmigración, la inflación y las restricciones por el covid-19, como ocurrió con otros partidos de extrema derecha en Europa.
Este exministro del Interior, de 55 años, hizo campaña en estas elecciones, en las que más de 6,3 millones de personas estaban llamadas a votar de los 9 millones de habitantes del país, con consignas como “Atrévete a probar algo nuevo”.
El FPÖ integró el Ejecutivo por primera vez en 2000, lo que desató protestas en el país y sanciones de la Unión Europea (UE).
En la campaña Kickl fustigó las sanciones de la UE contra Rusia, atacó al gobierno saliente y reivindicó el concepto de la “remigración”, que implica despojar de la nacionalidad a personas de origen extranjero que considere que no se hayan integrado.
Agencias AP y AFP
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