Jean-Marie Le Pen, fundador de la extrema derecha francesa del Frente Nacional y padre de su actual líder, ahora con el nombre de Reagrupamiento Nacional, Marine Le Pen, murió este martes a los 96 años. Su historia es la historia de quienes, desde los años 50, buscaron acabar con el camino democrático y europeo de Francia para convertirla en una República fascista. Nunca lo consiguieron, pero marcaron políticamente su país.
La vida de Jean-Marie Le Pen es no sólo larga en años sino en acontecimientos. Prácticamente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial entró en política. Participó en dos guerras (Argelia e Indochina) y luchó, sin éxito, contra políticos como Pierre Mendès France, Michel Rocard, François Mitterrand, Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy, hasta que su hija le dio el empujón para enviarlo al retiro de la jubilación política.
Le Pen colaboró con el régimen pronazi de Vichy durante la Segunda Guerra Mundial y tardó casi 40 años en tener sus primeros éxitos políticos, en la localidad de Dreux en 1983 y en las elecciones europeas de 1984.
A partir de ahí su Frente Nacional no hizo más que crecer, hasta que en 2002 dio la sorpresa y se plantó en el ballotage de las presidenciales. Todo el resto de la clase política se viró contra él y el conservador Jacques Chirac le pasó por encima con un 82,21% contra 17,79%.
Aquella derrota, en lugar de hundir al Frente Nacional, le enseñó que debía “desdiabolizarse”, como dicen los medios franceses. Quitarse las aristas más radicales y los discursos fascistas para ponerse los ropajes de las modernas extremas derechas.
Ahora ya es normal, como en las dos últimas elecciones presidenciales, que su hija Marine Le Pen supere el 30% de los votos en el ballotage y que muchos observadores la vean en el Palacio del Elíseo, sede de la Presidencia de la República, tras los comicios que deben celebrarse en abril o mayo de 2027.
“Torturé porque había que hacerlo”
Pero todo eso viene del patriarca Jean-Marie Le Pen. A sus 27 años, en 1956, ya fue elegido diputado nacional por el partido del nacionalista Pierre Poujade. Nacido en 1928, Jean Le Pen (el Marie se lo puso él mismo más tarde) creció como hijo único en una familia modesta. Estudió la secundaria en los jesuitas y en 1946 se trasladó a París para estudiar leyes.
De sus años universitarios son sus primeras peleas contra policías y estudiantes de izquierdas. En 1953, ya abogado, se alista en los paracaidistas para ir a la guerra de Indochina, pero llega tarde, cuando la última batalla había acabado. En 1956 su unidad paracaidista es enviada a la crisis del Canal de Suez, pero otra vez llega tarde, cuando los enfrentamientos habían terminado.
En 1957 conoce la guerra real. Enviado 10 meses a Argelia, donde Francia intentaba en vano impedir la independencia del país norteafricano. De aquella guerra obtuvo un odio profundo a las instituciones democráticas francesas y años después, en 1962, su primer gran escándalo, cuando un historiador descubre que Jean-Marie Le Pen fue un destacado torturador que electrocutaba a detenidos. Lejos de negarlo, Le Pen lo admite orgullo: “Torturé porque había que hacerlo”. Le Monde publica en 2000 un artículo que cuenta que Le Pen usaba en Argelia un cuchillo exactamente igual al que usaron las juventudes hitlerianas.
En los 60 se aleja de Poujade y se une al extremista Jean-Louis Tixier-Vignancourt, que apenas consigue un 5% en las presidenciales de 1965. La extrema derecha, y con ella Le Pen, desaparecen hasta los años 80. En esos años se dedica a editar discos con discursos de colaboracionista con los nazis. En 1971 es condenado por apología de los crímenes de guerra del nazismo.
En 1972 crea el Frente Nacional y copia, como emblema, la llama tricolor del partido neofascista Movimiento Social Italiano, heredero del fascismo de Mussolini. En las legislativas de 1973 apenas alcanza el 1,73% de los votos. En las presidenciales de 1974 el 0,74%. En 1981 no pudo presentarse a las presidenciales porque no reunió siquiera las 500 firmas de cargos electos necesarias. Su vida política parece acabada, pero Le Pen siempre vuelve.
A partir de ahí vuelve a crecer. En las europeas de 1984 supera el 10% y se convierte en una figura política a tener en cuenta. En las presidenciales de 1988 roza el 15%, igual que en 1995. En 2002 pasa al ballotage y no llega al 18% de los votos. En 2007 apenas llega al 10% y empieza a ceder el paso a su hija.
Marine Le Pen hace crecer a su partido en 2012, 2017 y 2022. Y amenaza con tomar el Elíseo en 2027, tal vez su última oportunidad. Eso si la Justicia no la inhabilita en los próximos meses, acusada de financiación ilegal.
Marine Le Pen había roto con su padre en 2015 porque sus declaraciones filonazis (llegó a calificar los campos de exterminio de Hitler de un “detalle”) le hacían imposible “desdiabolizar” su partido.
En 2018 forzó la salida de su padre del partido y le cambió el nombre a Reagrupamiento Nacional. Marine Le Pen aspira a llegar a donde su padre nunca pudo llegar. Él ya no verá si su hija, con quien se reconcilió hace pocos años, lo consigue. Si ella lo consigue hará que el apellido Le Pen deje de ser el de los derrotados.
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