¿Sobre cuántos recaerá el peso del gasto público?

La flexibilización del denominado sistema de compras “puerta a puerta”, que permite adquirir mercaderías en el exterior sin tener que viajar, fue calificada por un periodista de la “democratización del consumo”. Es una manera de ver la referida disposición, pero no la única.

Imaginemos un país donde conviven tres personas: Juan, quien viaja al exterior; Pedro, quien no viaja pero puede comprar puerta a puerta, y Andrés, quien no puede hacer ninguna de estas cosas. Antes de la medida, solo Juan podía eludir la carga impositiva que existe en la Argentina. Ahora también lo puede hacer Pedro. Pasamos de “unos pocos” a “no tan pocos”.

¿Cuántos? En un país donde existen más celulares que habitantes, es tentador pensar que todos pueden usar el sistema puerta a puerta. No es así. De la misma manera que es “fácil” operar en el mercado de capitales, escuchar un concierto en el Teatro Colón, y, sin embargo, a muchísimas personas les cuesta. Espero que al actual Poder Ejecutivo Nacional no se le ocurra ofrecer cursos gratuitos para utilizar el sistema desde el celular, no sea cosa que todos seamos consumidores de productos importados y nadie los produzca localmente.

Dije que la cuestión se puede ver desde más de una perspectiva. En los medios de comunicación se enfatiza la posibilidad de comprar en países donde los productores pagan menos impuestos, operan con menor margen de beneficio o realizan operaciones de dumping. Entendible desde el punto de vista individual, plantea un conflicto objetivo entre consumidores y productores. Digresión: consumidores y productores no somos distintas personas, sino que tenemos diferentes roles. Consumo papas fritas y ofrezco conferencias.

Quiero enfatizar el costado fiscal. En un país donde no se emite dinero ni aumenta la deuda pública neta, la totalidad del gasto público se financia con impuestos. Desde este ángulo, la flexibilización del mecanismo de compras puerta a puerta hace que 100% del peso del gasto público recaiga exclusivamente sobre Andrés, el que ni viaja ni tiene cómo eludir los impuestos. Totalmente regresivo. Andrés podrá operar en la economía informal del lado de sus ingresos, difícilmente del de los gastos.

La implicancia es obvia: bienvenido el equilibrio fiscal, pero con particular entusiasmo en la medida en que se pueda avanzar con la reducción del gasto público a todo nivel: nacional, provincial y municipal.

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