Es una tensión que vibrará en 2025, pero de la que se escuchan por estos días cada vez más conversaciones en las grandes empresas argentinas. Otra vez, la economía global se ordenará alrededor de un liderazgo en disputa entre Estados Unidos y China. Ese reordenamiento global coincide con tiempos en que el Gobierno tiene como bandera la baja de la inflación y herramientas para izarla cada vez más alta. Son el debatido atraso cambiario, la apertura comercial o la baja de impuestos para los productos que llegan desde el exterior.
El temor del empresariado local -que festeja la baja del déficit y de la inflación- es no poder competir frente a la suba de costos en dólares, en una economía que castiga a quien emplea, tiene altísimos impuestos para el sector formal y costos logísticos imposibles. Por eso, cuando el mercado comenzó a creer que Luis Caputo no devaluaría, nació la agenda de la competitividad en todos los foros empresarios que se hicieron en el segundo semestre.
Esto se complejizó cuando Donald Trump ganó las elecciones con una agenda proteccionista en los Estados Unidos, pero, a la vez, Javier Milei –quien suele abogar por el libre comercio– hizo las paces con China, importante socio comercial. Allí nació otro temor: ¿cuánto se abrirán las puertas para los productos de allí en momentos en que ese país se expande por América Latina -el Megapuerto de Chancay en Perú es una muestra- y cuándo esas importaciones pueden ayudar a aliviar aún los altos precios locales?
El exministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, se paró la semana pasada frente Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) –antes ya había presentado su trabajo en Cancillería, en tiempos aún de Diana Mondino– para describir el escenario que se le está abriendo al país. Recordó todo lo que Trump repitió en campaña sobre la “amenaza” que significa China: es el 16,9% del PBI mundial; el 21,2% del comercio exterior y significa el 9,5% de toda la inversión extranjera directa. Tiene 32 nuevos unicornios entre las 500 empresas top.
Luego de “promover una integración inteligente” sugiriendo “alianzas” y “pragmatismo” y de recalcar la falta de dinamismo del Mercosur en las últimas décadas, afirmó que la Argentina de Milei se plantea una nueva estrategia para “romper el estancamiento económico” en base a la inversión, una mayor apertura y la integración global. ¿Cuáles son los dos socios clave? Curiosamente, aquellos que más comercian con el país son Brasil y China. ¿Ruido libertario?
Según Sica, se va hacia una economía que no va a parar de sumar dólares –y que, por ende, deberá lidiar con un tiempo con un dólar barato- gracias a las exportaciones de la agroindustria (se multiplicarán por 1,5 de cara a 2033), el Oil & Gas (se multiplicarán por siete), la minería (por cuatro) y la transformación digital e innovación (se multiplicarán por tres). Los proyectos que se sumarán al RIGI –régimen especial para grandes inversiones- para impulsar estos sectores ya están en las gateras de varios estudios de abogados y consultoras económicas especializadas.
Entre sectores que perderán por el avance chino en la región, según Sica, están la industria textil, la metalurgia y la siderurgia. También lo sentirán la electrónica, la movilidad, la industria liviana y la petroquímica. Es probable, incluso, que China reemplace algunas importaciones brasileñas.
Es en ese contexto, y luego de que el viernes pasado el Gobierno bajara impuestos y ampliara montos para compras en el exterior desde diciembre, en su clásica reunión de Junta Directiva, la Unión Industrial Argentina (UIA) pidió avanzar en una agenda de competitividad. “La apertura al comercio internacional debe desarrollarse juntamente con una agenda concreta para mejorar la competitividad y bajar el costo argentino, de forma que no se resientan las cadenas de valor, la generación de empleo y la recuperación de la actividad industrial (…) si no se resuelven los problemas de competitividad del país, desde la baja de impuestos, las mejoras en infraestructura y conectividad, la promoción de inversiones nacionales y la modernización de los regímenes laborales, avanzar solo con políticas de apertura comercial está teniendo consecuencias negativas, especialmente para las pymes, y también en el empleo, donde se perdieron más de 30.000 puestos de trabajo industriales desde agosto del 2023″, se agregó.
En Producción dijeron a LA NACION que más del 80% de las importaciones corresponde a insumos y bienes de capital. Cerca del 11% son bienes finales y 6%, automóviles.
“La normalización de la economía, porque más que apertura es normalización, beneficia en mayor medida a empresas competitivas que pueden importar bienes de producción, maquinarias, repuestos, para poder producir en el país. La economía argentina sigue siendo una de las más cerradas del mundo, pero vamos hacia una normalización para beneficio de la producción”, aclararon.
Con respecto a las importaciones vía courier para uso personal, dijeron que representan un porcentaje muy bajo de las importaciones. Entre 2017 y 2023 se importaron US$30 millones en promedio por año, “un monto ínfimo en comparación con las importaciones totales vía el régimen general o lo que ingresa vía equipaje o contrabando”. Aclararon que muchos de los productos que se ingresan no tienen producción nacional (computadoras, ciertos electrodomésticos, textiles especiales, entre otros).
“Es injusto que quienes puedan viajar puedan acceder a comprar bienes en el extranjero y quienes no viajan no puedan acceder a comprar afuera. El efecto negativo se va a dar mayormente en importadores distribuidores que traen productos que no tienen fabricación nacional y aplican precios abusivos”, cerraron
La de competitividad no es una agenda únicamente propuesta desde la UIA. “Los desequilibrios comerciales del sector autopartista requieren un abordaje desde múltiples puntos de vista, abarcando tanto decisiones estratégicas por parte de toda la cadena de valor automotriz como también la necesidad de avanzar muy rápidamente en una agenda de mejora de la competitividad. Ello es esencial en una cadena productiva como ésta, donde la mayor parte de la producción depende de la exportación, que en este caso sería del 61,7%“, manifestó, en tanto, Juan Cantarella, presidente Ejecutivo de AFAC (autopartes) esta semana.
“El cuadro descripto plantea el interrogante sobre cómo se enfrentarán las tensiones que, típicamente, generan los programas de estabilización basados en la contracción del nivel de actividad, la apreciación cambiaria y la apertura externa, dado su impacto sobre la competitividad de los sectores transables”, escribió el equipo que lidera Federico Poli en el Fundación Observatorio Pyme. “Minimizar el impacto sobre el empleo y la destrucción de capacidades requiere de medidas que actúen para mejorar de modo indirecto la competitividad de los transables: reduciendo impuestos, generando algún tipo de política diferencial para los que exportan o compiten con las importaciones”, agregó el conductor de la entidad cuyo presidente honorario es Paolo Rocca (Grupo Techint).
A comienzos de este mes, Ternium avisó que haría una fuerte reducción de costos por el impacto de la crisis en esa industria. Para el Grupo Techint, China se convirtió en los últimos años en el enemigo público número uno.
Según la Fundación Observatorio Pyme, en el cuadro del tercer trimestre de 2024 “se comenzó a ver cierta pérdida de intensidad de la recesión”. Sin embargo, las variables se mantuvieron en terreno negativo para las pymes manufactureras. Las ventas deflactadas acumularon 11 trimestres consecutivos a la baja y en el tercer se vio una mejora en los datos interanuales (-1%) “que en parte es por una ya baja base de comparación”. La producción se contrajo 13% interanual y fue el sexto trimestre de caída consecutiva. “Esta evolución tiene su correlato en la ocupación, lo más preocupante por la centralidad de retener recursos humanos entre las pyme”, agregaron.
La misma fundación contará pronto que entre el primer trimestre de 2022 y el cuarto de 2023 hubo una fase de creación neta de empresas (0,1% trimestral) con una tasa de natalidad (0,9%) mayor a la tasa de cierres (0,8%). “Desde entonces, la tasa de natalidad neta entró en terreno negativo. Se ubicó en -0,2% entre el cuarto de 2023 y el tercero de 2024 por una caída de la tasa de natalidad (a 0,5%). En cambio, no se vio una aceleración de los cierres, sino que la tasa incluso se redujo ligeramente (a 0,7%). La tasa de natalidad cayó en todos los sectores”, explicaron.
“Desde la Cámara Argentina de Comercio y Servicios reiteradamente hemos señalado que la escasa competitividad es uno de los grandes males que padece la economía argentina. Es un problema multicausal: excesiva presión tributaria, regulaciones innecesarias por doquier, ‘industria del juicio laboral’, falencias de infraestructura, etcétera; un conjunto de elementos que limitan la posibilidad del país de enfrentar satisfactoriamente la competencia internacional”, afirmó Mario Grinman, presidente de la CAC ante la consulta de LA NACION.
“Hemos abogado por su corrección, y observamos con satisfacción como desde el Gobierno se realizan avances en esta línea como, por ejemplo, la remoción de trabas burocráticas obsoletas o perjudiciales para el normal desarrollo de la actividad de las empresas. A la vez, es muy bienvenida la vocación de reducir la presión impositiva. Desde luego que es un proceso más lento que el que a uno quizás le gustaría”, afirmó el empresario que forma parte del Grupo de los 6.
“Ya se erosionó el 90% de la competitividad cambiaria tras la devaluación de fines de 2023″, advirtió el exministro de Economía y director de Empiria, Hernán Lacunza. El debate por el precio del dólar y entre las empresas que no aprovecharán la recuperación económica recién comienza. En un informe que la CEO de Abeceb, Mariana Camino, presentó en un evento de IDEA en el Sheraton la semana pasada explicó que el tipo de cambio real multilateral está por debajo del promedio histórico de $1386. Sin embargo, aclaró que un “salario en dólares aún deprimido compensa en parte la apreciación del peso”. Hay margen, por ahora, para aguantar.
Sin embargo, advirtió que en una economía que rebotará un 5% en 2025 “la presión salarial va a tender a subir hacia delante”. Son las primeras migas de un debate que se adelantó, pero que expondrá todas sus tensiones el año que viene.
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